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Odessa: Nuevas revelaciones

El diario editado en Inglaterra  Daily Mail, el segundo en tirada en el Reino Unido, publicó ayer una noticia dando cuenta de la desclasificación de documentos hasta ahora secretos, por los cuales se concluye que alrededor de 9000 criminales de guerra nazis escaparon a América Latina. La mayoría de ellos, casi 5000, a  nuestro país; entre 1500 y 2000 a Brasil, alrededor de 1000 a Chile y el resto a Paraguay y Uruguay.

El diario informa también que los archivos revelan que,  desde  la Argentina, se facilitaron miles de pasaportes en blanco a Odessa, la organización creada por el Tercer Reich para proteger a los SS ante la eventualidad una derrota militar.

Estas informaciones, por cierto, no constituyen una novedad. De hecho, en Argentina varios autores trataron el tema. Lo que sí puede ser impactante es si ven la luz documento oficiales, hasta ahora desconocidos, sobre el asunto.

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De Vido, como Firmenich y Galtieri, contabiliza muertos

de vido Es sabido que Eric Hobsbawm caracterizó al Siglo XX como el más violento de la historia de la humanidad . Por otro lado, en nuestro país hay quienes sostienen que la idealización de la muerte impregna nuestra historia política, entre otras muchas y valederas razones, por el mandato de nuestros orígenes como Nación desde que  el Himno Nacional nos convoca a “con gloria morir”.

Esos razonamientos pueden permitir encuadrar algunas desgraciadas afirmaciones que jalonan nuestro pasado reciente como cuando Mario Firmenich  reconoció en un reportaje realizado en un avión por Gabriel García Márquez que no hicieron nada para impedir el golpe de Marzo de 1976 y “ que hicimos nuestros cálculos de guerra y nos preparamos a soportar, en el primer año, un número de pérdidas no inferior a mil quinientas bajas”.

O aquella otra del dictador  Galtieri que, en medio de la Guerra de Malvinas al enterarse del hundimiento del Crucero General Belgrano, sentenció “ Que nadie se confunda. Tengo 400 argentinos muertos y si es necesario, para salvaguardar el orgullo razonable, el orgullo histórico de la Patria, la Argentina esta dispuesta a 4.000 o 40.000 muertos mas, a 5 o 6 meses, o a 5 o 6 años de lucha. La Argentina de América latina no va arriar la bandera ni levantar la bandera blanca.”

Esas afirmaciones pueden caracterizarse como resultado de la “soberbia armada” nihilista y suicida o del manotazo de ahogado de una dictadura borracha de poder pero lo que no puede definirse como otra cosa que cinismo es la declaración del censor Julio de Vido que al referirse a la tragedia de Once habló de “los muertos que no se producen y nunca se contabilizan

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Hacerse Cargo

toto de macri y cristina La tragedia de Once revela la pobreza de las políticas públicas del peronismo. Negación de la responsabilidad y victimización: la estrategia de la soberbia. Pérdida de rumbo ante la crisis energética, el ajuste y la impugnación social. La tirria de la presidente con los docentes. Guillermo Moreno consolida su mando en la economía.

¿Alguien puede imaginar al destituido Jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra diciendo que la tragedia de Cromagnon era responsabilidad de “jóvenes descontrolados que hacían pogo con bengalas”? No, de ninguna manera. Tal vez porque no ostentaba el 54% de los votos que parecen eximir al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner de cualquier responsabilidad ante la flagrante ausencia de políticas públicas sobre energía, transporte, educación y seguridad. O, tal vez, porque el ahora legislador de la Ciudad de Buenos Aires lidiaba con un electorado algo más sofisticado que el que sostiene al kirchnerismo en el poder desde hace ocho años.

