El kirchnerismo en retirada, sustentado en su efectiva capacidad de daño desde el aparato estatal a su servicio, más que en la coalición de poder que armara Néstor Kirchner y destruida por su mujer, está haciendo hincapié en la irreversibilidad de su proyecto político y social. Dicho proyecto decano se está agotando y probando ser un andamiaje de poder y no un modelo posible para nuestra sociedad. Nadie podría estar en contra de sus postulados nacionales populares, ocurre que dejaron de cumplirse en el año 2008 con la primera crisis de una dinámica económica que permitía hasta ese entonces medidas facilistas de política económica.
Lo verdaderamente irreversible es que esa política facilista – que dice favorecer a las mayorías – llevada adelante por Axel Kicillof, pretenderá continuar hasta el fin del mandato de Cristina Fernández en un derrotero cuyo final es incierto. Muchos analistas aseguran que el rumbo actual no deparará nada bueno para la sociedad argentina. En ese contexto, parece irreversible la escasez de divisas, la caída de la actividad económica, la pérdida de empleo en el sector privado, el crecimiento de la tasa de inflación y la combinación de default más caída de los precios internacionales de los principales commodities agropecuarios.
El cambio de sede de pago de los bonistas de la deuda externa; la actualización de la ley de abastecimiento; la construcción de un rascacielos en la isla Demarchi; el maltrato a la industria automotriz y al socio mayoritario del Mercosur; se matizan con el lanzamiento de candidatos como globos de ensayo para ir ganado tiempo. En este último rubro se destaca la aparición con todo el aparato del hijo de la presidenta, tanto para empezar a medir su imagen para alguna postulación, como para seguir atizando los relatos conspirativos y victimizantes de una gestión que – como la de Carlos Menem – deberá dar cuentas ante la justicia al final del camino: otro destino irreversible.
Peligrosa inestabilidad
La escasez de dólares deja a la economía en una situación de creciente ajuste hacia la baja de la actividad. Pero aún no ha atravesado lo más álgido del camino, pavimentado con la combinación del default y la caída de precios de exportación, con lo que la agudización es inevitable, salvo que haya un milagro chino o climático que impacte sobre las variables mencionadas. En este escenario de balanza comercial casi nula, se agravará la restricción de divisas que tiene relación directa con el déficit fiscal que tenderá a acrecentarse. Con el BCRA como financista del sector público, su balance muestra el desequilibrio creciente entre las divisas – a la baja – y los pesos – en franca expansión. En resumen, el escenario de los próximos meses estaría caracterizado por más estanflación con el consiguiente incremento de la tensión social, asociada a la pérdida de empleos y a la combatividad sindical que seguramente se expresará en pedidos de reapertura de paritarias y un nuevo paro nacional.
Este cuadro de desequilibrio alimenta la idea de que, más temprano que tarde, las variables encontraran un nuevo balance, que dada la magnitud de los desequilibrios acumulados durante los últimos años, y las respuestas de política económica que el gobierno repite con insistencia, resulta imposible pensar que exista a esta altura del partido alguna alternativa que permita una solución no traumática desde la situación actual hacia una más estable. Es claro que el kirchnerismo está comprando tiempo con sus recetas caducas para llegar a fines de 2015 y trasladar al próximo gobierno – preferentemente al de Mauricio Macri que ya ha hecho declaraciones demagógicas al estilo de Carlos Menem – sin tener que afrontar el costo de sus errores. Compró un poco de tiempo con el acuerdo con China, pudiendo hacerse de 700 millones de dólares que apenas representan un mes de gasto con tarjetas de crédito de argentinos en el exterior; y propone escaramuzas razonables para estirar hasta fin de año la resolución del default. En tanto, en el frente doméstico, no puede evitar el aumento de gastos – la emisión es superior al ingreso por las retenciones – y subsidios, mientras sigue retaceando los pagos de las importaciones, con efecto directo sobre la actividad manufacturera. ¿Cuánto puede durar esta bicicleta? El déficit fiscal y de balanza de pagos de la economía argentina – lejos quedaron los años de superávit gemelos – es enorme y cada vez más difícil de manejar, por lo que, aun con la ayuda imprevisible que pudiese venir de los mercados externos, los riesgos de agotar la estrategia antes de fin de año son realmente altos.
El relato oficial en clave paranoica atribuye los resultados de su pésima política económica a conspiraciones y a la "cadena del desánimo" inducida por los medios de difusión enemigos – Patria o Clarín – y a efectos retardados de la crisis financiera global de 2008, agravados por la acción de los (Patria o) fondos buitres. No figura en su credo la inflación, ni hay traza de todos los males que ella conlleva: caída del salario, aumento de la pobreza, expectativas de devaluación, etc.
