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Cumbres Borrascosas

 

 

Por Escenarios Alternativos

El aislamiento político del oficialismo en medio de una coyuntura económica difícil. El reaseguro del modelo de consumo interno en la reforma de la carta orgánica del BCRA. Los cambios de aliados y la nueva configuración del poder. El traspaso de subte: una cuestión netamente política. La guerra del petróleo: nuevo round.
Los dos factores que han dado oxígeno político y buena parte del rédito electoral al kirchnerismo, el superávit fiscal y el saldo positivo de la balanza comercial, se han visto menguados desde el año 2008 hasta la fecha. A tal punto que ha conducido a tomar medidas como el control de cambios, de importaciones y, ahora de morigeración de la pauta salarial. Junto con esto, la lógica de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner refuerza el aislamiento, el peso del “relato” y sus rasgos autoritarios.
El aislamiento en la “mesa chica” ofrece la particularidad de un aparente rol cada vez más importante de Máximo Kirchner, tal vez imaginado como sucesor y liderando “La Cámpora”, esa caricatura de la izquierda peronista de los ’70, que alguna mente afiebrada considera heredera de ese legado. Pero el aislamiento también afecta a antiguos compañeros de ruta de Néstor Kirchner, tales como aquellos empresarios prometeicos de la burguesía nacional pergeñada por el ex presidente; Hugo Moyano, unas cuantas vértebras de la columna de poder kirchnerista y Rudy Igor Ulloa, fiel ladero en el terruño natal y dueño de los medios santacruceños. Todos ellos han sido radiados de las cercanías del poder y, en algunos casos notorios, colocados en la categoría de enemigos. Hugo Moyano lo explicó con claridad meridiana: “Yo no cambié, fue el gobierno que cambió con respecto a los trabajadores”.
Tal vez, como consecuencia de la diferenciación que pretende hacer la presidente con respecto a su marido –tal como expusiéramos en la edición anterior- se ha encaminado hacia una “renovación” de aliados, siguiendo aquella frase de Tzvetan Todorov que dice: “es preferible olvidar lo antes posible a estos testigos de nuestras debilidades pasadas”, para hallar fortalezas en una agrupación de jóvenes cada vez más encaramados en la estructura del Estado; en el poder del Estado a su disposición y en su capacidad histriónica para seguir sosteniendo el “relato”.
Con todo esto, la sola idea de que la economía pase por algún sobresalto, le quita el sueño a la presidente, porque sabe que allí reside la explicación del 20 por ciento de los votos, que se le suman al 35 por ciento de la base electoral peronista tradicional con los que ganó en la última elección.
El sesgo autoritario se agrava con las dificultades de todos tipo, al punto que la misma presidente, en vez de salir al contestar acerca de las responsabilidades del gobierno en la política de transporte, prefiere descargar su retórica sobre un par de periodistas, acusándolos de “nazis”, al tener expresiones que podrían haber sido, cuanto mucho, inapropiadas: nadie es nazi de un día para el otro. En ese episodio, el relator de Fútbol para Todos se cansó de repetir que: “al término del partido Axel Kicillof responderá en 6, 7, 8 las expresiones antisemitas de Clarín y la Nación”, sumando más falsedades a la avalancha de propaganda oficial que efectúa el gobierno en ese interminable espacio de los fines de semana.
Las idas y vueltas del subterráneo
El envío al Poder Legislativo del traspaso de los subterráneos y el servicio de colectivos, de la órbita nacional a la municipal (CABA), con la segura ratificación del deseo presidencial, obedece a la lógica de que el jefe de Gobierno se haga cargo –de hecho ya lo hizo en el subte – del costo político de aumentar las tarifas. No sólo el accidente de Once paralizó la “sintonía fina” en esta área de los subsidios, sino la posibilidad cierta de endilgarle a un aturdido Mauricio Macri, esta responsabilidad.
La historia de traspasos es larga en el país y el último similar a este se enmarca en la política del gobierno militar de 1976 que consistía en transferir servicios a las gobernaciones. Subterráneos de Buenos Aires era desde 1977 una Sociedad del Estado (SBASE). Pero por ley 22070 del 10 de setiembre de 1979 se facultó al Poder Ejecutivo Nacional a transferir la nueva empresa Subterráneos de Buenos Aires S.E. a la Municipalidad de Buenos Aires. Así, después de 40 años y durante el Gobierno Militar, la Municipalidad tomó el poder de decisión sobre la red de subtes.
Bajo el gobierno de Carlos Menem, en 1991, se llevó a la o concesión de todos los ferrocarriles suburbanos y el subte, y no existiendo todavía la autonomía de la Ciudad, se hizo lo propio con el subte, junto con la Línea Urquiza. Desde entonces, la concesión está en manos de la empresa Metrovías, teniendo a su cargo la operación, mantenimiento y ejecución de un plan de obras con recursos públicos y control del Gobierno Nacional. La concesión comenzó el 1 de Enero de 1994.