Una consecuencia de esa falta de políticas es la muerte absurda de 51 personas al estrellarse un tren abarrotado de personas contra el para choque de la terminal de la estación terminal de Once. La sandeces que dijo el –rápidamente ex – Secretario de Transporte Pablo Schiavi en la conferencia de prensa, le fueron dictadas o inducidas como continuación de una estrategia del “relato” oficial que reta a los ciudadanos por comportarse mal o en forma inconveniente. Una semana antes del suceso, el segundo spot publicitario de la tarjeta SUBE trató a los argentinos de “dejar todo para último momento”, como si el plazo perentorio y la forma lamentable de gestionar la tarjeta –promocionada como un antídoto contra el tarifazo en ciernes – hubiera sido una decisión planificada y no una medida extemporánea de este gobierno desconcertado. La ministro de seguridad Nilda Garré excusó la impericia de las fuerzas de seguridad, que “olvidó” en un vagón del fatídico tren 3772, el cuerpo sin vida de un joven, porque el mismo “viajaba en un lugar indebido”.

Por su parte, los posteriores comportamientos conocidos del kirchnersimo, los mismos que ocurrieron cuando Cromagnon y el accidente de la mina de Río Turbio, buscan despegar de responsabilidad a quienes tienen la obligación de controlar –si la empresa es concesionada- o de gestionar correctamente, si la empresa es estatal. La consigna es no pagar un céntimo de costo político y el mejor obrar es el silencio.

El rol de víctima es otro que parece haber elegido reforzar la presidente, aún aferrada al luto riguroso, presentándose el Estado nacional como querellante en la causa del tren de Once. Luego, al igual que con otros temas, el “relato” oficial verá en la quita de la concesión, la nacionalización y otros, la solución al problema. Como con Aerolíneas Argentinas, que pierde 2 millones de dólares por día, pero no se nota porque ningún avión se ha estrellado aún. El fondo del problema es la falta de políticas públicas serias, consistentes y duraderas para satisfacer las necesidades de los ciudadanos de este país.

En el sentido de este momento disparatado de la política oficial, la frutilla del postre es el viaje del Super Secretario Guillermo “IAPI” Moreno hacia Angola, en un chárter variopinto de 360 personas en el que viaja el administrador de la feria “La Salada”, Jorge Castillo, para “transferir el know-how” de un negocio basado en el trabajo negro y la evasión fiscal. Esperemos que Moreno no traiga a cambio el know-how del presidente José Eduardo Dos Santos que desde 1979 ocupa el máximo cargo y no tiene miras de dejarlo.

Es claro que Moreno viaja a Angola, segundo productor petrolero de África, con la intención de paliar el déficit energético argentino, aumentando los 200 millones de dólares de intercambio actual, para acercarse a los 1200 millones de Brasil. Veremos cómo le responde el “compañero” Dos Santos, en un “viaje histórico” – en palabras de un siempre exultante Moreno.

En la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso el discurso la presidente, bolivariano en extensión, con profusión de datos – no todos veraces – e inflexiones emotivas, señala la reafirmación de su personalidad política, a la que busca diferenciar de su extinto marido en muchos aspectos. De esos rasgos hay algo que sobresale: Néstor Kirchner lanzaba golpes, pero sabía retroceder, la presidente no parece tener freno una vez que toma envión sobre un asunto, tal como cuando durante el revés en el conflicto por “la 125”, en el que se dice, que Cristina Fernández amagó con renunciar y Néstor la detuvo.

Medidas a medias

La “sintonía fina” está estancada. Del apuro por generalizar la tarjeta SUBE se pasó a la prórroga indefinida del nuevo cuadro tarifario en el que el colectivo cuesta la mitad que el subterráneo, en la Ciudad de Buenos Aires. De la amenaza de nacionalización de YPF a la balcanización de ese conflicto, ahora delegado en manos de los gobernadores petroleros. Y la orden de no comprar productos ingleses ha recibido una dura réplica, ya no de Gran Bretaña, sino de la Unión Europea, un grueso revés de la política exterior del país.

El tema que parece más acuciante para el peronismo gobernante es el energético. La presidente dijo durante la apertura de sesiones ordinarias que “si no fuera por el aumento de importaciones de combustibles, la balanza superavitaria hubiera llegado a 15 mil millones de dólares”, remedando la frase popular aquella de “si me abuela tuviera ruedas…” y soslayando que el esfuerzo denodado por mantener los precios internos aislados de los externos es una tarea cada vez más difícil, bajo las actuales condiciones de déficit creciente.

