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Dejar atrás la necrofilia ideológica

En una larga charla con Luis Novaresio en LN+, tuve la oportunidad de conversar sobre las múltiples y complejas capas políticas, económicas y sociales que caracterizan a la Argentina en este año de la décima elección presidencial desde la recuperación de la democracia cuatro décadas atrás. Reproduzco una selección sintética del diálogo a continuación.


¿Me explicás el momento que estamos viviendo? 

Es muy difícil, muy complejo, muy desafiante y muy angustiante para mucha gente. Creo que se debe a la combinación de dos dimensiones: la debilidad política del gobierno y los desequilibrios económicos. Estas dos dimensiones, que ya son negativas, se retroalimentan la una a la otra y aumentan el problema. La debilidad política del gobierno genera incertidumbre, la que a su vez afecta negativamente las variables económicas. La evolución negativa de la economía repercute y amplía las problemas políticos del oficialismo. Esta combinación introduce algo muy preocupante que es la incertidumbre. El capitalismo está acostumbrado a vivir con el riesgo

Eso es el capitalismo.

El riesgo es innato y congénito con el capitalismo. El riesgo se pondera, se valora, se costea, se le imputa un precio. La incertidumbre, en cambio, es simplemente no saber qué va a pasar. Son cosas muy distintas. La incertidumbre es veneno para el capitalismo, para los actores económicos, para los consumidores, para los productores, para los usuarios, para los agentes económicos.

Te debe pasar cuando te reconocen, como ex ministro de economía de Alfonsín y lo que significó su gobierno en aquel momento de enamoramiento de la democracia, que te preguntan “¿Llegamos?”

El ’83 es ese momento inaugural democrático de la Argentina del cual se cumplen 40 años. El recorrido tiene claroscuros muy intensos. Del lado luminoso, haber dejado atrás la violencia como método de acción política, algo que nos azotó como sociedad durante mucho tiempo con el consentimiento de un gran número de sectores sociales. Del otro lado, la frustración de que esa institucionalidad democrática ha sido insuficiente para producir progreso económico social, colectivo e individual. A pesar de las turbulencias, de las dificultades y de las angustias, creo que existe la convicción social de que no hay otro modo de convivencia civilizada y pacífica que no sea la democracia. Debemos reconfirmar esto todos los días, porque la democracia está acosada y muestra signos de fatiga, en Argentina, en la región y en el mundo; debemos permanecer firmes en la convicción de que la única manera posible de producir progreso social y realización individual es a través de la democracia.

¿Hay algún parecido, analogía o directamente igualdad, entre aquel factor que obligó a Alfonsín entregar el poder seis meses antes y lo que pasa hoy? 

Te diría que hay una similitud y también una diferencia muy importante. La similitud con aquel momento es la incertidumbre porque, si bien el Dr. Menem casi seguro sería presidente, sus propuestas eran muy llamativas -recuperar las Malvinas con sangre, nacionalizar la banca, congelar los precios, mantener un dólar recontra alto-, entonces no se sabía qué pasaría realmente si el Dr. Menem finalmente era elegido presidente. Esa es la similitud, la incertidumbre de la que hablábamos al principio. Pero hay una diferencia definitiva y es que hoy no hay -como sí hubo en aquella oportunidad- una oposición dispuesta a atropellar al gobierno, una oposición dispuesta a tirar piedras. Había actores políticos en aquella época que decían: “¡Qué se vayan escupiendo sangre!”. Hoy eso no existe.

¿Este oficialismo es responsable?

Frente a la incertidumbre, se requiere responsabilidad de todos los actores políticos, algo que en el oficialismo no se ve. Hoy tenés a un presidente de la Nación que, en vez de afrontar las causas de la incertidumbre, declara que le gustaría que Robert de Niro lo representara en una película; un ministro de Economía que en vez de explicar la situación, recibe al presidente de la AFA y anuncia que la Argentina será sede del Mundial Sub 20; y actores políticos muy relevantes del gobierno que afirman que la fuente de todos los males de todo es un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Estas actitudes generan desasosiego.
El caso del acuerdo con el FMI solo demuestra que la oposición está a la altura de las circunstancias. Contra todas las opiniones y expectativas, la oposición votó el acuerdo con el fondo monetario internacional. ¿Qué sería hoy del gobierno sin ese acuerdo, que muchos de sus propios diputados y senadores votaron en contra? Déjame darte algunos antecedentes internacionales de responsabilidad política de quienes están en la oposición:

