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Ideas actualizadas para los Ideales de Siempre

La pandemia que azota el mundo -aún sin saber cuándo termina y cuántas víctimas deberemos lamentar- ya generó la peor crisis económica en un siglo, produjo el primer retroceso registrado en el Índice de Desarrollo Humano que la ONU realiza desde hace treinta años y consolida una nueva década perdida, en términos económicos y sociales, en la Región de América Latina.

Las consecuencias de la Pandemia son múltiples.

Para empezar, nuestras sociedades serán más pobres y más desiguales. Según la CEPAL, en América Latina, al tiempo que el número de pobres se incrementará en 45 millones de personas, casi 3 millones de empresas -una de cada cinco- habrán dejado de existir.

Por otro lado, las demandas sociales crecientes presionan por mayores prestaciones del sector público sumando exigencias a estados que a sus debilidades estructurales le agregan, en el mundo en desarrollo, las dificultades para financiar estos mayores requerimientos presupuestarios.

También, los miedos individuales y las incertidumbres sociales son ambiente propicio para la emergencia o consolidación de liderazgos autoritarios en todos los continentes. De allí que la Internacional Socialista denunciara el  uso  de la pandemia “como pretexto para restringir libertades” y que destacados líderes democráticos y progresistas de América Latina alertaran sobre “los riesgos de una regresión democrática en la Región”.

A continuación, se presentan algunos rasgos distintivos del esquema de poder del movimiento que gobierna nuestro país y las consecuencias de las políticas seguidas por la administración. En el capítulo siguiente se describen los pilares de una propuesta para superar el estancamiento secular y el rumbo de decadencia en la post pandemia y, finalmente, se señalan algunos puntos de la hoja de ruta para la UCR, el partido más antiguo y el más actualizado de nuestro país.

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La razón y la pasión

Reproduzco aquí el texto de la presentación que realicé la semana pasada en un seminario interno del radicalismo.

Me propongo en esta presentación dos objetivos, nacidos de la profunda convicción en la validez del camino de la democracia republicana para la Argentina y en la necesidad de fortalecer las instituciones, incluidos los partidos políticos. En primer lugar, un balance del gobierno y de la acción política de Cambiemos, inmerso en el contexto histórico de su nacimiento: la necesidad de generar una alternativa al populismo rancio que luego de 12 años de gobierno dejó a nuestro país estancado, maniatado y con la pobreza estructural sin resolver. En segundo lugar, procuro responder a la pregunta “¿Y ahora qué?” para Juntos por el Cambio -y en particular para el radicalismo como integrante de la coalición-, teniendo en cuenta las cartas del mazo que ha mostrado en las primeras semanas el gobierno de Alberto Fernández.

La octava elección presidencial después de la inauguración democrática de 1983 repuso en el gobierno al peronismo y tuvo como novedad auspiciosa que otro presidente electo, perteneciente a una fuerza política diferente a la surgida con el golpe de estado de 1943, terminara su mandato de acuerdo a las normas establecidas, episodio que no ocurría desde que Marcelo T. de Alvear fuera sucedido por Hipólito Yrigoyen, hace casi un siglo, en el año 1928.

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La larga marcha hacia la libertad y la igualdad

El día antes de la marcha en el obelisco, estuve conversando con Laura Di Marco en La Trama del Poder . Lo que el sábado finalmente terminó siendo una multitudinaria manifestación pacífica de cientos del miles de personas tiene un espejo en el ’83.  Como recordó Laura al inicio del programa, “La marcha del millón” fue nombrada de esa manera “rememorando aquella marcha donde Alfonsín metió un millón de personas en el obelisco, recitó el preámbulo de la Constitución -una especie de rezo laico-, en donde la opción era autoritarismo o democracia”.

Estuve en ambas marchas -la del ’83 y la del #19O y, efectivamente, hay varias coincidencias, empezando porque los valores que defendíamos entonces son los mismos que defendemos hoy en día, y porque también ahora se presenta una dicotomía, no tan drástica, pero sí decisiva: la regresión al populismo o la continuidad del camino del republicanismo.

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Tres triunfos auspiciosos

Estuve en LaNación+ conversando con Luciana Vázquez sobre la realidad política de este período entre las PASO y las elecciones nacionales. Los temas centrales fueron los resultados de las elecciones provinciales en Mendoza, sumados a otros dos datos clave de ese fin de semana, y mi visión sobre los enormes problemas que arrastra la Argentina por la imposición del populismo político y el facilismo económico.

Mendoza, la calle y los estudiantes

Fue muy importante el triunfo en Mendoza, donde se impuso la coalición que integra la UCR desde hace casi cuatro años. El gobernador electo, el Dr. Rodolfo Suárez, pertenece a la UCR y expresa tanto la posición del radicalismo como la de Juntos por el Cambio. El triunfo refleja el reconocimiento a la buena administración del gobernador actual, Alfredo Cornejo, y a su sucesor, Rodolfo Suárez, cuya gestión como intendente de la Ciudad de Mendoza y como presidente del comité radical de su provincia fueron refrendadas en el 50% de votos que lo ungieron gobernador.

Pasaron algunas cosas más este fin de semana pasado, además del extraordinario triunfo en Mendoza.

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Una coalición más amplia

 

En marzo del 2015, el radicalismo tomó la decisión de contribuir a la edificación de una coalición política que luego fue Cambiemos. Esa había sido la opción votada por la mayoría, luego de considerar las tres alternativas que había en aquel momento: la primera, aferrarse a la idea de individualidad política, expresada en términos electorales en la “Lista 3”; la segunda, profundizar el camino que habíamos iniciado junto a las fuerzas políticas que sentíamos más cercanas, en lo que en aquel momento era UNEN; y la tercera, conformar una coalición que fuera capaz de “parar dos estaciones antes de llegar a  Venezuela” como dijo Felipe González en su vista reciente a Buenos Aires.

Visto en perspectiva, podemos apreciar lo acertada que fue la decisión radical.

La Lista 3 salvaguardaba la individualidad, es cierto, pero no era la única  opción que permitía preservar la identidad.

Las identidades electorales en el pasado estaban signadas por el papel y el lugar que cada uno tenía en el proceso productivo. Con el paso del tiempo, las sociedades  se hacen cada vez más diversas y complejas. Hoy los votantes se identifican por ideología pero también por ciertas opciones de vida, como puede ser la orientación sexual, o por el compromiso con ciertas causas, como la igualdad de genero o el cuidado medioambiental, entre muchas otras consideraciones.

Un partido político por sí solo ya no representa electoralmente la diversidad de la sociedad.

La identidad  se construye por un conjunto diverso de afinidades, posiciones y puntos de vista, lo que abre las puertas a múltiples conformaciones de prioridades políticas. Dicho de otra forma, un partido político por sí solo ya no representa electoralmente la diversidad de la sociedad.