La presidente reiteró sus reclamos por la escasa producción de crudo de YPF, sin tener en cuenta que los precios internos no son atractivos para tales inversiones, y con alguna información inexacta. Lo mismo ocurre con el gas. Producido en la Argentina recibe una remuneración 2,7 dólares promedio el millón de BTU; 10,78 dólares se paga el que se trae de Bolivia; y un promedio de 15 dólares el millón de BTU a los barcos cargados de gas licuado que se traen de Trinidad y Tobago.

La nueva edición nacional de “la guerra del petróleo” tiene así dos demonios: YPF y, en menor medida BP. El clima hostil sobre el primero motivó un llamado directo del Rey Juan Carlos a la Casa Rosada y la blitz visita del Ministro de Industria español, José Manuel Soria al Poder Ejecutivo. En tanto que la segunda sufrió la exclusión de la convocatoria de ENARSA para importar gas este año, en línea con el boicot a productos británicos, empresa que ya tiene adjudicados cinco barcos para este año. Dicha licitación pretende comprar a 13 dólares el millón de BTU.

El Ministro Julio De Vido tiene pensado reunir a los gobernadores de las nueve provincias que integran Organización Federal de los Estados Productores de Hidrocarburos (Ofephi), para delinear los pasos a seguir en este minué inflamable.

 

Macri descubre los subterráneos

No puede negarse que Mauricio Macri aprende. Primero descubrió que la política no es como una empresa. Ahora descubrió que ese hormigueo que hay bajo la Avenida de Mayo lo produce un tren que hace casi cien años va del puerto hacia el oeste.

Su primera campaña política prometía la construcción de kilómetros de subterráneos. Inauguró la ya iniciada línea “H” y otro par de estaciones. Nada más. Casi tan pobre como los casi 700 kilómetros de vías que la presidente dice que se tendieron merced a la política ferroviaria del kirchnerismo; una migaja si se considera que alguna vez el tendido total era de más de 47.000 kilómetros.

El juego del gobierno nacional de traspasarle el subte se ha convertido en un verdadero culebrón vergonzoso del que los usuarios son rehenes. Las constantes chicanas del kirchnerismo, luego de firmar el acta compromiso de traspaso, motivaron a que el Jefe de Gobierno se plantara para rechazar ese “fierro caliente”, aunque ya se encargó de aplicar un ajuste del que nadie va a dar marcha atrás.

El papel de Macri en sucesivas conferencias de prensa, desnudaron su poca cintura política y una rara ineptitud mediática, aspecto que siempre es cuidado.

En toda esta escaramuza se delinea la intencionalidad del kirchnerismo de instalar a Mauricio Macri como el referente de oposición para el 2015. Así, los primeros aparecerían como una alternativa de izquierda, mientras que el segundo lo haría por derecha. Si bien estos clivajes tienen poco asidero en la realidad, por lo menos, si tenemos en cuenta el discurso de la presidente en el que fustigó a los docentes con las mismas palabras y argumentos que utilizara Macri en su lidia con los sindicatos de maestros de la ciudad.

Esa alocución, la definición por decreto de la paritaria docente nacional y los paros desproporcionados en la provincia de Buenos Aires liderados por SUTEBA, son un capítulo más de la larga batalla personal que la presidente arrastra con ese gremio desde la provincia de Santa Cruz. Como en otros asuntos, la política de educación sigue relegada, porque más allá de la remuneración de los maestros, colocarse al frente de un aula de un establecimiento secundario del primer cordón bonaerense es una experiencia límite.

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La Economía del Discurso

Desde que asumió la presidencia en 2007, Cristina Fernández de Kirchner habló seis veces frente a la Asamblea Legislativa, estableciendo los trazos gruesos de lo que se denomina el "relato" kirchnerista. En cada intervención repitió la invocación a la necesidad del acuerdo y el diálogo; la prioridad de la educación como un eje fundamental de la transformación; la referencia a los derechos humanos, a Malvinas y, últimamente, a "él".