  • En la campaña electoral norteamericana del 2008, en medio del colapso de Lehman Brothers, el presidente Bush estuvo junto al candidato republicano y al candidato demócrata, Obama, declarando que los Estados Unidos estaban por encima de los problemas de la campaña electoral.
  • En 2002, en Brasil, frente a un acuerdo con el FMI del gobierno de Cardoso, Lula no sólo estuvo presente sino que dirigió una carta al pueblo brasileño en la que se comprometía a cumplir las metas con el Fondo en caso de ser elegido presidente. Esa meta -que era muy exigente por cierto, ya que debía haber un superávit fiscal de tres puntos del PBI- no sólo se cumplió sino que el superávit fue mayor.
  • Por último, en Uruguay en el 2002, con la turbulencia exportada desde la Argentina, el Frente Amplio facilitó el acuerdo con el FMI.

¿Qué le pasa al que llega al poder para que hable de Robert de Niro o del campeonato sub-20? ¿No ven a la gente en la calle Corrientes? ¿No ven la crisis? ¿Qué opera en el poder para que se dé esta desconexión de la realidad? 

Hay “desobligaciones”, tal vez, de gente que cree que la realidad está en su auto oficial. Perder el contacto con la realidad cotidiana, si uno no tiene la cabeza bien amueblada, puede generar problemas.

¿Alberto Fernández tiene la cabeza bien amueblada?

Me parece que no tiene el equipo necesario para afrontar los desafíos que tiene por delante. Pero también el presidente Fernández sufre, desde el primer día, problemas derivados de la anomalía congénita del dispositivo de poder del Frente de Todos. No hubo una interna política donde los afiliados se expresaran, no hubo congreso partidario, no hubo decisión de un cuerpo de conducción. Solo hubo un mensaje grabado de una persona que decidió las dos posiciones políticas más importantes de la Argentina: el presidente de la Nación y el gobernador de la provincia de Buenos Aires. Cuando el núcleo de las decisiones políticas no está en la sede oficial del poder, las cosas no terminan bien, acá o en cualquier parte del mundo. Pasó un poco en Brasil, con Dilma y Lula, se puede decir que pasa ahora en Bolivia con el presidente Arce y Evo Morales, o en Colombia con el presidente Uribe y Santos. Y en la propia historia argentina, en los ’70, con López Rega, Cámpora, Perón, Lastiri, la AAA, Ezeiza.

Cuando el poder no reside donde debe.

Exactamente. Ese problema empezó el primer día de este gobierno.  El presidente Fernández mandó al Senado el pliego del procurador general; nunca lo trataron. El presidente Fernández mandó al Senado el pliego para aprobar a los directores del Banco Central de la República Argentina; fueron designados en comisión porque no fueron tratados. El presidente Fernández tuvo que intervenir tres veces la AFI, con sus tres interventores, porque el Senado no le iba a aprobar como correspondía la designación del director a través de un acuerdo de Senado. Y después está la falta de apoyo al acuerdo con el FMI, que ya hemos mencionado. 

Hemos hablado de su gestación, pero a la hora de definirlo, Alberto Fernández es…

…el presidente que los argentinos eligieron. Resultaría muy fácil para cualquiera cargar las culpas sobre la figura presidencial y yo creo que todos tenemos una cuota de responsabilidad. Primero, la decisión colectiva de esta sociedad de elegir esa fórmula -Alberto Fernández -Cristina Fernández de Kirchner-, que ganó la elección. Tenemos que hacernos cargo de eso como sociedad.

Cristina Fernández de Kirchner es… 

Es tal vez la más relevante exponente de la necrofilia ideológica, el amor por ideas fracasadas y muertas. Esa afán de poner en práctica iniciativas que tal vez alguna vez fueron útiles, funcionales y necesarias pero que hoy definitivamente están en el arcón de las cosas del pasado. Este es un problema porque frente a los desafíos de este tiempo, los cambios que en el mundo se producen, las novedades diarias, esas “utopías regresivas”, como las llama Fernando Enrique Cardoso, agigantan los problemas.

¿El kirchnerismo es un movimiento democrático?