Cuando en 1996 la Ciudad de Buenos Aires pasó a ser autónoma se estableció en una Addenda al Contrato de Concesión suscripto en el año 1999, donde se planteó la transferencia del control y fiscalización del subte a la Ciudad, manteniendo la figura de Concedente a cargo del Estado Nacional, así como los compromisos económicos sobre la Concesión. En mayo del año 2000 la Ciudad sancionó la Ley 373, por la cual adhirió a los términos de dicha transferencia.
Más allá de este racconto, las 33 líneas de colectivos y el subte le van a traer a Macri algunos dolores de cabeza, por lo que es esperable que retrase con medidas judiciales un asunto que, bien planteado, podría resolverse con buena voluntad política de ambas partes. En el medio, están los habitantes de esta ciudad.
Libre disponibilidad para todos
Así como fueron “recuperados” los fondos de la ANSES para fogonear el modelo de consumo interno y dispuestos los fondos del BCRA para pagar deuda, un nuevo capítulo se abre con la media sanción de la reforma de la carta orgánica del BCRA. Contradiciendo afirmaciones previas de la Presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont, se incorporó, a último momento una importante modificación del artículo 20 de dicha carta orgánica que amplía el límite para otorgar adelantos transitorios. Con el nuevo esquema, el margen adicional que podría otorgarse hoy sería de aproximadamente 44.000 millones de pesos.
Otro aspecto llamativo de la modificación del artículo 20 es la desvinculación del financiamiento mediante adelantos transitorios sobre el destino de los fondos, ya que el límite que se vio incrementado anteriormente estaba vinculado al pago de obligaciones en moneda extranjera, siendo ahora ambos componentes de libre disponibilidad del Tesoro. Aunque la evidencia de los últimos años indica que los límites por el destino de los fondos no generaron una restricción efectiva, esta modificación también señala necesidades de una mayor flexibilidad para el uso de los recursos.
Más allá de estos cambios que habilitan a un mayor financiamiento del Tesoro, la otra fuente de asistencia financiera al gobierno estará dada por las Reservas de Libre Disponibilidad que ahora quedarán determinadas directamente por el Directorio. En realidad, este cuerpo deberá definir cuáles son las reservas “necesarias” según su propio criterio que, de acuerdo a la nueva regulación, sólo debe tener en cuenta las cuentas externas, sin ningún tipo de indicación adicional, dotando al BCRA de una amplia discrecionalidad. Definidas las reservas necesarias, la diferencia con las reservas totales serán las de libre disponibilidad. En definitiva, serán utilizadas incluso, para pagar deuda en forma discrecional y sin control.
¿Nacionalizo, o no nacionalizo?
Derivado hacia la responsabilidad de los gobernadores “petroleros”, tal como apuntáramos en la edición anterior, la escalada sobre YPF, incluye acciones concretas, como la reversión de algunas concesiones anunciadas tanto por el gobernador de Chubut, como por el de Santa Cruz. Estas acciones resultan notoriamente más agresivas, en términos de producción de la compañía, en relación a las anunciadas semanas atrás por el gobernador de Mendoza.
Más allá del impacto de estos eventos, los cuales repercutirán negativamente en el precio de la acción de la compañía, y de cómo eventualmente puedan administrarse estos conflictos, no sólo en términos legales por la reacción de YPF, sino también en términos de inversión futura, no termina de quedar claro cuál es el objetivo de máxima que persigue el gobierno nacional con estos movimientos.
Por lo pronto, los dichos de Jefe de Gabinete, Juan M. Abal Medina hicieron oscilar el precio de las acciones en el lapso que pasó de negar una posible nacionalización – la acción trepó 9 puntos – a entrever la posibilidad de que sí puede cumplirse esta amenaza. El funcionario advirtió, antes de que la empresa decidiera qué hacer con los 5000 millones de dólares de utilidades del 2011, que: "No descartamos ni afirmamos ningún curso de acción. Lo que garantizamos es que vamos a ir hacia un esquema en el cual se garantice la producción y la inversión para el desarrollo de los argentinos".
La decisión del directorio de capitalizar YPF con esos dividendos es un abierto desafío al gobierno. En ese contexto, el diario “El País” de España ya ha sugerido que, de suceder la nacionalización, pediría la desafiliación de la Argentina del G-20, un duro golpe para Cristina Kirchner que sufre por esas cumbres presidenciales, una verdadera debilidad.
Aquí, en la Argentina, las cumbres del poder son más reducidas y cada vez más turbias, más borrascosas.