Pero, sin dudas, es el modelo económico de matriz diversificada, de acumulación con inclusión social el concepto más desarrollado en su oratoria. En ese esquema, "el Estado debe garantizar la subsistencia de estas dos columnas que significan el superávit comercial y el superávit fiscal primario", como dijo el 1° de marzo de 2008.

El innegable crecimiento económico verificado en el período 2003-2011 se explica, más allá del discurso oficial, por un favorable contexto internacional que alcanzó a todos los países de América latina y por las consecuencias de decisiones económicas tomadas antes de la asunción del presidente Néstor Kirchner. En efecto, sólo puede entenderse la tasa de crecimiento de la economía argentina a la luz del "boom de las commodities ", producto de la plena incorporación al mercado mundial de China y otros países del sudeste asiático.

Este notorio cambio en el escenario global estuvo favorablemente acompañado por el impacto doméstico de tres orientaciones de política económica tomadas en las administraciones de los presidentes Carlos Menem, Alberto Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde. Estas son los extraordinarios rindes agropecuarios resultado de las innovaciones productivas en el sector, particularmente en el complejo sojero; la implosión del régimen de la convertibilidad y el subsiguiente default, que abrió el camino a una exitosa renegociación de la deuda que diluyó, a pesar de sus consecuencias negativas desde otras perspectivas, la presión de los intereses y vencimientos sobre las cuentas públicas, y por último, la devaluación del tipo de cambio y la instauración de las retenciones a las exportaciones, que, no obstante su impacto negativo de corto plazo sobre el salario, el empleo y la pobreza, permitió la recuperación de la competitividad externa.

Esta combinación hizo que los resultados acumulados de la balanza comercial en el período 2003-2011 hayan alcanzado un monto de alrededor de 113.000 millones de dólares. Si el intercambio comercial se hubiera producido con los precios en vigor en 1999, en lugar de los que efectivamente se verificaron entre 2003 y 2011, el saldo de la balanza comercial, en el mismo período, hubiera sido deficitario en más de 8000 millones de dólares.

Esta inusual abundancia de dólares produjo, básicamente como resultado de las retenciones, una inédita holgura fiscal que permitió que entre los años 2003 y 2011 el gasto público primario se multiplicara más de ocho veces.

Sin embargo, el crecimiento económico histórico, el excedente comercial, la multiplicación del gasto público, la creación de puestos de trabajo y el incremento del presupuesto educativo no han evitado el aumento del contingente de jóvenes de entre 15 y 24 años que no estudian ni trabajan. Hoy son 700.000, 150.000 más que a la salida de la crisis.

En este inicio de gestión, la sociedad argentina y la reelecta Presidenta deberán afrontar desafíos ineludibles en un contexto internacional incierto y desfavorable. En primer lugar, la pobreza -uno de cada cinco argentinos es pobre-, la desigualdad y la inequidad, patentizadas en las cifras de jóvenes aludidas y, además, por los casi seis millones de personas que deben resignarse a aceptar un trabajo en la informalidad.

En segundo término, en un mundo sin inflación, al contrario de lo sucedido en los 80, y bien medidos los precios con los registros de las provincias, la Argentina es el quinto país del mundo en inflación. Esta realidad -ocultada bajo la alfombra por el Indec- adquiere relevancia si se piensa en las negociaciones paritarias de este año con un techo sugerido por debajo de la real inflación pasada.

Y tercero, la eliminación de los subsidios a sectores y regiones -que alcanzan a 4% del PBI y más del 17% del presupuesto- impactará en los bolsillos de los usuarios de los servicios públicos, pero dejará pendiente la consideración de la crisis energética que nos obliga a importaciones crecientes a precios que cuadruplican los que se les reconocen a los productores locales.

Finalmente, se suma a esto la monumental fuga de divisas que se estima, en ese mismo período 2003-2011, en más de 90.000 millones de dólares y sólo en 2011 alcanzaría, aproximadamente, los 24.000 millones.

Para afrontar estos desafíos mayúsculos ya no estarán los pilares que posibilitaron los resultados de los que el Gobierno se enorgullece. La sólida situación fiscal del pasado ya no existe más: los tres puntos del PIB de superávit fiscal primario que hubo hasta 2008 fueron dilapidados en subsidios, en energía importada y en suplir la falta de inversión privada. Más aún, si se detraen los recursos extraordinarios de las rentas de la Anses y las utilidades del Banco Central, la posición fiscal de 2011 se estima deficitaria en, aproximadamente, 13.000 millones de pesos, alrededor de 0,6% del PIB.