El kirchnerismo es una expresión política clarísima de populismo,  que concibe al poder, no como una construcción colectiva, sino como un sitio a conquistar. Es un juego suma cero: si yo tengo el poder, vos no. Hay una frase que acuñó el canciller de Sarmiento cuando, luego de la guerra del Paraguay, inició un acercamiento con ese país. Dijo: “La victoria no da derechos”. Y una mayoría circunstancial electoral no da derechos. Ese es el problema de este modo populista de concebir el poder, este modo populista de gobernar, este modo populista de mirar la sociedad, de no sentir que sea aceptable tener una opinión distinta.

Cuando llegaste al ministerio de Economía al final del gobierno de Alfonsín, había tres dígitos de inflación. Si entra Sergio Massa y te pide un consejo, ¿qué le decís?

No soy quién para dar consejos, pero si tuviera que dar una opinión, le diría que haga un esfuerzo para proveer certezas.  Julio Hipólito Olivera, tal vez el único argentino que pudo haber sido Premio Nobel de Economía, explicaba que la incertidumbre produce consecuencias más perjudiciales y más duraderas que los propios errores de política económica.

Sergio Massa es…

…un dirigente político muy ambicioso.

¿Le da para ser candidato a presidente?

No sé, lo decidirá el peronismo.

Integras una autoridad no demasiado difundida masivamente y hostigada por aquellos que creen que cuando ganas las elecciones, el poder es completo y qué es esto de que viene un auditor o un síndico a decidir si algo no está bien. ¿Por qué la Auditoría General de la Nación no tiene la contundencia que debiera tener?

Matizaría tu afirmación. Hemos producido informes muy importantes. En su historia reciente, la Auditoría General de la Nación llegó hasta el hueso de lo que fue el programa Fútbol para Todos y probó las consecuencias negativas de la tercerización y la intermediación en el Estado en el programa de viviendas Sueños Compartidos. También produjo muchos informes sobre los subsidios y la ausencia de controles en los servicios públicos, como el que desgraciadamente no fue escuchado sobre transporte ferroviario y debimos lamentar la Tragedia de Once. Mas recientemente la AGN produjo un informe acerca de los gastos COVID, donde se demostró, por ejemplo, que se compraban insumos médicos que no tenían la autorización de ANMAT o que se contrataba a empresas, no por licitación sino por contratación directa, cuyos titulares eran funcionarios del Ministerio de Salud. Las causas penales que se están sustanciando en las cuales informes de la AGN son insumos, superan las cien en la actualidad.

¿Se compró vacunas por convicción ideológica antes que científica?

Me gustaría hacer un comentario más general sobre la pandemia, sobre la cual hay un recurso retórico de parte del oficialismo. ¿Cómo la gestionó esta Administración? Vamos a los números, no a las opiniones.

  • En todo el mundo los gobiernos reaccionaron con restricciones a los movimientos, consecuencia de eso se redujo la actividad económica. ¿Pero cuánto? La caída de la actividad económica global en el 2020 fue de tres puntos del PBI, dato del FMI. En Argentina, la caída fue de 10%.
  • Como consecuencia de la menor actividad, se incrementó la pobreza aquí y en todos lados. Pero de acuerdo a datos de la CEPAL,  la Argentina triplicó el incremento promedio de la pobreza de 18 países de América Latina en 2020.
  • Hubo fallecidos como en todos lados pero nosotros integramos el lote de los 15 países del mundo con mayor número de fallecidos por cien mil habitantes.
  • La Universidad de Oxford construyó un indicador de confinamiento que muestra a la Argentina 40% más restrictiva que el promedio mundial.
  • Un consorcio de instituciones académicas globales que mira la calidad de la democracia construyó un indicador acerca de cuánto las decisiones oficiales de los Estados aumentaron el riesgo para la calidad democrática. En un registro de 120 países, nosotros clasificamos segundos después de Sri Lanka

La gestión de la pandemia en Argentina fue muy pobre, un fracaso, una enorme frustración que además vino teñida de la necrofilia ideológica sobre la que hablábamos antes. Recordemos que hubo funcionarios de esta Administración que dijeron que la pandemia era consecuencia del neoliberalismo o que un virus microscópico vino a poner patas para arriba el capitalismo. 

¿Entendés a la persona que compra dólar a 370 y pico?

