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El Lugar de Cada Uno en la Distribución de la Riqueza

Uno de los rasgos distintivos de esta etapa de la globalización, caracterizada por la preeminencia de la dimensión financiera, es la desigualdad. Esta se expresa de manera  dramática, pero no solamente, en los ingresos y se verifica su incremento tanto entre países como al interior de las fronteras de cada país.

El tema es de importancia sustantiva porque la desigualdad, como la corrupción, corroe desde adentro la democracia y es motivo de estudio y reflexión crítica.   En su último libro, el recientemente fallecido académico británico Tony Judt recuerda que, en 1968, el diferencial de ingresos entre el principal ejecutivo de General Motors y un trabajador promedio de la empresa automotriz era de 69 veces, mientras que a finales de la década pasada  esa relación trepó a 900 veces.

En los EEUU,  donde  los ingresos del 1% de la población más rica representan más del 21% de todo el  Ingreso Nacional, la situación llevó a que el Congreso realizara un trabajo donde se estudió el tema.

En nuestro país, no solo el Congreso adolece de recursos institucionales para abordar estudios con seriedad técnica y una perspectiva  independiente, sino que las estadísticas oficiales perdieron toda credibilidad desde que la manipulación sistemática de los índices de inflación pasó a ser una política pública.

Es por eso que adquiere relevancia el esfuerzo del  CEDLAS -Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales- de la Universidad de La Plata que, con reconocimiento internacional, estudia los temas de desigualdad en nuestro país.

Adicionalmente, en su sitio,  el CEDLAS tiene un dispositivo por el cual cada ciudadano  puede, a partir de  sus ingresos, saber en qué posición está situado en la  escala de distribución de la riqueza. 

Estoy seguro que más de uno se llevará una sorpresa.