En el plano de las cuentas externas, 2011 es el primer año sin superávit de la cuenta corriente desde 2003, lejos de los 11.000 millones de dólares de superávit, equivalentes a 3,5% del PBI, de 2009.

Si las condiciones de posibilidad del "modelo" se han ido diluyendo, y si durante su auge no se tomaron los recaudos necesarios, resulta difícil imaginar la capacidad de maniobra de un oficialismo cada vez más hermético, abroquelado en un discurso de éxito. Es de esperar, entonces, que frente a los enormes desafíos que se avecinan y a las limitaciones que impondrán las cambiantes condiciones externas, la Presidenta honre el compromiso de su discurso inaugural del año 2007: "La sinceridad es uno de mis datos proverbiales".

© Publicado en la Edición Impresa de hoy de La Nacion

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Obama y los millonarios

obama En su discurso anual frente a la Asamblea Legislativa, el Presidente Obama dijo, al proponer una reforma fiscal,  que “ debemos dejar de subsidiar a los millonarios”.

Lo hizo, seguramente, teniendo en cuenta la oposición republicana, con mayoría en la Cámara de Diputados, a modificar la estructura impositiva consagrada  durante las administraciones Bush.

El tema tiene actualidad por varias razones: probablemente haya tenido en cuenta  que, en las internas en el campo republicano, un tema controvertido  es la reducida contribución por impuestos a las ganancias que paga un millonario ex gobernador con chances de ser el candidato que finalmente enfrentará a Obama.

Pero, seguramente, la reflexión está fundada en la creciente desigualdad  verificada en la sociedad norteamericana. En efecto, en un reciente estudio, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO por sus siglas en ingles)  acaba de demostrar que entre los años 1979 y 2007 los ingresos  de los hogares en EEUU aumentaron, en términos reales, en promedio, un 62%. Este ingreso está calculado luego de las transferencias por los distintos programas incluidos en el Presupuesto desde el sector público nacional a los ciudadanos y del pago de los impuestos nacionales por parte de los contribuyentes.

Pero lo más interesante del trabajo es que, cuando se analizan los hogares por tramos de ingreso , se comprueba que para el 1% de la población con ingresos más altos el aumento fue del 275%, mientras que para el 20% de la población con menores ingresos el incremento real fue solo el 18% más alto en  2007 en relación al año  1979. Como resultado de este diverso incremento en los ingresos de los hogares , la distribución del ingreso en los Estados Unidos -después de impuestos- es más desigual en 2007 que en 1979.

La mayor desigualdad  en los EEUU se verifica a pesar que tanto los gastos públicos en transferencias hacia los individuos, como la estructura tributaria tienen sesgos progresivos,  inversamente a lo que sucede en  América Latina.

En  los países desarrollados, el impuesto a las ganancias es relevante y, mayoritariamente, es pagado por las personas físicas.

En nuestra región de América Latina, por el contrario, los ingresos públicos mayoritarios son por gravámenes sobre el consumo o surgidos del comercio exterior y, cuando se cobra impuestos a las ganancias, lo recaudado por impuestos a las empresas duplica lo que ingresa por lo pagado por las personas físicas. Exactamente a la inversa de lo que se observa en los países desarrollados donde la carga impositiva en el impuesto a las ganancias recae mayoritariamente  en las personas físicas para poder capturar, precisamente, la mayor capacidad contributiva.

En la Argentina, en tanto, la estructura tributaria es claramente regresiva. Adicionalmente, por el lado de los gastos,  cuesta creer que los subsidios al consumo de los servicios públicos por los sectores mas acomodados de la sociedad ( equivalentes a más del 17%  del Presupuesto de la Nación y 4 % del PIB)  y los miles de millones de dólares destinados a financiar el déficit de Aerolíneas Argentinas sean eficaces para mejorar la distribución del ingreso.