Yo puedo entender la reacción individual porque tiene toda la lógica de defensa preventiva, anticipatoria, pero esa suma de decisiones, que se justifican individualmente en esa lógica, produce consecuencias tremendas. Por eso insisto en la imperiosa necesidad de reducir la incertidumbre.

En el orden del cuestionamiento del sistema tal cual lo conocemos, Javier Milei es… 

Tiendo a respetar a todas las personas, por lo que tengo que respetarlo a Milei, pero eso no me lleva a respetar sus ideas. Somos ocho mil millones de personas en un planeta, la tierra, que tiene 500 millones de kilómetros cuadrados de superficie y hace varios miles de años que hay vida humana. Ningún individuo en ningún centímetro cuadrado en ningún segundo de esa historia vivió gobernado por las ideas que propone Milei.

Él va a decir que es adánico.

El problema es que sus ideas son poco menos que un salto al vacío, sin paracaídas.

¿Apelando tu conocimiento técnico, hay riesgos de que nos volvamos a poner de sombrero al país como en el 2001 o como en el ’89?

Si tenemos actitudes irresponsables, sí. Creo que hay que hacer un esfuerzo todos los días para llamar la atención acerca de la necesidad de que todas las personas con responsabilidades públicas -sean dirigentes políticos surgidos de una elección o funcionarios públicos, o comunicadores o empresarios de medios o líderes espirituales o representantes sindicales o dirigentes empresarios- hagan un ejercicio cotidiano y consciente de esa responsabilidad.

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1983-2023: otro cambio de era

Los Claroscuros

A cuatro décadas de la inauguración democrática, y “ad portas” de la décima elección presidencial, el balance tiene intensos claroscuros.

Del lado luminoso, haber dejado atrás medio siglo de golpes y dictaduras convierte al año 1983 en un auténtico cambio de era, al sepultar para siempre la violencia como método de acción política que durante demasiado tiempo estuvo consentida por amplios sectores de la sociedad argentina. En el mismo sentido, que en 2019 un presidente no peronista haya concluido su mandato por primera vez en casi 100 años, luego de haber sido la alternativa que cortó la hegemonía del proyecto más extenso de una misma matriz política desde el primer golpe de estado en 1930, es signo evidente de ese cambio de era.

Sin embargo, la institucionalidad ganada en 1983 ha sido hasta ahora insuficiente para construir un patrón productivo sostenible, social y económicamente, que reemplace el agotado modelo de sustitución de importaciones que hizo implosión en los meses previos al último golpe militar triunfante en 1976.

En efecto, el producto por habitante, ajustado por la paridad de poder adquisitivo entre  1980 y 2020,  apenas aumentó un 7% en nuestro país, mientras que creció 161 % en Chile y casi se duplicó en Uruguay.

Otro indicador de la frustración es que mientras el Índice de Desarrollo Humano elaborado por las Naciones Unidas ubicaba a nuestro país en el puesto 34 en 2005, en 2019 la Argentina descendió al puesto 48 en el posicionamiento global.

La combinación de facilismo en lo económico y modos populistas en la acción política, que se desplegó en buena parte de estos 40 años de democracia, explica las malogradas expectativas sociales de progreso individual y colectivo.

Los riesgos

En este contexto, de rutina en la elección popular de los gobernantes y estancamiento económico, el cuarto gobierno peronista con impronta kirchnerista consolidó el atraso relativo.

Unos pocos datos ilustran esta afirmación:

  • Al finalizar la administración Fernández- Kirchner, los argentinos seremos más pobres, dado que el ingreso por habitante será inferior al registrado al inicio de su mandato.
  • La inflación escalará a tres dígitos por primera vez en el siglo.
  • 38,9% de la población urbana, alrededor de 16,4 millones de personas, vive en situación de pobreza
  • Dos de cada tres niños, niñas y adolescentes, casi 7 millones de personas, habitan en hogares pobres.
  • La mitad de las personas entre 18 y 24 años no cuenta con estudios secundarios.

El frente político gobernante pretende justificar esta dramática realidad con las derivaciones de la pandemia y el impacto económico de la guerra en Europa, desatada por la criminal invasión rusa en Ucrania.

En relación al contexto económico global, el Índice de Términos del Intercambio de nuestro país – indicador que mide la evolución relativa de los precios de los productos de exportación e importación- es un 40% superior al promedio histórico y está en los máximos niveles desde la recuperación democrática.