Parte de la cadena del desánimo es la Universidad Católica Argentina que, a través de su observatorio social determinó que la pobreza afecta al 27 por ciento de la población. En tanto que su contracara sería el Presupuesto 2014, un despilfarro de optimismo que preveía un crecimiento del PBI del 6,2 por ciento; una inflación del 10,5 por ciento – el Indec ya va por el 18 por ciento – y un dólar oficial de 6,33 pesos promedio. Veremos qué clase de optimismo muestra el Presupuesto 2015 que se presenta esta semana.
Tanta acumulación de problemas e incertidumbre – magnificados o no por algunos medios – estaría instalando en la sociedad un ánimo de frustración y de alternativas de cambio en la sociedad, luego de 10 años de kirchnerismo. Pese al empeño por culpar a las usinas del mal humor, tanto la gestión del gobierno como la imagen de Axel Kicillof y Jorge Capitanich estarían por el suelo. Sólo la pelea con los fondos buitre parece haber rescatado de esa caída a la presidente y, tal vez por eso, La Cámpora insiste, en forma trasnochada, en que se le dé una oportunidad en el 2015, como si estuviera proscripta, y en como claro desprecio que esa agrupación tiene por las instituciones y sus reglas de juego.
Es irreversible que la transición de aquí a fines de 2015 resultará, en el mejor de los casos, inestable y plagada de incertidumbre. Este triunfo pírrico del kirchnerismo será una bomba de tiempo para las próximas autoridades. En ese contexto, los reacomodamientos al interior del peronismo podrían manifestarse en nuevos desdoblamientos de las elecciones provinciales, se agregan Chaco y Salta a los que ya lo habían hecho como Neuquén; Córdoba y Tierra del Fuego. Además, un recambio de gabinete también sumaría para airear el Ejecutivo y ocupara a la prensa en los que se van y los que vienen.
El Chueco vela por el PJ
Juan Carlos Mazzón, Daniel Scioli, José Luis Gioja y José Manuel de la Sota, se reunieron a instancias del primero para analizar la situación que hemos descripto en párrafos anteriores, y que significa el alto grado de preocupación que existe en el peronismo por su futuro. Otros gobernadores no asistieron pero estuvieron atentos a los resultados de un cónclave capaz de encarar una nueva renovación partidaria.
En la reunión se analizó la posible estrategia de Cristina Kirchner de cara al 2015, que determinaría la opción por una derrota del peronismo para que la suceda Mauricio Macri, lo que explicaría que la presidente haya dejado en manos de Kicillof los resortes de la economía, a sabiendas de que su pésima conducción está llevando al país hacia el desfiladero.
Dos declaraciones reservadas y publicadas por un portal peronista de amplia consulta, aseguran esta estrategia: el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, uno de los hombres más cercanos a la presidente, habría dicho a un dirigente: “El Plan A, B, C y Z es perder. No va a haber bendecidos, ningún candidato nos inspira confianza y en ese escenario Macri es el más confiable”. Esto, más las declaraciones de Máximo Kirchner no deben haber caído muy bien a los aplaudidores de la familia K Julián Domínguez y Sergio Uribarri, presentes en el acto de Argentinos Juniors. Por otro lado, el ministro de Planificación, Julio de Vido, habría afirmado en esa línea que: “Lo mejor que nos puede pasar es perder, ni Scioli, ni Randazzo nos representan. Es preferible que gane Macri y seguramente eso hará que volvamos en cuatro años o menos al poder”.
El razonamiento es sencillo: con Mauricio Macri gobernando, Cristina y un número importante de legisladores – en su mayoría de La Cámpora – cree que podrá liderar desde la oposición a una coalición, recordando la “década ganada”, frente al ajuste que tendrá que aplicar su sucesor. Esto ratifica que el kirchnerismo es un proyecto personal de poder: hace 25 años que están escalando esa pirámide y harán todo lo posible por mantenerse en la cúspide o cerca de ella.
La reunión de los gobernadores preocupados por su futuro y el del PJ es un primer paso. El decurso de la economía podría hacer que se avance en algo más traumático para el oficialismo, tal como el encolumnamiento público de los gobernadores detrás de Daniel Scioli que ya ha salido a decir que “Máximo no planteó la reelección”.
Los desatinos económicos están poniendo al país, pero sobre todo al peronismo, ante la necesidad de asegurarse la supervivencia. Y el PJ es especialista en esa materia.
Lecturas Recomendadas
En el número de Agosto de Escenarios Alternativos hay buenos textos que ayudan a comprender este panorama tan fluído y dinámico.
Ernesto Sanz en ES IMPERICIA PROPIA, NO TERRORISMO AJENO sostiene que la calidad de los gobiernos queda expuesta ante las adversidades o las situaciones comprometedoras. Allí es donde deben responder con rapidez y eficacia. El mensaje de la presidenta Cristina Kirchner es justamente inverso y deja zozobra, incertidumbre y miedo en la economía.
