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¿Otra Vez la Maldición China?

En el actual turno del justicialismo se evidencia un facilismo económico cuya consecuencia es el debilitamiento del capital social de los argentinos. Esto tiene un notorio impacto negativo en tres áreas clave: los recursos energéticos, la infraestructura de transporte y la educación.

 

Este año, al completarse tres décadas ininterrumpidas de vida democrática, el peronismo habrá cumplido veintidós años de ejercicio en el gobierno nacional -diez años continuados desde el 2002- y veinticinco años seguidos a cargo de la Provincia de Buenos Aires.

En este contexto, un dato político sustantivo es que el peronismo, por primera vez en su historia, deberá afrontar las derivaciones directas de sus propias políticas. En efecto, en 1955 y en 1976 por los golpes de Estado y en 1999, por el resultado electoral, el justicialismo no tuvo que hacerse cargo de las consecuencias de su gestión de gobierno.

En el actual turno peronista, el fracaso de las políticas oficiales se evidencia en la desacumulación del capital social de los argentinos en tres áreas clave: los recursos energéticos, la infraestructura de transporte y la educación.

Con posterioridad al colapso del régimen de convertibilidad, la combinación de demanda creciente (exacerbada la mejora relativa de la actividad económica por precios subsidiados de los productos energéticos y las mermas en la producción doméstica de gas y petróleo, en el período 1998-2011 la producción de petróleo decayó un 32% y la de gas, por su parte, se redujo el 11% desde el 2004) condujo a requerir crecientes volúmenes de importación de combustibles. En el último año, ese costo trepó a alrededor de 10 mil millones de dólares, llevando la balanza comercial energética a registros negativos.

Así, en materia energética, la ausencia de políticas consistentes de ampliación de oferta y la intensidad y extensión de subsidios irracionales al consumo dieron lugar a una insólita promoción de importaciones por una cifra equivalente al total de exportaciones del sector automotor.

En relación al transporte, y específicamente en el rubro ferroviario, la degradación de la infraestructura del sistema -expuesta dramáticamente en la tragedia de Once- se evidencia en que los subsidios otorgados en el 2011 a los concesionarios privados superan en veinte veces la inversión anual que, a su vez, es apenas una décima parte del monto necesario para atender los requerimientos de la amortización de los activos de la red.

En el transporte automotor de pasajeros, por su parte, a pesar de que el subsidio por pasajero en el Área Metropolitana de Buenos Aires se multiplicó por treinta en los últimos 8 años, se redujo la oferta (cantidad total de asientos), empeoró la calidad (antigüedad promedio del parque automotor) y aumentó la incomodidad (pasajeros promedio por vehículo). La mala praxis en estas dos áreas claves impactó en las cuentas públicas que, si se detraen los recursos extraordinarios de las rentas de la ANSeS y las utilidades del Banco Central, muestran una posición fiscal deficitaria, lejos de los tres puntos del PIB de superávit fiscal primario que hubo hasta 2008.

En relación a la educación, y a pesar del aumento de casi el 50% en el presupuesto del sector, los resultados no pueden ser más desalentadores: caída en los indicadores que estiman la calidad de la educación recibida por los alumnos; reducción de la matrícula –tanto en el nivel primario como el secundario- de las escuelas de gestión pública y aumento de la desigualdad entre provincias. Por caso, de acuerdo a datos oficiales en Santa Cruz sólo 9 (sí, sólo nueve) alumnos pueden acceder a escuelas con Jornada Escolar Extendida.

De este modo, no obstante el crecimiento económico, la multiplicación del gasto público y el incremento del presupuesto educativo, las deficitarias políticas oficiales no han evitado el aumento del contingente de jóvenes de entre 15 y 24 años que no estudian ni trabajan. Hoy son, de acuerdo a cifras oficiales, cerca de un millón cuatrocientos mil, casi un tercio más que en el año 2001.

En los tres casos queda claramente expuesta una mala asignación de los recursos públicos que ha erosionado la solvencia de las cuentas públicas.

Esta descapitalización social de la Argentina, producto del facilismo económico que distingue a las políticas públicas del justicialismo, se genera en el momento histórico en el que el mundo ofrece una oportunidad internacional inédita en el último siglo.

Esta exigente realidad es un llamado a la responsabilidad de todos los actores políticos y sociales que harían bien en reflexionar sobre los señalamientos de un reciente trabajo de la OEA y el PNUD, titulado “La democracia de ciudadanía”, cuando afirma que “sobrepasar lo sostenible y sucumbir ante el facilismo económico es igualmente riesgoso para la estabilidad de la democracia.

Lo políticamente popular puede ser social y económicamente insostenible, generar expectativas irrealizables y materializarse en mayores retrocesos y frustraciones para la ciudadanía”.

Es necesario, antes que sea tarde, que el Gobierno reconozca los riesgos de insistir en políticas públicas equivocadas y, de este modo, evitar que la sociedad argentina sufra las consecuencias, otra vez, de la milenaria maldición que los chinos deseaban para sus enemigos: ojalá vivas tiempos interesantes.