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Pregunta: ¿Cuba? Repuesta: Dictadura, ni del Proletariado

foto fidel La frase de la respuesta se la escuche decir, hace varios años, al ex Presidente del Gobierno Español Felipe González. Creo que sintetiza bien un punto de vista que en otras oportunidades traté al referirme a la carga simbólica que la Revolución Cubana tiene en la historia de América Latina y que, tal vez, inhibe a sectores democráticos y progresistas de discutir a fondo y sin prejuicios el tema.

Como siempre hay alguna excepciones muy valiosas. Por caso, Claudia Hilb  en su libro “Silencio,Cuba: La Izquierda Democrática frente al Régimen de la Revolución Cubana” habla de la naturaleza de un régimen del que no podemos decir que viola los derechos humanos sino que, en su forma misma, no reconoce la existencia de esos derechos tal como son sostenidos en el horizonte de nuestras sociedades liberal-democráticas modernas”.

O, también de Horacio Tarcus que, según la cita de Luciano Anzelini en un artículo para Safe Democracy Foundation dijo “ Pude admirar la voluntad de soberanía nacional de esta pequeña isla que desafió el imperio y también las conquista logradas en el plano de la igualdad social, pero siempre deploré el sistema de partido único, de ausencia de prensa libre y de persecución a los opositores, por no hablar del sistema de purgas permanentes del propio régimen”.

Por eso es muy necesario hablar de un Informe de Amnesty International, que no vi tratado en la prensa Argentina, publicado ayer por el cual se informa que “las leyes sobre “desorden público”, “ultraje”, “desacato”, “peligrosidad” y “agresión” se utilizan para procesar a quienes se oponen al gobierno. No hay ninguna organización política o de derechos humanos a la que se haya permitido obtener el reconocimiento jurídico”

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YPF y el relato K

Leer esta nota de Daniel Montamat publicada en Escenarios Alternativos ayuda mucho a entender la política del Gobierno de Cristina Kirchner con YPF