Luis Secco afirma EL ANUNCIADO FRACASO DE UNA DEVALUACIÓN SIN PLAN, porque en un contexto de alta inflación, una devaluación sin plan está condenada a fracasar. Y siempre estuvo claro que la devaluación de enero pasado no podría escapar de esa vieja regla empírica. No había ninguna posibilidad que dicha devaluación pudiera mejorar los niveles de competitividad externa de la economía, si no iba acompañada de un ancla fiscal que diera forma a una política anti-inflacionaria duradera.
COALICIONES: LA SIMPLIFICACIÓN ES UN ERROR, de Lilia Puig de Stubrin, observa que de cara a la construcción de la gobernabilidad futura, antes que la discusión sobre las candidaturas, se necesitan estrategias electorales que devuelvan competitividad al sistema de partidos.
Roberto Eilbaum en LA POSICIÓN DEL GOBIERNO ARGENTINO FRENTE A LOS HOLDOUTS, argumenta que antetes de que se expidiera la Suprema Corte de los EEUU, y frente a la posibilidad de que rehusara considerar el recurso interpuesto contra la sentencia que interpretó el alcance de la cláusula pari passu, el gobierno argentino ya habría decidido que la alternativa del default era el camino más probable a recorrer.
Aldo Neri propone: LA AGENDA PROGRAMÁTICA PARA GANAR EN EL 2015. Al final de su gobierno, el kirchnerismo dejará un paisaje fracturado. Un proyecto alternativo debe construir puentes entre los dos hemisferios en que quedó partida nuestra sociedad e impulsar un proceso redistributivo que supere la postergación y el consumismo y recupere la cohesión.
PARA SALIR DE LA ENCERRONA, CONVIENE MIRAR A BRASIL, aconseja Guillermo Rozenwurcel. Una vez que bajen los fuegos de artificio del debate por el default, habrá que pensar realmente en políticas de desarrollo a mediano y largo plazo. Es útil ver qué modelos discuten en el país vecino.
IGNACIO, por Gabriel Palumbo polemiza acerca de la identidad del nieto recuperado de Estela Carlotto. Nadie está en condiciones de restituir la identidad de nadie salvo que esté dispuesto, previamente, a negarle la totalidad de su propia subjetividad anterior. La idea de restitución de la identidad es una idea estrictamente política y su uso también lo es. Llamar Guido a Ignacio es despreciar todo lo que Ignacio es y ha sabido construir.
TIEMPOS DE CRISPACIÓN Y ANTAGONISMO de Juan Gabriel Tokatlian hace un repaso del estado actual de la globalización.
Hacia el 2015 por la Banquina
La discusión bizarra acerca de cómo tipificar la cesación de pagos de la Argentina, no oculta la aceleración de los problemas preexistentes. Caída del empleo y del consumo. Mayor gasto público para sostener el relato. Aumento de la conflictividad social; la aplicación de la Ley antiterrorista y los mayores controles estatales sobre la tasa de ganancia. Unen avanza entre operaciones y veleidades de sus referentes.
Cuando Axel Kiciloff asumió la formalidad de la conducción económica del gobierno de Cristina Fernández dijimos aquí que tenía en sus alforjas conceptuales tres principios rectores: 1) En el capitalismo – sistema en el que descree – debe ser regulada la tasa de ganancia. 2) La única regulación efectiva es a través del control de la propiedad 3) Los precios internos están “desenganchados” de los externos. Así, el consejero principal de la presidente en materia económica encaminó, encamina y encaminará mientras esté en su cargo, el rumbo del país. Esto explica el abstruso plan de “precios cuidados” y diversas iniciativas denominadas “contracíclicas” por el elenco estable de la Casa Rosada que sostiene que el consumo interno es el motor del crecimiento económico.
De entre esos planes que se superponen, solapan y anuncian varias veces, se encuentra el Procreauto que sirve – supuestamente – para evitar la caída de las ventas de las multinacionales automotrices que, por cada auto vendido, le agregan unos 10.000 dólares al déficit de divisas del país. Es decir que mientras se aplaca a esas empresas, a las cuales ya se les subsidia el costo laboral desde 2009 mediante el Programa de Recuperación Productiva (Repro), por el cual el Estado se hace cargo del pago de una parte del salario a los trabajadores del sector privado. También se les subsidia el tipo de cambio, con el esquema de desdoblamiento.
Con el país en default, el relato carga sobre el enemigo externo y los cipayos internos las culpas de una situación económica que es producto del facilismo, la ceguera ideológica y el oportunismo electoral. Desde el año 2009 se han profundizado los desequilibrios macroeconómicos, fiscal y externos, sin atenuantes. Según el oficialismo, la situación internacional afecta la marcha de la economía local, a lo que se debería sumar el ataque especulativo de los otrora inversores y hoy “buitres”.