Publicado en Clarín el 23 de Enero

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El ”Caldo” Kirchnerista

El año cierra con varios frentes abiertos por el gobierno, empecinado en profundizar sus errores e ignorar los peligros. Los saqueos y la sombra de la crisis institucional. Los realineamientos del PJ ante la debilidad de Cristina Fernández de Kirchner.

Al igual que la cocción de las ranas, a las que se las sumerge vivas en un caldero con agua que se lleva en forma progresiva hasta el hervor, la sociedad argentina está siendo sometida a un lento calentamiento que no permite – como a la rana – reaccionar en forma inmediata. Del mismo modo que en los setenta la ola de violencia política fue creciendo hasta naturalizar la muerte diaria en las calles, este gobierno peronista – curiosamente reivindicatorio de aquél – esta naturalizando el abuso de poder, la inanición de la República, el desprecio por la Justicia y el bastardeo de la democracia, junto con la aquiescencia de la violencia social y las falsedades económicas. Este “caldo” kirchnerista nos ha venido cociendo desde el año 2003, con el leño de arcas públicas generosas y una situación inicial que actuó de “colchón” a la política desplegada por el matrimonio santacruceño.

Está más o menos admitido que son tres las condiciones necesarias para la ocurrencia de una crisis: desequilibrios económicos; debilidad del gobierno y un detonante. La primera condición se cumple en las actuales circunstancias en que los superávit gemelos han desaparecido y el gasto sigue creciendo – en un año electoral esa tendencia tenderá a acentuarse – con un panorama provincial y municipal que mostró durante este año graves problemas fiscales. Esto, en el marco de un proceso inflacionario que no ha sido atacado, ni la pérdida de competitividad abordada, no augura más que la profundización de los desequilibrios a los que se sumará la puja distributiva, complicada por la existencia de cuatro centrales sindicales y por una creciente conflictividad que lleva a sus dirigentes a pedir acuerdos salariales por semestre, acorde a una dinámica inflacionaria. Para comenzar el año, el transporte de ómnibus aumentó un 46 por ciento, los peajes un 60 y los combustibles un 7 por ciento.

La debilidad del gobierno es, también, ostensible, a pesar de que intenta sostener la iniciativa política, pero con acciones cada vez más costosas y erráticas. La expropiación de YPF marcó la huida hacia adelante del desastroso plan energético del gobierno. Su empecinada lucha contra el Grupo Clarín, lo ha llevado a enfrentarse con el Poder Judicial y con la misma Corte Suprema, la que no tuvo más remedio que decidir contra la voluntad presidencial en cuanto al per saltum que el oficialismo apuró en el Poder Legislativo para cerrar todos los caminos que impidan la plena aplicación de la Ley de Medios. La presidente arremetió nuevamente ante el revés, endilgando a los jueces la inseguridad y los males que emanan de una corporación conservadora que está asociada a la que detenta los “fierros mediáticos” golpistas. Tampoco ahorró metralla contra la Justicia de su socio político José Alperovich, montándose sobre el repudio que generó el fallo de la justicia tucumana sobre el caso Marita Verón y agitando el fantasma de la Justicia Popular.

Su relación con las fuerzas de seguridad es ambigua e inestable. Luego de decir que no enviaría la Gendarmería Nacional a contener desbordes sociales, cambió de opinión y dispone de ella en cuanto problema surge, encabezados por Sergio “Conintes” Berni. La Ministra Nilda Garré, por su parte, fue abucheada por familiares de los egresados de la última promoción de la escuela de cadetes de la Policía.

Tanto la Gendarmería como la Prefectura se insubordinaron a la Ministra en un hecho inédito en democracia, movilizados por razones gremiales. Y la expropiación del predio de La Rural se dio en medio de la ola de saqueos que sacudió al país en vísperas de Navidad, más como cortina de humo que como acción premeditada. Todas estas acciones a las que habría que cerrar con el fugaz paso anual de la presidente por la Sala de periodistas de la Casa Rosada – apenas 2 minutos y sin brindis como en otros años – marcan el deterioro de una forma de hacer política, pese a la cual, el kirchnerismo sigue alimentando la hoguera del caldero.

Según el estudio de una consultora que el Gobierno contrata con frecuencia la evaluación negativa del desempeño presidencial pasó del 15 por ciento, registrado a mediados del 2011, al 35 por ciento, en diciembre del 2012. En tanto que el desacuerdo con la gestión creció del 50,8 por ciento al 65,7 por ciento en los últimos seis meses, en tanto que el acuerdo cayó del 49,2 por ciento al 34,3 por ciento. El mismo estudio revela que, a un año de la gestión de su segundo mandato, cuenta con el 45,1 por ciento de desaprobación y un 25,4 por ciento de aprobación. Un 64,7 por ciento de los consultados afirman que la presidente ha perdido el apoyo que recibió en diciembre del 2011. Es decir, que la figura presidencial está sintiendo los rigores del desgaste político a pasos acelerados.