cristina-ypf-santa-cruz El debate sobre la posible reestatización de YPF lo instaló el Gobierno, y puede que más por su creciente preocupación por el balance de divisas del país y la necesidad de ajustar el relato a la búsqueda de nuevos culpables que por trazar un análisis estratégico de evaluación del tema. La política energética es la responsable primaria de la pérdida del autoabastecimiento y de las crecientes importaciones, sin perjuicio de la responsabilidad que se les puede atribuir a las empresas en el manejo de las áreas concesionadas.
La Presidenta tomó conciencia de que “importar energía para agregar valor como hacen otros países” -ése era el guión del relato hasta hace unos meses- ya no cierra, por el impacto del monto de las compras energéticas en las cuentas públicas y externas.
La producción petrolera argentina cayó un 32% de 1998 a hoy, y la de gas, un 13% desde 2004. Las reservas comprobadas de petróleo se redujeron un 18,3% respecto a las de principios de la década pasada; las de gas natural, un 50. Con demanda creciente y producción declinante, la Argentina fue consumiendo el stock subterráneo de barriles, cortando compromisos de exportación con países vecinos e importando cada vez más (gas natural, derivados, electricidad). En consecuencia, la balanza energética, que hasta 2010 era superavitaria en 1000 millones de dólares, pasó en 2011 a ser deficitaria en cerca de 4000 millones.
Uno puede afirmar que la mayor caída de reservas y declinación productiva en valores absolutos en el período corresponde a YPF, y, a partir de allí, estructurar un discurso nacionalista y reestatizador, haciendo a la empresa responsable del déficit energético. Es lo que ha procurado hacer el Gobierno, y de lo que se defiende YPF en sus últimos comunicados subrayando la inversión de los dos últimos años, la planificada para los próximos ejercicios y la tasa de recuperación de reservas apuntalada por los nuevos desarrollos de recursos no convencionales.
Recuperar la propiedad de una empresa emblemática para los argentinos generaría grandes réditos políticos presentes, aunque tendría complicaciones legales, políticas y económicas inmediatas. Hoy son las provincias las titulares del poder concedente, por lo que ellas demandarían una parte en la propiedad y el control de la nueva empresa renacionalizada, sin comprometer recursos en el hipotético costo de la expropiación. Supongamos que se obtenga un acuerdo de Repsol y el nuevo gobierno español para hacerlo, e incluso que se pueda acordar un precio de compra y un mecanismo de pago (algo al contado y el resto en cuotas). ¿Con qué recursos adicionales el Estado va a recapitalizar la empresa y a desarrollar las potencialidades del petróleo y del gas no convencional, que requieren ingentes inversiones?
Algunos piensan que la apropiación de la renta petrolera (diferencia entre precios y costo por barril) de las reservas remanentes, y la posible colocación de deuda o capital que no comprometa el control en la medida de lo posible, permitiría superar la estrechez financiera. El razonamiento está bien encaminado (en el negocio petrolero lo que cuenta es la apropiación y distribución de la renta de un recurso natural), pero es falaz, porque asume que las petroleras se estuvieron llevando todos estos años la parte del león de la renta.
La renta promedio año de la explotación creció al compás de la suba de los precios del petróleo y su incidencia en los precios del gas natural. El barril promedio de petróleo en el trienio 2002-2004 fue de 32,9 dólares; subió a 64,8 dólares en el trienio 2005-2007 y promedió los 80,4 dólares entre 2008 y 2010. Pero la Argentina está divorciada de esas referencias internacionales de precios por retenciones, congelamientos y controles. Esto determinó que la mayor parte de la renta no fuera a parar al bolsillo de las empresas que exploran y explotan el petróleo y el gas; fue a los bolsillos de los consumidores de productos petroleros y sobre todo de gas natural, favorecidos con menores precios (subsidio económico).
En el trienio 2002-2004, un 30% de la renta fue a las empresas, un 35% al Gobierno (Nación y provincias productoras) y un 34% a los consumidores. En el segundo trienio los consumidores recibieron el 50%; el Gobierno, el 31%, y las empresas, el 19%. De la renta del período 2008-2010, un 67% fue a los consumidores, un 25% al Gobierno (regalías, retenciones, impuestos) y un 8% a las empresas. En la medida en que los precios del petróleo fueron aumentando en el mundo, la transferencia de renta petrolera a los consumidores fue creciendo.
Puede sostenerse que, aun con esos niveles de renta, las empresas petroleras que operan en la Argentina siguen dando utilidades y que YPF ha girado la mayor parte de las utilidades al exterior (algo acordado y consentido por el Gobierno); pero lo que no puede desconocerse es que son las reglas que fija y controla el Gobierno las que determinan la gestión y no al revés. En función de estas reglas, el sector petrolero en estos años estuvo sobreexplotando lo que estaba en producción y haciendo mínima inversión para reponer reservas o descubrir nuevos yacimientos (varias bombillas en el mismo mate sin recargar el termo). A su vez, como otras geologías ofrecen condiciones más atractivas de reparto de la renta, no es de extrañarse que parte de la renta apropiada en la Argentina se haya reinvertido en otras latitudes.
Para explotar los hidrocarburos algunos países crean empresas del Estado monopólicas que sólo pueden operar con los privados mediante contratos de servicio (países del Medio Oriente, México, Venezuela, Nigeria). Otras naciones permiten la asociación de la empresa del Estado con empresas privadas en contratos de producción compartida, donde el riesgo exploratorio es asumido por la compañía privada (Colombia, Angola, Rusia y ahora de nuevo Brasil en el pre-sal). El tercer esquema se basa en el otorgamiento de licencias de exploración y concesiones de explotación a empresas privadas, que incluso pueden competir o armar asociaciones con la empresa pública, si ésta existe (Perú, Noruega, Reino Unido, Canadá, Estados Unidos, Argentina). Hay empresas controladas por el Estado que son muy eficientes (Staatoil de Noruega); otras, muy eficaces (Petrobras de Brasil, y ahora, Ecopetrol de Colombia). Y hay empresas estatales con mucha interferencia política en su gestión (Pdvsa, Pemex). Los regímenes de exploración/explotación pueden variar y complementarse, pero en todos ellos está en juego la asunción de riesgos, la capacidad de inversión y el reparto de la renta.
Con la intervención discrecional y el cambio de reglas que dominó la apropiación y el reparto de la renta en estos años, la política petrolera entrampó a la industria en el corto plazo. Ninguna variante de gestión pública, privada o mixta puede sobrevivir en el “imperio de lo efímero”. En el contrafáctico es posible imaginar una YPF con control estatal (estilo Petrobras de Brasil) y management muy profesional (estilo Staatoil de Noruega), y concluir que la producción y las reservas de la Argentina hubieran evolucionado mucho mejor. Pero la realidad es que vendimos el control de YPF a España cuando el barril cotizaba 12 dólares, y que hoy se discute recomprarla cuando el barril cotiza 100 dólares. Vendimos barato y compraríamos caro. Todo bajo administraciones del mismo signo político y por razones coyunturales (financiar la maltrecha convertibilidad en los años 90, y tener un chivo expiatorio ahora). Sería para el libro de récords de Guinness.
La prioridad energética para revertir la declinación productiva y reponer más reservas es cambiar la política vigente, reinstitucionalizar el sector y generar certidumbre de largo plazo con políticas de Estado que reflejen los consensos básicos entre el oficialismo y la oposición.

