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Tres contribuciones decisivas a la democracia argentina

Fui invitado a participar en el ciclo Democracia Siempre de Radio Nacional. Dialogué con Any Ventura sobre los 40 años de la democracia y el papel del radicalismo en tres momentos clave: en el ’83, la recuperación definitiva de la democracia en Argentina; luego, el primer pase pacífico e institucional de mando entre presidentes de distinto signo político en un siglo; más recientemente, la conformación de una coalición elegida por el pueblo para gobernar que, no siendo peronista, pudo concluir su mandato, lo que no ocurría desde 1928. 

¿Cómo era tu vida durante la dictadura?

Sobrevivía a la Argentina, sufriendo la pérdida de amigos y compañeros de la secundaria. Inmerso en la vida política en el clima opresivo de esa época, así y todo pude estudiar, recibirme y trabajar, siempre comprometido con la Unión Cívica Radical en la búsqueda de construir un modo de vida que permitiera la convivencia pacífica entre los argentinos.

Algo que desde el ‘76 al ‘82 parecía poco probable…

Bueno, no solo en ese periodo sino desde antes. La aceptación de la violencia como método de acción política estaba muy extendida en vastos sectores sociales.

¿Estamos hablando de la guerrilla?

De la guerrilla y de los que no practicaban la guerrilla.

¿O sea las tres A?

Había quienes creían que -parafraseando a Mao- el poder nace de la boca del fusil y que la lucha armada era la única opción. Había otros que, también concibiendo la violencia como método para resolver los conflictos, recurrían a golpes de Estado o echaban mano a grupos paramilitares, como las tres A que mencionaste. Entonces en Argentina había quienes para combatir al demonio usaron las armas del demonio y eso terminó en un infierno, esa orgía de violencia, esa ordalía de sangre, ese todos contra todos que fue la desgracia de nuestro país.

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Política U.C.R.

Acuerdos políticos: ¿cuáles, cuándo, dónde?

En los temas complejos conviene ser preciso desde el principio.

Estoy convencido de que, si uno rechaza la violencia como método de resolver conflictos, debe reconocer al diálogo como requisito imprescindible para lograr acuerdos.

Esa condición previa no solo vale para las relaciones interpersonales, sino que es una responsabilidad ineludible de todos los actores del proceso social, particularmente de los partidos políticos, sobre todo en sociedades conflictivas.

Las coaliciones

Las realidades sociales diversas y complejas que caracterizan a la época actual obligan a los partidos a diseñar estrategias coalicionales porque ya no son solamente las tradiciones familiares o las ubicaciones en los procesos productivos los que determinan las preferencias electorales.

Esa es, en verdad, la razón que explica que estemos en una era de coaliciones políticas, tanto en el mundo como en nuestra región de América Latina.

En Argentina, la coalición que desde la UCR ayudamos a  construir en 2015, lleva ganadas tres de las cuatro elecciones en las que compitió. No solo eso, el último gobierno que integramos fue el único con presidente no peronista en casi un siglo -desde Marcelo T. de Alvear en 1928- que pudo concluir su mandato en las fechas preestablecidas. Además, contrariando la historia de coaliciones políticas en nuestro país, Juntos por el Cambio pudo superar el adverso resultado electoral de la última elección presidencial y ratificar, desde la oposición, su vigencia.

Juntos por el Cambio, la coalición que desde la UCR ayudamos a construir, lleva ganadas tres de las cuatro elecciones en las que compitió.

Las coaliciones se forman con partidos políticos -actores insustituibles de la vida democrática-  que, sin perjuicio del papel desempeñado por cada fuerza hasta ese momento y de las ponderaciones divergentes sobre cuestiones pasadas, tienen la aptitud y la capacidad de forjar coincidencias sobre un programa común para el futuro.

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Política Sociedad

1983-2023: otro cambio de era

Los claroscuros

A cuatro décadas de la inauguración democrática, y “ad portas” de la décima elección presidencial, el balance tiene intensos claroscuros.

Del lado luminoso, haber dejado atrás medio siglo de golpes y dictaduras convierte al año 1983 en un auténtico cambio de era, al sepultar para siempre la violencia como método de acción política que durante demasiado tiempo estuvo consentida por amplios sectores de la sociedad argentina. En el mismo sentido, que en 2019 un presidente no peronista haya concluido su mandato por primera vez en casi 100 años, luego de haber sido la alternativa que cortó la hegemonía del proyecto más extenso de una misma matriz política desde el primer golpe de estado en 1930, es signo evidente de ese cambio de era.

Sin embargo, la institucionalidad ganada en 1983 ha sido hasta ahora insuficiente para construir un patrón productivo sostenible, social y económicamente, que reemplace el agotado modelo de sustitución de importaciones que hizo implosión en los meses previos al último golpe militar triunfante en 1976.

En efecto, el producto por habitante, ajustado por la paridad de poder adquisitivo entre  1980 y 2020,  apenas aumentó un 7% en nuestro país, mientras que creció 161 % en Chile y casi se duplicó en Uruguay.

Otro indicador de la frustración es que mientras el Índice de Desarrollo Humano elaborado por las Naciones Unidas ubicaba a nuestro país en el puesto 34 en 2005, en 2019 la Argentina descendió al puesto 48 en el posicionamiento global.

La combinación de facilismo en lo económico y modos populistas en la acción política, que se desplegó en buena parte de estos 40 años de democracia, explica las malogradas expectativas sociales de progreso individual y colectivo.

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Política U.C.R.

La idealización de la violencia política es una desgracia para nuestro país

Conversé en el programa Tirando Data de la Juventud Radical Buenos Aires sobre mis comienzos como militante y la recuperación democrática en nuestro país.

Gracias a Maca Dolhagaray y Manuel Cisneros por la invitación a conversar sobre mis comienzos en la militancia política. Dejo algunas reflexiones y el reportaje completo.

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Economía Política U.C.R.

La historia en primera persona. Jesús Rodríguez: un gobierno desahuciado y el sacrificio de un ministro con todo para perder.

Reportaje de Astrid Pikielny, para el Diario La Nación, publicado el 1 de agosto de 2022.

 

A pedido de Raúl Alfonsín, asumió en Economía con una inflación desatada, saqueos y una fuerte debilidad política; del entusiasmo por la nueva democracia a la desazón de la entrega anticipada del poder.

-Hola Jesús, ¿cómo estás? ¿Cómo está la familia? Necesito que me hagas un favor.
-Sí, cómo no, Raúl.
-Necesito convencer a un amigo. Porque tengo que pedirle algo que no le va a gustar.
-Sí, dígame.
-Hay que convencerlo de que sea ministro de Economía.
-¿Y quién es?
-Jesús Rodríguez.
-¡Usted está loco!

Más de 30 años no pudieron borrar el diálogo telefónico en el que Raúl Alfonsín le pidió a Jesús Rodríguez que asumiera como ministro de Economía. Fue el 25 de mayo de 1989. Con el radicalismo derrotado en la elección del 14 de mayo, la economía desenfrenada y los saqueos en escalada, la inflación se duplicaba todos los meses: en abril había sido de 33%; en mayo había llegado a 79%.