Así como el entorno económico internacional no ha sido hostil para nuestro país, la pésima gestión oficial de la COVID – en términos relativos con otros países, incluidos los de nuestra región- contribuye a explicar los desalentadores resultados en el período.

En efecto, los datos muestran que:

  • Formamos parte del grupo de 15 países con mayor número de fallecidos por millón de habitantes.
  • La caída de la actividad en el primer año de la pandemia fue, de acuerdo al FMI, tres veces mayor al promedio global.
  • El incremento de la pobreza en ese mismo año, según la CEPAL, triplicó el promedio de 18 países analizados de América Latina.
  • El confinamiento superó, en base a indicadores desarrollados por la Universidad de Oxford, el 40 % del promedio mundial.
  • Según estudios académicos, el riesgo sobre la calidad institucional de las decisiones oficiales nos ubica en el segundo puesto, solo superado por Sri Lanka, en una muestra de más de 100 naciones.

En el caso del presente gobierno peronista, además del estilo populista y del facilismo económico, su desempeño se ve negativamente afectado por una anomalía congénita: el núcleo de la decisión política estratégica está fuera de la sede oficial de gobierno. Así, las dos posiciones más relevantes del sistema político argentino, la presidencia y la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, no fueron la consecuencia de un congreso partidario ni del voto de los afiliados; fue la voluntad personal y exclusiva de la ex presidenta y actual vicepresidenta.

Esta situación, además de asegurar consecuencias negativas, como la propia historia argentina y los antecedentes internacionales muestran, está agravada por otras particularidades.

El titular del Poder Ejecutivo carece del liderazgo social que supieron ofrecer otros presidentes peronistas, como Carlos S Menem y Cristina Fernández, pero también le falta la legitimidad partidaria que exhibieron los otros dos presidentes peronistas de este siglo, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner.

Así, desde el inicio de la administración se verificó un bloqueo político, que se mantiene hasta el presente, ejemplificado por la negativa del Senado con mayoría peronista a tratar los pliegos del Procurador General de la Nación, del Directorio del Banco Central de la República Argentina y de los tres titulares que tuvo la Agencia Federal de Inteligencia.

Otro indicador de los riesgos que ofrece el modo de funcionamiento del consorcio oficialista es que, de no ser por la actitud cooperativa de la oposición, la irresponsable decisión de un nutrido contingente de legisladores oficialistas pudo haber producido el rechazo del Congreso al acuerdo con el FMI suscrito por el Poder Ejecutivo.

Este bloqueo político puede transformarse, dada la dinámica centrífuga dominante en el frente oficialista, en una riesgosa parálisis institucional. Una primera evidencia de esa situación es que el Congreso apenas registró la convocatoria a sesiones extraordinarias efectuada por PEN, con una única sesión en la Cámara de Diputados.

En realidad, la gestión del binomio Alberto Fernández y Cristina Fernández será recordada por dos registros: el gobierno que más decretos de contenido legislativo produjo, en base a la docena de facultades delegadas por el Congreso al inicio de su gestión, antes de la declaración de la pandemia; y el que más endeudó a la Nación en toda la historia, más de 100 mil millones de dólares a fines de este año, un incremento en el total del endeudamiento 25% mayor que generado por el gobierno precedente. Ese incremento de la deuda es resultado de los desbordes fiscales, mayormente originados en los subsidios a la oferta en el área energética y de transportes.

Así, a pesar de las crecientes urgencias, lo máximo que puede esperarse de la actual administración es que, dada la falta de convicción y aptitud para intentar reorientar el rumbo, la situación no empeore.

Sin embargo,el riesgo es que la acción de los múltiples actores con capacidad de veto en el consorcio oficialista amplifique la impotencia gubernamental, y que el deterioro de las condiciones sociales abone el terreno para la acción de los que impugnan la política, entendida como el gobierno del espacio público compartido con reglas basadas en el respeto de la ley y los derechos humanos.