Lo cierto es que la inflación sin tregua licua los salarios y ya ha corroído casi tosa la actualización del tipo de cambio que estableció la devaluación de enero. Aún cuando los asalariados registrados con las paritarias lograron incrementos salariales del 29 por ciento interanual en junio último, en igual periodo la inflación escaló a 38,6 por ciento interanual, lo que implica una caída del poder de compra de casi el 7 por ciento en los últimos doce meses.
Este menor poder de compra del salario conlleva un menor nivel de consumo – el motor del “modelo” – e impulsa las estrategias del empresariado a reducir la inversión, la producción y la planta de personal. En esa estrategia también pesa la dificultad para importar y la gran pérdida de competitividad para exportar con un esquema cambiario que se asoma a otra devaluación forzada por las circunstancias y sobre la cuál la UIA se ha manifestado en forma abierta y novedosa, elevando la voz en contra del ministro de economía quien respondió con una descalificación personal.
El asalariado – supuesto sujeto de la revolución nacional y popular – ve mermado su poder de compra – lo que estimula el ahorro, en dólares si es posible, en desmedro del consumo – y amenazado su puesto de trabajo o su condición de empleado formalizado.
Con la devaluación de enero el gobierno arrancó este derrotero a la baja, que todavía no toco fondo. Los datos de Julio y los primeros de Agosto advierten que la demanda agregada continúa a la baja. Estimaciones privadas advierten que la economía caería un 2 por ciento en 2014, y que puede caer a mayor ritmo si la incertidumbre macroeconómica perdura y además de frenar el consumo, también frena aún más los magros niveles de inversión que se registran este año.
Lejos quedaron los años de crecimiento a “tasas chinas”, logrando reducir el desempleo a un dígito. En 2012 y 2013 casi fue nulo el crecimiento de empleo privado registrado y en 2014 todo indica que estaríamos en un año de destrucción neta de puestos de trabajo. La tasa de desempleo para primer trimestre del 2014 es de 7,1 por ciento, lo mismo que hace dos años. Esto significa que los 60 mil puestos privados registrados entre 2012 y 2013, sumados a los 129 mil puestos creados por el sector público en igual periodo, solo acompañaron el incremento vegetativo de la población y por ello no impactaron en bajar la tasa de desocupación.
La pérdida de puestos de trabajo registrado en el sector privado que ya se evidencia este año, no sólo comenzará a elevar la tasa de desempleó sino también la tasa de informalidad laboral que de por sí es alta y ronda el 33 por ciento de los asalariados, equivalente a 4 millones de personas en todo el país. El total de trabajadores no registrados es el mismo desde el 2010, es decir, que se cumplen 4 años donde no pudo combatirse ese flagelo.
La tasa de pobreza también se estabiliza en torno al 30 por ciento, según estimaciones privadas, que advierten que el mayor gasto público no logra revertir la realidad de los 12 millones de personas que más necesitan de la ayuda del Estado.
La novela del default tiene varios capítulos, idas, venidas y secretos. Luego de que parecía que los banqueros de aquí y de allá habrían acordado comprar la deuda en litigio, Axel Kicillof apareció como el responsable de patear el tablero y precipitar las cosas hacia un desenlace que es tan imprevisible como malo para el país y para un futuro gobierno que heredará una situación muy difícil, frente a la cual el cristinismo pretendería presentarse como opositor a las “políticas de ajuste”.
Los fantasmas de la economía setentista
Mientras todo esto ocurre, con una tendencia a acelerar las consecuencias negativas, las culpas son ajenas y el relato se apresta a una cruzada en contra del “capitalismo buitre” con la aplicación de la Ley antiterrorista a empresas que decidan cerrar, o con el control de la tasa de ganancia mediante el proyecto de ley de abastecimiento y consumo. Nada hace suponer que la gestión “Kokicillof” tome caminos apartados del rumbo actual de tránsito por la banquina. Será por eso y por razones del “pago chico” que Jorge Milton Capitanich tendría establecido que octubre sería su fecha de vencimiento como Jefe de Gabinete.
Estanflación, altos costos por importación de combustible, escasez de divisas, conflictividad social ascendente y medidas de control por parte de un Estado débil, son algunos parecidos del momento actual con el período 1974-1976. La ley 20.680 sobre abastecimiento y consumo de esa época está siendo reflotada y actualizada por el Poder Ejecutivo.
La aplicación de la 20.680 está suspendida por el decreto ómnibus de desregulación del Estado de Menem-Cavallo (2284/91). La discusión de esta suspensión siempre fue eludida por parte del gobierno y desde el año 2007, momento en el que el inefable secretario de comercio Guillermo Moreno la blandió como una amenaza en las negociaciones por los “acuerdos voluntarios de precios”, nunca fue aplicada, hasta hoy. Fue simplemente un arma disuasiva.
