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Premio de la Academia por nuestro ensayo sobre la transición democrática

El martes 19 de este mes, en la sede de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, tuvo lugar la ceremonia de premiacion por el Concurso Anual de Ensayo del 2024.
Allí, junto con Alejandro Garvie, recibimos el diploma del Premio al mejor trabajo decidido por el Jurado integrado por los Académicos Ana María Mustapic, Martin Farrell y Horacio Jaunarena.
Nuestro ensayo, titulado “ La huella democrática: política y economía en el periodo 1983- 1989”, es un intento por analizar, rechazando toda hipótesis simplista, las complejidades de una transición política dinamizada por la derrota militar de Malvinas.
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Economía Política Sociedad

La pobreza está profundamente vinculada a la debilidad institucional

El pasado lunes 30 de septiembre conversé con Carlos Pagni en su programa Odisea Argentina sobre los desafíos que enfrenta Argentina.

Hablé del estancamiento económico que hemos vivido desde 2011 hasta 2023, con una caída del 12% en el ingreso por habitante, lo cual ha impactado directamente en el aumento de la pobreza.

Los números recientemente publicados en el informe de la Encuesta Permanentes de Hogares (EPH) del Indec son estremecedores:

  • La pobreza creció hasta 52,9% en el primer semestre del año, alcanzando a 24,9 millones de personas en Argentina.
  • Más de dos tercios de los menores de 18 años son pobres en nuestro país.
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Política Sociedad U.C.R.

La autocracia de mercado de Milei

-Por primera vez en muchos años se encuentra alejado de la política nacional y partidaria. ¿Cómo se ve la coyuntura desde afuera, en esta especie de impasse?

-Es cierto, no tengo ningún tipo de responsabilidad política, partidaria o institucional. El tiempo, los años y la experiencia me permiten hacer un análisis fundado de lo que veo. En el mundo votaron o votarán 70 países este año, es decir, la mitad de la población mundial va a estar tomando decisiones. Pero eso no quiere decir que haya un fortalecimiento democrático, sino que vivimos una etapa de recesión democrática, donde hay una suerte de cuestionamiento extendido al funcionamiento institucional conocido como la democracia liberal. Eso para mí es un problema, tanto en la región, en América Latina, como en la Argentina y también en otros países desarrollados del mundo.

-El 10 de septiembre se cumplieron nueves meses de gobierno de Javier Milei. ¿Es lo que esperaba ver a esta altura, o le sorprende el rumbo de la gestión?

-Milei fue una sorpresa en la política argentina, el resultado de varias claves. La primera fue el clima de época global del cual hablamos, la segunda fue el desastre de cuatro gobiernos del peronismo y la tercera, las equivocaciones de la coalición Cambiemos. Milei expresó, o canalizó, la insatisfacción social, la angustia y el deseo de cambio. La pregunta es si lo que él encarna y plantea es una solución para los problemas argentinos. Mi respuesta es “No”, porque está demostrado que en América Latina los países que progresan son aquellos que tienen calidad institucional. Actualmente, hay tres países que tienen democracia plena: Uruguay, Chile y Costa Rica. Redujeron la pobreza, hicieron una buena gestión de la pandemia y tuvieron menores indices de corrupción relativos. Uno de los principales problemas es la calidad de las instituciones. El presidente Milei subestima, cuando no desprecia, la dimensión institucional.

-¿Espera un cambio de postura en algún momento del Gobierno en ese sentido?

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Política Sociedad

1983-2023: otro cambio de era

Los claroscuros

A cuatro décadas de la inauguración democrática, y “ad portas” de la décima elección presidencial, el balance tiene intensos claroscuros.

Del lado luminoso, haber dejado atrás medio siglo de golpes y dictaduras convierte al año 1983 en un auténtico cambio de era, al sepultar para siempre la violencia como método de acción política que durante demasiado tiempo estuvo consentida por amplios sectores de la sociedad argentina. En el mismo sentido, que en 2019 un presidente no peronista haya concluido su mandato por primera vez en casi 100 años, luego de haber sido la alternativa que cortó la hegemonía del proyecto más extenso de una misma matriz política desde el primer golpe de estado en 1930, es signo evidente de ese cambio de era.

Sin embargo, la institucionalidad ganada en 1983 ha sido hasta ahora insuficiente para construir un patrón productivo sostenible, social y económicamente, que reemplace el agotado modelo de sustitución de importaciones que hizo implosión en los meses previos al último golpe militar triunfante en 1976.

En efecto, el producto por habitante, ajustado por la paridad de poder adquisitivo entre  1980 y 2020,  apenas aumentó un 7% en nuestro país, mientras que creció 161 % en Chile y casi se duplicó en Uruguay.

Otro indicador de la frustración es que mientras el Índice de Desarrollo Humano elaborado por las Naciones Unidas ubicaba a nuestro país en el puesto 34 en 2005, en 2019 la Argentina descendió al puesto 48 en el posicionamiento global.

La combinación de facilismo en lo económico y modos populistas en la acción política, que se desplegó en buena parte de estos 40 años de democracia, explica las malogradas expectativas sociales de progreso individual y colectivo.

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El futuro no es lo que era

Ese era el título de un libro que recogía un diálogo entre el director-fundador del diario El País de Madrid, Juan Luis Cebrián, y el Presidente del Gobierno de España por 14 años, Felipe González, publicado en el inicio del siglo.

Más aún, ese título define muy bien la realidad de hoy, cuando la pandemia y la guerra han impactado en la evolución de dos dimensiones clave que distinguen los asuntos globales de las últimas décadas: la democratización de los sistemas políticos – al concluir la Segunda Guerra apenas una docena de países contaban con gobiernos elegidos mientras que a finales de la década pasada la mitad de la población mundial vivía en países con gobiernos surgidos de la voluntad ciudadana- y la globalización económica -en los años cincuenta del siglo pasado el comercio global era menos de 20% del PBI mundial y el año pasado representó más de la mitad de la producción generada en el mundo- que permitió reducir la pobreza, aunque no la desigualdad, de la mitad a menos de 10% de la población global en las últimas cinco décadas.

Declarada la pandemia, todos los gobiernos reaccionaron prontamente ante la emergencia sanitaria, pero, en muchos casos, lo hicieron con severos costos en términos de calidad institucional y libertades individuales.

Además de su dimensión sanitaria -con más de 560 millones de casos verificados, un número superior a los 6 millones de fallecidos registrados y las incontables personas afectadas psicológicamente-, con el derrumbe de la actividad económica originada en la cuarentena – y su  repercusión negativa sobre el empleo, la pobreza extrema que el Banco Mundial estima se incrementa este año en 100 millones de personas y la desigualdad- se alimentaron los miedos individuales y las incertidumbres sociales.

Estos temores dieron impulso a una mayor insatisfacción social que la evidenciada por las secuelas de la crisis financiera del 2008 y, junto a una creciente desafección política, han minado la confianza ciudadana en las instituciones.