Los requisitos

La posibilidad de afrontar con éxito los desafíos mayúsculos a los que nos enfrentamos, luego de esta etapa caracterizada por el populismo recargado ( por los múltiples embates a la división e independencia de los poderes) y del ultra facilismo económico ( evidenciado por los desequilibrios de la economía ) exige la combinación virtuosa de varias dimensiones:

  • la formulación de un diagnóstico acertado y preciso;
  • la articulación de un programa integral;
  • la constitución de equipos dotados de la aptitud y la mística imprescindible;
  • la construcción del suficiente respaldo político y, por último y no menos importante, – el logro de la licencia social que provea la legitimidad para las transformaciones que permitan remover los obstáculos al progreso individual y social.

Es esencial asumir que el diseño, la implementación y la gestión política del programa de gobierno conforma un conjunto inseparable y que, en materia económica, el plan de estabilización debe ser acompañado por un programa de reforma que haga posible no solo el control de la inflación sino sentar las bases de un crecimiento sostenible, social y económicamente.

La viabilidad de las transformaciones que nos permitan superar el estancamiento secular está dada por una integración racional de la Argentina a un mundo convulsionado y, por otro lado, por la solidez de nuestro sistema político.

Estamos en una etapa de los asuntos internacionales caracterizada por una “desoccidentalizacion” de la globalización que está condicionada, además, por un doble riesgo: una muy débil gobernanza y estados nacionales limitados por la mundialización, como lo prueba la pandemia.

Por otro lado, la invasión rusa a Ucrania no es una muestra del conflicto con occidente sino que revela, en rigor, la vocación revisionista de liquidar el orden internacional vigente, surgido en la última posguerra mundial, basado en reglas con respeto a los principios de integridad territorial, no injerencia en los asuntos internos y autodeterminación de los Estados.

En este contexto global signado por la volatilidad y la incertidumbre, el único camino posible para países como el nuestro es afirmar la voluntad de compartir un mundo gobernado por reglas aceptadas y respetadas por todos desde nuestra pertenencia a Occidente – con su carga valorativa de afirmación de la fe democrática, la promoción de los derechos humanos y la defensa de la paz – y al Sur global – con nuestro acervo cultural de economía mixta de base capitalista que propicia normas y regulaciones eficaces para el comercio y las finanzas internacionales-.

Desde esa perspectiva, luce como una condición necesaria para nuestra racional integración al mundo que la próxima administración se proponga iniciar el proceso de ingreso a la OCDE y culminar con la aprobación legislativa del Acuerdo Birregional Mercosur- Unión Europea.

Las buenas prácticas que guían las recomendaciones de la OCDE y, sobre todo, el Acuerdo con la UE son el camino que conduce a consolidar un patrón productivo, ausente desde antes de la dictadura, caracterizado por la decisión de incorporarnos a las corrientes más dinámicas del comercio mundial con creciente valor agregado en nuestra producción exportable.

Ese Acuerdo, además, tiene la virtud de acelerar el fortalecimiento del Mercosur, no sólo en términos comerciales sino como una vigorosa plataforma protagonista de la discusión geopolítica global a la que nos sumamos, con sus contenidos de democracia, multilateralismo, respeto a las reglas, promoción de los derechos humanos y protección del medio ambiente.

Existe suficiente evidencia empírica para afirmar que la dimensión institucional es clave para explicar los resultados económicos y sociales de una comunidad. En rigor, es una variable explicativa más relevante que la propia dotación de recursos naturales.

No es resultado del azar que -aún siendo nuestro país el iniciador de la ola democratizadora de Sudamérica hace cuatro décadas- las únicas tres democracias categorizadas como plenas en nuestra región de América Latina -Chile, Costa Rica y Uruguay- no sólo exhiben indicadores económicos y sociales satisfactorios, en relación al resto de los países latinoamericanos, sino que, además, afrontaron la pandemia con recursos institucionales más efectivos que sus vecinos.

En efecto, en los últimos años, según la CEPAL, esos tres países pudieron reducir significativamente los niveles de pobreza  ( Chile casi 30 puntos porcentuales entre 2008 y 2017; Costa Rica y Uruguay 11 y 15 puntos porcentuales, respectivamente, entre 2002 y 2021).

En relación a la pandemia, esos tres países también tuvieron un mejor desempeño, ubicándose en las posiciones 27, 36 y 45, sobre 149 países, frente a la Argentina que integra el lote de quince países más afectados, de acuerdo al indicador de fallecidos por millón de habitantes según el sitio “Our world in data”.

