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La Ley Micaela en la AGN

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En el Colegio de Auditores del 30 de octubre aprobamos por unanimidad la Disposición No. 352/2020-AGN que establece un curso de capacitación obligatoria en género, enmarcado en el cumplimiento de la llamada Ley Micaela Nº 27.499.

De esta manera, se brindará a todo el personal de la Auditoría General de la Nación una serie de herramientas teórico-prácticas para contribuir a desnaturalizar la discriminación y las relaciones desiguales de género en el contexto laboral.

El nombre de la ley es en memoria de Micaela García, una joven de 21 años que fue violada y asesinada en Gualeguay, Entre Ríos, el 1ro. de abril de 2017 por un hombre que, en el año 2012, había sido condenado a nueve años de prisión por abuso sexual. Antes de que cumpliera la mitad de su condena, el Juez de Ejecución de Penas de Gualeguaychú le otorgó la liberta condicional a pesar de que un informe del Servicio Penitenciario desaconsejaba ese curso de acción.

La violencia contra las mujeres es una problemática social de múltiples causas que debe encararse desde diferentes campos y disciplinas. Las instituciones jugamos un papel clave para ayudar a romper los círculos viciosos que vuelcan la balanza en detrimento de las mujeres. Por eso considero que es muy acertado el cometido de la Ley Micaela, en tanto implica un proceso re-educativo en los tres poderes del Estado: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.

Esa reeducación debe ser un compromiso para promover el cambio cultural y es por esta razón que la temática de género está en los cursos de la Escuela de Formación Política de la Fundacion Alem. Recorrer sus contenidos me permitió reconectar con libros que había leído muchos años atrás y, además, aportarme nuevos elementos para abordar la problemática actual.

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Latinoamérica: Violencia y Vida Cotidiana

Puerta de cceso a un comercio en Guatemala Es sabido que América Latina es la región más desigual del mundo. En cambio, es poco conocido que otro triste atributo la distingue: ser una de las más violentas del planeta.

En efecto, en la última década los homicidios crecieron de manera sostenida llevando a que la región sufra una epidemia de violencia que, de acuerdo a la OMS,  se alcanza cuando se supera el límite de 10 homicidios por 100 mil habitantes.

En nuestra  región de América Latina  los países centroamericanos son, junto con México, los más afectados con cifras que para la última década oscilan entre 40 y 50 homicidios por cada 100 mil habitantes, que se contrasta desfavorablemente con el promedio mundial de 6,9  y que, incluso, supera el promedio de 17,4 que tiene el continente africano.

En Guatemala, donde estoy esta semana en función de mi responsabilidad como Coordinador del Programa de Fortalecimiento Legislativo de FLACSO  que capacita legisladores nacionales de todos los países de América Latina, la ciudad capital tiene tasas superiores a 100 homicidios año, siendo los niños, niñas y jóvenes – particularmente de sectores medios y bajos- uno de los grupos más vulnerables.

Los estudios realizados indican tres causas básicas que explican la situación: el tráfico de drogas, la violencia juvenil y la disponibilidad de armas de fuego. En relación  a este último punto, se estima que en América Latina existen entre 40 y 65 millones de armas de fuego.

Sin embargo, es difícil pensar que la situación de violencia no tenga alguna relación con la historia reciente de Guatemala que, hasta los acuerdos de paz en el año 1976, sufrió una guerra por casi cuarenta años que incluyó la persecución y muerte de decenas de miles de indígenas, desplazamiento forzado de población civil y sucesión de generales en la presidencia, uno de los cuales era conocido con el nombre de “El Chacal”.

Como en otros muchos países, Sudáfrica entre ellos, la experiencia de la CONADEP fue tomada como antecedente para la investigación y esclarecimiento del pasado. En el caso de Guatemala fueron los Obispos de la Iglesia Católica quienes  redactaron el  Informe Guatemala Nunca Más: Informe para la Recuperación de la Memoria Histórica

Como dice Joaquín Villalbos, un ex comandante del Frente Farabundo Martí de El Salvador, Centroamérica -una región violenta, pobre, políticamente inestable y la más vulnerable a los desastres naturales del continente- no puede salvarse sola y necesita de un vasto plan de cooperación internacional que le permita superar la cultura de convivencia con la violencia que existe en las élites.