A 25 años del Juicio a los ex Comandantes – verdadero hito y punto de inflexión en la trayectoria social de la Argentina- el diario La Nación trae, en su edición de ayer, una producción especial verdaderamente interesante.
Sobre la decisión del Presidente Alfonsín – a pocas horas de asumir- de dictar el decreto por el cual se ordenaba enjuiciar a los máximos responsables del horror se ha escrito mucho, aquí y en el mundo.
Ahora bien, hay un aspecto poco valorado en los análisis – aunque Carlos S. Nino ya lo había desarrollado en su libro Un País al Margen de la Ley- como es la contribución del Juicio a evitar la justicia por mano propia.
En un libro – verdadera obra monumental llamada Posguerra: Una Historia de Europa desde 1945- del recientemente fallecido autor británico Tony Judt se estima que en Francia, en un breve aunque sangriento ajuste de cuentas, alrededor de 10000 personas fueron ejecutadas mediante procedimientos extrajudiciales y en Italia las represalias y los castigos extraoficiales alcanzaron una cifra de aproximadamente 15000 muertes durante los últimos meses de la guerra y continuaron, de forma esporádica, durante al menos tres años más.
Así puede decirse que el Juicio no sólo terminó con la impunidad en la Argentina y aseguró la irrepetibilidad de los hechos, sino que también por aplicación del principio de legalidad evitó que la falta de justicia justificara las acciones individuales.

ses, el Radicalismo fue capaz de iniciar su reorganización, seleccionar sus autoridades, definir su plataforma, elegir sus candidatos a todos los cargos electivos en todo el país, desarrollar su campaña que no era “una salida electoral sino una entrada a la vida” y hacer que –por primera vez en la historia- el peronismo perdiera en elecciones limpias.