Por ello, lo que esconde toda esta hojarasca no es un cambio a la ley, sino su plena vigencia, o simplemente una nueva amenaza. La ley podría entrar en vigor con un decreto que anulara el artículo 4 del mencionado 2284 de Menem-Cavallo.
Los días de UNEN
Desde el día de su lanzamiento, los distintos dirigentes del Frente tuvieron que responder preguntas relativas a posibles acuerdos con Mauricio Macri. Esa insistencia mediática tiene dos causas, producto de dos necesidades ajenas a la coalición. En primer lugar, el gobierno Nacional y el de la Ciudad disfrutan de una extendida influencia en medios y gente de prensa que les permite a ambos cumplir con sus respectivos objetivos: para el primero alimentar el imaginario que la presente como una fuerza de centro-izquierda, frente a contraparte “noventista” que la valide (el PRO). Por su parte a Mauricio Macri lo favorece ser presentado como la contracara de la Presidente. En segundo lugar, no escapa a realidades provinciales que las alianzas electorales con candidatos del PRO son viables, por razones estrictamente regionales, aunque “no vinculantes” con un acuerdo programático nacional.
Una mirada a los últimos resultados electorales y a las encuestas conocidas puede aproximarnos a analizar la oportunidad y conveniencia de un acercamiento entre el Frente y el PRO. Todas las encuestas realizadas, publicadas o no, indican que el Frente es la segunda fuerza al sumar, como corresponde, la intención de voto de todos sus precandidatos presidenciales.
¿Es ilusorio imaginar ese resultado? Los datos de las elecciones recientes nos ayudan a razonar. Es posible pensar que a la PASO del Frente concurrirán a votar entre el 25 y el 33 por ciento de los electores. La primera de esas cifras es la suma de los votos obtenidos por todas las listas de las fuerzas que integran el Frente, en todos los distritos, en la reciente elección de renovación legislativa. La otra es la suma de los votos logrados por los candidatos presidenciales Hermes Binner, Ricardo Alfonsín y Elisa Carrió en la última elección presidencial del año 2011.
Esas mismas encuestas muestran que el PRO, en todos los casos, se ubica en cuarto lugar. En efecto, en la ultima encuesta de Management & Fit – sobre 1600 casos en todo el país realizada entre el 23 y el 29 de julio en CABA, GBA, interior PBA, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Mendoza, San Juan, Chaco, Corrientes, Tucumán, La Rioja y Chubut, la respuesta por frentes políticos indica que el FpV obtiene el 24,9 por ciento; el Frente UNEN 20,4 por ciento; el PRO 14,5 por ciento; el Frente Renovador el 13,3 por ciento; Otro 1,5 por ciento y los indecisos suman el 25,4 por ciento.
La arquitectura política del Frente recoge las experiencias de las últimas coaliciones electorales no peronistas y pretende haber aprendido de los errores cometidos, entre los cuales se encuentra la inflexibilidad dogmática y la falta de reconocimiento a situaciones locales especiales. Queda pendiente dar cuenta de otra enseñanza relevante: la necesidad de ganar credibilidad a partir de la identificación y formulación de políticas públicas que superen el facilismo económico y dejen atrás el populismo político. Falta, también, consolidar la instalación social de la existencia de una opción dentro del FAU que articule una alternativa de giro político, cambio cultural y progreso social. Estos y no los aspectos o circunstancias mediáticas de sus precandidatos son los desafíos pendientes que deben guiar los pasos del Frente.
Esta realidad del Frente no escapa a la atomización del peronismo, a la profusión de candidatos posibles para el FpV – aunque luego del 2015 probablemente se evapore como el menemismo – y a las campañas de líderes como Daniel Scioli basadas en su vida personal y sin un ápice de propuestas. El propio Sergio Massa, luego de dar un par de golpes de efecto en el Congreso, se ha dedicado a recoger heridos del FpV y de otras fuerzas o fracciones más interesadas en su futuro que en el bien público y en un sistema político sólido. La ventaja del peronismo radica en el acceso a recursos y a posiciones que le permiten alcanzar mayor visibilidad, aunque sea para que sus candidatos aparezcan en programas de entretenimientos para que su simpatía sea recordada.
Agotamiento
A 500 días de su partida, el kirchnerismo hace agua: debilidades políticas, económicas y estructurales. Los acuerdos con China en el contexto sudamericano. A 20 años del atentado a la AMIA.
Luego de que el mundial de fútbol atrajera la atención general, vuelven a quedar en el centro de la escena los problemas que lejos de solucionarse empeoraron en el último mes. Una investigación de de opinión pública reciente, sobre mil encuestados, recoge la evaluación que hacen los bonaerenses de la situación general del país. En mayo, el 35 por ciento la consideró negativa, el 41 por ciento regular, y el 24 por ciento positiva. En julio – y pese al furor del mundial – la opinión pesimista se agudizó: un 39 por ciento la evaluó negativa, un 39 por ciento regular, y un 22 por ciento positiva.
