La envidia, es sabido, se parece al colesterol. La hay de dos tipos: buena y mala. Yo sentí de la buena cuando vi a todos los Presidentes constitucionales de Chile, dos socialistas y dos demócrata cristianos de la Concertación y el reciente Presidente electo de derecha, en la misma foto agitando una bandera de su país. Qué diferencia con el festejo de nuestro Bicentenario, donde los gobernantes no fueron capaces de compartir la común condición de ciudadanos de la Nación Argentina que festejaba sus doscientos años de vida.
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