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Odessa: Nuevas revelaciones

El diario editado en Inglaterra  Daily Mail, el segundo en tirada en el Reino Unido, publicó ayer una noticia dando cuenta de la desclasificación de documentos hasta ahora secretos, por los cuales se concluye que alrededor de 9000 criminales de guerra nazis escaparon a América Latina. La mayoría de ellos, casi 5000, a  nuestro país; entre 1500 y 2000 a Brasil, alrededor de 1000 a Chile y el resto a Paraguay y Uruguay.

El diario informa también que los archivos revelan que,  desde  la Argentina, se facilitaron miles de pasaportes en blanco a Odessa, la organización creada por el Tercer Reich para proteger a los SS ante la eventualidad una derrota militar.

Estas informaciones, por cierto, no constituyen una novedad. De hecho, en Argentina varios autores trataron el tema. Lo que sí puede ser impactante es si ven la luz documento oficiales, hasta ahora desconocidos, sobre el asunto.

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Opinión Política

De Vido, como Firmenich y Galtieri, contabiliza muertos

de vido Es sabido que Eric Hobsbawm caracterizó al Siglo XX como el más violento de la historia de la humanidad . Por otro lado, en nuestro país hay quienes sostienen que la idealización de la muerte impregna nuestra historia política, entre otras muchas y valederas razones, por el mandato de nuestros orígenes como Nación desde que  el Himno Nacional nos convoca a “con gloria morir”.

Esos razonamientos pueden permitir encuadrar algunas desgraciadas afirmaciones que jalonan nuestro pasado reciente como cuando Mario Firmenich  reconoció en un reportaje realizado en un avión por Gabriel García Márquez que no hicieron nada para impedir el golpe de Marzo de 1976 y “ que hicimos nuestros cálculos de guerra y nos preparamos a soportar, en el primer año, un número de pérdidas no inferior a mil quinientas bajas”.

O aquella otra del dictador  Galtieri que, en medio de la Guerra de Malvinas al enterarse del hundimiento del Crucero General Belgrano, sentenció “ Que nadie se confunda. Tengo 400 argentinos muertos y si es necesario, para salvaguardar el orgullo razonable, el orgullo histórico de la Patria, la Argentina esta dispuesta a 4.000 o 40.000 muertos mas, a 5 o 6 meses, o a 5 o 6 años de lucha. La Argentina de América latina no va arriar la bandera ni levantar la bandera blanca.”

Esas afirmaciones pueden caracterizarse como resultado de la “soberbia armada” nihilista y suicida o del manotazo de ahogado de una dictadura borracha de poder pero lo que no puede definirse como otra cosa que cinismo es la declaración del censor Julio de Vido que al referirse a la tragedia de Once habló de “los muertos que no se producen y nunca se contabilizan