En el plano económico, la inflación vuelve a ser falsificada por el “nuevo Indec” – aún conducido por sus antiguos “dueños” – fogoneada por el aumento del déficit fiscal y una emisión monetaria que no se detiene. Vaya el dato de que dos tercios de los billetes circulantes son de 100 pesos, que han brotado de la Casa de la Moneda a un ritmo de 60 millones de piezas por día, en los últimos 45. El techo del impuesto a las ganancias licuó buena parte del aguinaldo y puso en alerta a la llamada CGT oficialista de Antonio Caló para subir el mínimo no imponible. La brecha cambiaria sigue sin resolverse y la pérdida de competitividad, sobre todo de las economías regionales, se profundiza. Y todo el andamiaje de la reestructuración de la deuda externa, montado en 2005 y 2010, peligra por la acción de los fondos buitres.
El empleo peligra, el salario real cae y la baja del consumo no encuentra un piso en la actual recesión. Apenas intentó el gobierno impulsar la compra de automóviles con un plan que trae más dudas que certezas a sus posibles beneficiarios. De hecho, hasta acá, no logró su objetivo.
Enfilado hacia su terminación, el kirchnerismo no tiene ni sucesor ni garantías de continuidad como modelo, por lo tanto se enfrenta a una retirada que propicia la desbandada de los peronistas – al fin y al cabo todos lo son – que al hacer cálculos miran hacia Daniel Scioli o a Sergio Massa como futuros líderes de la manada. En ese contexto los signos de debilidad son varios: el procesamiento de Amado Boudou indica que los operadores no pudieron obtener del juez siquiera algo de tiempo. Recordemos que, por el contrarlo, el vicepresidente se “cargó” al fiscal, al juez y al procurador general que lo investigaron allá por el 2011. El deterioro del poder oficial es notorio, sus pares en el Senado le han bajado el pulgar y prefieren al santiagueño Gerardo Zamora como maestre de las sesiones.
Tampoco pudo voltear a un fiscal con jurisdicción en dos barrios de la Ciudad de Buenos Aires, como José María Campagnoli, a quien hubo que restituir en su cargo luego de un verdadero papelón judicial. Aunque el verdadero objetivo enunciado como “democratización de la Justicia” está puesto hoy en la conformación de la Cámara de Casación, instancia a la que irán a parar las investigaciones de “los Campagnolis” que acorralarán a los funcionarios salientes. Ya nada es como en las épocas de superávit gemelos y poder a manos llenas con azotes de ira e infusión de miedo, sólo queda intentar asegurar la retirada.
Un reclamo
Con todos estos problemas a cuestas, desgastado y sin sucesor, cabe preguntarse por el protagonismo político de la oposición, ese sujeto estudiado por Gianfranco Pasquino, que tiene en las democracias mayoritarias, según el académico italiano, un cometido difícil cual es el de estar obligada a presentarse y actuar como alternativa. En ese sentido, el Frente Unen ha dado pasos importantes: se presentó en sociedad con antelación suficiente, formando una coalición competitiva y tiene definida con la PASO la forma de elegir sus candidatos. Sin embargo, aún resta afinar propuestas que le den mayor consistencia a una coalición esencialmente programática por encima de las particularidades de sus componentes.
Tal vez, esa demora reste el protagonismo que la oposición no peronista está llamada a tener en el trayecto hacia las elecciones nacionales de 2015. Sus precandidatos se expresan ante los problemas nacionales, pero no se ha formado ese cuerpo de propuestas que le ofrezcan al votante las razones para ser una alternativa, más allá de quines encabecen una lista.
De Roca a Boudou
Julio A. Roca (h) suscribió el pacto Roca-Runciman en la década del ’30, como un acuerdo comercial con Gran Bretaña que mantenía a la Argentina en el mercado financiero de la libra y acordaba privilegios comerciales para los productos ingleses, a cambio de seguir comprando materias primas argentinas.
Salvo el papel del vicepresidente actual, la historia parece repetirse, aunque ahora con China. Los acuerdos suscriptos por el presidente Xi Jinping, reproducen parcialmente ese pacto. Hasta la centralidad del ferrocarril se repite, como con los ingleses. Los chinos aportarán material rodante y vías para reconstruir el Ferrocarril Gral. Belgrano, en tanto que en vez de empréstitos financieros otorgarán un swap nominado en yuanes por el equivalente de 11.000 millones de dólares que de ninguna manera podrán ser contabilizados como reservas y que sólo servirán para pagar productos industrializados chinos.