Es sabido que, así como el riesgo es consustancial al modo de producción capitalista competitivo, el capitalismo tiene máxima aversión a la incertidumbre. De allí que el orden político debe ser apto para maximizar la certeza en un entorno, de por sí, volátil e incierto. En China, por caso, esa previsibilidad está dada por un régimen político de partido único pero, en contraposición , donde la libertad es un principio basal de la convivencia social el orden político deseable se asienta sobre tres pilares complementarios.

Uno democrático, donde las elecciones libres, limpias y verificables sean la única fuente legítima de poder. Pero no es suficiente el principio de la soberanía popular, debe también asentarse sobre un pilar liberal que asegure derechos individuales para todos, pero especialmente para las minorías. Y, no menos importante, un sustento republicano que garantice la división y la independencia de los poderes y, también, una efectiva rendición de cuentas.

Así, entonces, la reparación institucional – en pos de una democracia plena de derechos y con rendición de cuentas- y la integración racional al mundo – sobre la base del respeto a reglas convenidas- son las vigas maestras del cambio de era necesario para hacer realidad la realización individual y el progreso social en la Argentina.

De allí que una principal responsabilidad de la dirigencia, entendida en un sentido amplio, es la docencia – esa noble faceta de la acción política que incluye la formación de ciudadanos antes que antagonistas- para que seamos protagonistas de una nueva gesta que, a 40 años del momento inaugural de la democracia, sea la de la definitiva senda a la plena libertad y a la solidaria igualdad.

Una versión abreviada de este artículo se publicó en La Nación el 22 de marzo de 2023.

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Buena Gobernanza Informes AGN

30 años después: ¿cuán bien funciona el control público?

En octubre se llevó a cabo el ciclo de conferencias “Control gubernamental y Transparencia” en la Auditoría General de la Nación, con motivo de celebrarse 30 años de la sanción de la Ley 24.156, de Administración Financiera, una norma muy importante para el control y la fiscalización del Estado. 

El evento contó con destacadas e influyentes personalidades del mundo político, organizaciones del tercer sector y representantes de entidades fiscalizadoras superiores de la región. La consigna fue la de reflexionar sobre cómo funciona nuestro sistema de control luego de transcurridas tres décadas y delinear instancias superadoras conjuntamente con los diversos actores que conforman el ecosistema del control.

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“Cicatrices que llevará mucho tiempo curar”

El contexto en el que se insertó el ciclo de conferencias para recordar el hito de la creación de la AGN y del sistema de control público argentino fue uno muy particular, en los finales de una pandemia que no solo puso de relieve problemas preexistentes sino que los profundizó.

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Política U.C.R.

La idealización de la violencia política es una desgracia para nuestro país

Conversé en el programa Tirando Data de la Juventud Radical Buenos Aires sobre mis comienzos como militante y la recuperación democrática en nuestro país.

Gracias a Maca Dolhagaray y Manuel Cisneros por la invitación a conversar sobre mis comienzos en la militancia política. Dejo algunas reflexiones y el reportaje completo.

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Economía Política U.C.R.

La historia en primera persona. Jesús Rodríguez: un gobierno desahuciado y el sacrificio de un ministro con todo para perder.

Reportaje de Astrid Pikielny, para el Diario La Nación, publicado el 1 de agosto de 2022.

 

A pedido de Raúl Alfonsín, asumió en Economía con una inflación desatada, saqueos y una fuerte debilidad política; del entusiasmo por la nueva democracia a la desazón de la entrega anticipada del poder.

-Hola Jesús, ¿cómo estás? ¿Cómo está la familia? Necesito que me hagas un favor.
-Sí, cómo no, Raúl.
-Necesito convencer a un amigo. Porque tengo que pedirle algo que no le va a gustar.
-Sí, dígame.
-Hay que convencerlo de que sea ministro de Economía.
-¿Y quién es?
-Jesús Rodríguez.
-¡Usted está loco!

Más de 30 años no pudieron borrar el diálogo telefónico en el que Raúl Alfonsín le pidió a Jesús Rodríguez que asumiera como ministro de Economía. Fue el 25 de mayo de 1989. Con el radicalismo derrotado en la elección del 14 de mayo, la economía desenfrenada y los saqueos en escalada, la inflación se duplicaba todos los meses: en abril había sido de 33%; en mayo había llegado a 79%.