Siguiendo con el planteo de la factibilidad de la crisis, los saqueos, podrían haber sido esa chispa que enciende el fuego, el detonante, como en el año 2001. Por fortuna eso no ocurrió, porque el “pasto no estaba lo suficientemente seco”, reseco como en ese entonces.

Pero los saqueos dejaron en evidencia varias fallas del “modelo”. En dos días, en cuarenta ciudades y en casi 300 oportunidades según los datos que informó la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), afín al kirchnerismo, se vieron grupos de personas asolando negocios para robar lo que fuere. Por más que esos actos estuvieran organizados según causas locales diversas – las razones de Bariloche no son iguales a las de Rosario, ambas gobernadas por partidos diferentes – todos encontraron un sustrato social dispuesto a participar y sacar el mayor provecho del pillaje. Un conjunto de conciudadanos que sufren la pobreza, la regresión del ingreso, la tendencia a la baja de los salarios de los sectores populares y que habitan las periferias de las ciudades en condiciones de marginalidad social y con riesgo criminal.

Las fallas están asociadas a la falta de educación de calidad y al estancamiento del empleo privado, que a su vez generan el fenómeno de los jóvenes Nini (ni estudian, ni trabajan) que suman 900.000, según la Cepal, y son mano de obra disponible para saqueos y otras actividades delictivas, entre las que el tráfico de drogas ha crecido de forma exponencial. Por lo tanto, esto se entronca con la seguridad ciudadana y los hechos de robos seguidos de muerte, una de las principales preocupaciones en la escala de prioridades de todas las consultas y encuestas. Sin embargo, el gobierno no ha desplegado políticas serias en esos tópicos.

Ante los saqueos, la presidente mantuvo nueve días de silencio – como en casi toda conmoción social que ha sacudido su mandato y el de su marido – para luego arremeter con su consabido: “Les pido a los que no estén de acuerdo que formen un partido”. Así aconsejó a sindicalistas y a intendentes luego de responsabilizarlos por los saqueos, que habrían tenido el objetivo de desestabilizar a su gobierno. Antes, Berni y del Jefe de Gabinete Juan M. Abal Medina le habían puesto nombre y apellido a los desestabilizadores: Hugo Moyano y Pablo Michelli.

Es de esperar que el 9 de enero, un día antes de que Hugo Chávez debiera asumir la presidencia de Venezuela, la Fragata Libertad haga su entrada triunfal en el Puerto de Mar del Plata. ¿Se animará la presidente a ser el centro de un recibimiento popular?

Con el 2015 en la mira

Ante el olfateo de la debilidad presidencial, el PJ está procesando sus alternativas: Daniel Scioli surge como la figura estelar, esgrimiendo un discurso respetuosamente propio y protagonista del último reportaje del año del oficialista Página 12. Prolijo doctor de todos los heridos del peronismo por el rayo cristinista; cultor de la afabilidad, la escucha y el diálogo, el ex motonauta – augurado presidente por su mentor, Carlos Menem – sigue su camino hacia la meta Rosada.

En el amplio brindis de fin de año con la prensa, con la que el gobernador tiene trato diario, Scioli evitó tomar posición respecto de la estatización del predio de La Rural y volvió a alinearse al marcar a la Presidente Cristina Kirchner como la máxima conductora. Pero las diferencias, brotan por todas partes, tanto en los gestos como en las declaraciones. En esta oportunidad dijo: “Por el respeto que me merece la prensa y el trabajo que ustedes hacen, quería de esta manera recibirlos y decirles que para nosotros también son una guía de trabajo cuando se hacen eco de nuevas demandas ciudadanas o plantean quejas o problemas”.

El Vicegobernador Gabriel Mariotto – algo calmado luego de chocar varias veces con Scioli – despidió el año el año en la Cámara Senadores de la Legislatura provincial, faltando al ágape del gobernador.

Sergio Massa y el perseverante José Manuel de la Sota también están anotados en la carrera por la sucesión, el cordobés reemplaza sus pocas chances con un discurso más confrontativo, en tanto el intendente de Tigre suma adherentes dispuestos a colgarse de su excelente imagen pública.

Los tres candidatos tienen en claro que el “modelo” está agotado, que ahuyenta las inversiones, confronta demasiado, insiste con el aislamiento internacional, etc., o que necesita un cambio que el cristinismo no está dispuesto o en condiciones de dar. Junto con ese agotamiento, la imagen de la presidente se va difuminando y sólo alcanza algún destello de claridad cuando la furia la enciende.

Algunos especulan con la posibilidad de que una sucesión de reveses ponga a la presidente ante la opción que dicen estuvo a punto de tomar cuando la derrota de “la 125”. En aquel entonces Néstor estaba para contenerla, hoy la soledad es cada vez más grande.

Publicado en Escenarios Alternativos