La Argentina, para evitar las consecuencias perjudiciales del acuerdo Roca – Runciman, deberá ser capaz de ampliar su modelo de inserción que no se limite a comerciar productos primarios y profundizar el protagonismo de las cadenas de valor de la agroindustria y de ciertos nichos tecnológicos.
La participación de rusos y chinos en la construcción de las represas en Santa Cruz, será del mismo modo que en los ferrocarriles: los rusos aportarán las turbinas – su especialidad – y los chinos financiarán parte de la construcción que estará a cargo de un consorcio chino – argentino.
Como nota al pié, consignamos que la asignación de estos recursos a la construcción de dos represas en la provincia de Santa Cruz es totalmente arbitraria y sólo explicable porque es la provincia de los Kirchner. Ambos proyectos figuraban más allá del ranking 20 en la lista de prioridades hidroenergéticas. Peor aún, a los costos estimados para la obra total le falta agregar el de la extensa red de transporte necesaria para incorporar la futura electricidad a la red nacional.
Otras consideraciones sobre las nuevas relaciones con China muestran que no existe en Latinoamérica una posición común frente al gigante asiático. Por caso, el incorporación de China a la OMC se produjo luego de que reconocieran su condición de economía de mercado, Brasil, Argentina y más tarde Méjico en forma sucesiva y no como resultado de una política coordinada de los países de la región. Estos mismos tres países de Latinoamérica, no elaboran sus posiciones en forma conjunta como integrantes del G-20, siendo los únicos países que representan a la región en ese ámbito de decisiones estratégicas.
20 años de dolor
El acto por el aniversario del ataque terrorista a la mutual judía, mantuvo vivo el recuerdo y el renovado pedido de justicia por las 85 personas que fueron asesinadas el 18 de julio de 1994. Al calor de los últimos sucesos en torno al intento de esclarecer el hecho por parte del gobierno nacional, quienes encabezaron el acto exigieron que el Congreso derogue la ley que refrendó el memorando de entendimiento entre Argentina e Irán, ya considerado inconstitucional por la Cámara Federal.
La debilidad del gobierno también estuvo presente, justamente por la ausencia de funcionarios – sólo asistió el Ministro Alberto Sileoni – y por el tenor de las palabras del vicepresidente de la AMIA, Ralph Thomas Saieg.
Al dolor local se le suma el dolor en Medio Oriente por el recrudecimiento de la lucha armada entre Israel y los extremistas palestinos. A pocas semanas de que el Papa Francisco invitara a las máximas autoridades religiosas a orar por la paz en la región se ha desatado la violencia que ha dejado hasta hoy un saldo de 550 muertos palestinos y 25 israelíes en un conflicto que al decir de Daniel Baremboim, no tiene solución.
Ante un Auténtico Cambio de Época
Todo indica que los próximos comicios se resolverán en una segunda vuelta, que daría un presidente con amplio respaldo y un Congreso sin mayorías propias, escenario apto para coaliciones que busquen sanear la cultura política
Hasta la creación del Frente Amplio UNEN (FAU), una mirada superficial del mapa político parecía darle la razón a esa frase atribuida al general Perón que aseguraba que los argentinos, más allá de sus creencias, "son todos peronistas".
El FAU no sólo desafía esa apariencia, sino que permite pensar que, en el futuro próximo, la Argentina ofrecerá un panorama político más parecido al vigente en nuestros países vecinos y que, no casualmente, les ha permitido aprovechar las extraordinarias oportunidades que el mundo le brinda, desde hace más de diez años, a esta región del sur de América latina.
El año 2015 será decisivo, ya que no sólo se eligen el presidente y todos los gobernadores, sino que se renuevan, también, la mitad de los diputados y un tercio de los senadores.
Mirado con los ojos de hoy, el escenario electoral del año próximo, en términos políticos, desnuda una frustración y, al mismo tiempo, anticipa una novedad.
Luego de haber gobernado durante tres períodos consecutivos con abundancia de recursos fiscales, institucionales, políticos y simbólicos, los que sostienen el proyecto oficial deben resignarse a no poder ofrecer a la ciudadanía una candidatura que exprese ese proyecto. Eso tiene el amargo sabor de la impotencia política.
Al refugiarse en la antes demonizada estructura partidaria del justicialismo, la acción del círculo íntimo de la Presidencia valida la sentencia de los estudiosos de la estrategia, que afirma que es más compleja y difícil una retirada ordenada que un ataque exitoso.
Padecen, en suma, del mal que distingue a todos los populismos: las complicaciones para procesar la sucesión, en nuestro caso determinadas por el límite constitucional. Ese límite no pudo ser removido debido a la derrota electoral de las elecciones legislativas del año pasado, en las que sólo uno de cada tres argentinos optó por la propuesta oficial.
La novedad surge de las encuestas conocidas hasta el momento, que anticipan dos datos: en primer lugar, por primera vez en nuestra historia política habrá una segunda vuelta para elegir el presidente; por otro lado, el FAU es, en esas cinco encuestas nacionales publicadas, una de las dos fuerzas políticas que participarán de la definición.
Ese dato del ballottage indica por sí mismo dos cosas: la primera es que el nuevo gobierno tendrá una indudable legitimidad de origen validada por un respaldo que, por definición, será superior al 50%. Adicionalmente, el resultado esperado de la primera vuelta electoral evidencia que ninguno de los sectores políticos que compiten dispondrá de mayorías legislativas propias.
No habrá, entonces, mayorías automáticas que conviertan, como hasta ahora, al Congreso en una "escribanía legislativa". Más por necesidad que por virtud, los argentinos deberemos aprender a vivir en lo que los especialistas definen como presidencialismo de coalición. Tal el sistema que caracteriza la realidad política de nuestros vecinos Brasil, Uruguay y Chile desde hace varios años.
En efecto, en Uruguay, la experiencia del Frente Amplio en las administraciones de Tabaré Vázquez y de José "Pepe" Mujica; la de los veinte años continuados de la Concertación en Chile y ahora, otra vez, la de Nueva Mayoría, con Michelle Bachelet, y la experiencia brasileña de las presidencias -de signo político distinto- de Fernando Henrique Cardoso en dos oportunidades y las de Lula y ahora Dilma Rousseff son claros ejemplos de presidentes sin mayorías propias en las cámaras legislativas, pero que son eficaces en la gestión de los asuntos públicos.
Este nuevo escenario nos obliga a ver el futuro próximo no como un modesto y rutinario fin de ciclo que concluye con la gestión de un partido que ha gobernado tres de cada cuatro días desde que la democracia fue instaurada en 1983 y más de 25 años continuados en el distrito donde viven casi el 40% de nuestros compatriotas, sino como un auténtico cambio de época que exige una mirada más ambiciosa.
Para avanzar en esa dirección es necesario dejar atrás la lógica de los líderes providenciales para los que el poder es un juego de suma cero, donde todo diálogo es sinónimo de debilidad; superar la concepción clientelar en la acción de gobierno, tanto en la relación con los ciudadanos como con los empresarios y los medios de comunicación; abandonar la visión de corto plazo y rentística de los asuntos económicos que genera un capitalismo prebendario y de amigos del poder; asumir que una república exige un respetuoso equilibrio entre los poderes, y por último, pero tal vez lo más acuciante, contar con gobernantes que sean verdaderos ejemplos de decencia.
Es, sin duda, un escenario desafiante que refleja, una vez más en la historia, la tensión que existe entre la cultura -entendida en un sentido amplio como los hábitos, costumbres y comportamientos sociales- y la política.
Creer que los registros culturales son permanentes no sólo es dejarse ganar por una perspectiva resignada de la vida, sino, más importante, desconocer la viabilidad de los avances históricos. Qué otra cosa más que un triunfo de la política sobre la cultura prevaleciente es la abolición de la esclavitud en la Asamblea del año 1813 o, más cerca en el tiempo, el fin de la tutela militar sobre la sociedad que se concretó en diciembre de 1983, hace sólo treinta años.
Para los que entendemos la democracia como una obra en curso, una construcción siempre inacabada, el valor de la alternancia y la existencia de una alternativa es una condición necesaria, y ésa es, precisamente, otra razón imprescindible para entender la importancia de la creación del Frente Amplio UNEN, que nos ahorra a los argentinos la obligación de tener que optar entre fracciones de una misma familia política.
Para los que pensamos que en una democracia de avanzada la condición de ciudadano precede a la de consumidor o espectador, la creación del Frente Amplio UNEN es un reconocimiento de que los ciudadanos, al desenvolverse en sociedades modernas y conflictivas, tienen identidades e intereses múltiples y cambiantes. Es la aceptación de que los estilos de vida, los patrones de consumo, la pertenencia a credos o la ausencia de creencias religiosas y las orientaciones sexuales, entre otras variables, representan fuentes tan poderosas de identidad como la posición que cada uno tenga en la función de producción de mercancías o servicios.
La formalización del Frente Amplio UNEN es la expresión del reagrupamiento de las fuerzas políticas que aspiran, frente a la fragmentación de la coalición que nos gobierna desde hace más de diez años, a ofrecerle a la sociedad una alternativa de regeneración democrática, de represtigio internacional del país, de progreso social, de transformación productiva y de ejemplaridad de sus gobernantes. Su constitución es sólo el primero, pero el más importante, de los pasos. A partir de ahora deberá demostrar, con sus propuestas y con sus acciones, que además de una oportuna opción electoral son capaces de construir una coalición eficaz de gobierno.
Publicado en La Nación http://www.lanacion.com.ar/1700171-ante-un-autentico-cambio-de-epoca