El nuevo envío de Escenarios Alternativos, el Portal que edito desde hace varios años, analiza en varios artículos y en su habitual Coyuntura Política, los últimos acontecimientos de la vida pública del país. Alejandro Bonvecchi compara el llamado modelo kirchnerista con el esquema desarrollado por el PRI mexicano y Fabio Quetglas aborda los problemas actuales de gestión y gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, una ciudad rica con una administración pobre. En el aspecto económico, Luis Rappoport desmenuza el modelo económico kirchnerista que se basa en una mina activada por el gasto público y controlada por el precio del dólar y las tarifas de servicios públicos. En el plano internacional, Claudia Hilb reflexiona y sintetiza las conclusiones del reciente Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba y, por último, Roberto Russell tercia en la polémica planteada entre polarización e integración de los países de América Latina. Como siempre, el Portal ofrece en su Biblioteca todo el material publicado.
Raúl Alfonsín, contra lo que muchos creen, sólo había visto a Ernesto Sábato un par de veces antes de pedirle que integrara la CONADEP, pero sabía de su compromiso con la causa del género humano que lo llevó, a mediados de la década del treinta, a desistir de una estadía en la URSS como alumno de la escuela de cuadros leninistas reservada a selectos miembros del movimiento comunista internacional, en rechazo a los Procesos de Moscú y los crímenes Stalinistas.
El mismo compromiso que, a pocos semanas del golpe de 1955, lo llevó a decir en un reportaje en Radio Nacional pensado para hablar de literatura: “ No puedo hablar de ningún tema literario mientras a poca distancia de aquí, en la cárcel de Las Heras, se está torturando a militantes peronistas”.
Por eso, el Presidente Alfonsín – según cuenta Julia Constenla en su libro Sábato el hombre.Una biografía del año 1997,prologado por Monseñor Justo Laguna- dijo que: “ El 20 de Setiembre de 1984, cuando los miembros de la CONADEP me entregaron el informe en una sencilla ceremonia que duró tan sólo veinte minutos, fue uno de los días más importantes de mi vida. No tengo ni tendré nunca palabras para agradecer a las mujeres y hombres de diferentes ideas, culturas, religiones, que aceptaron el desafío de hundirse en el espanto”.
Ese agradecimiento corresponde que sea, por cierto, de todos lo hombres y mujeres de buena voluntad que habitan el suelo argentino.
Aprecio mucho la obra de José Pablo Feinmann y lo leo desde antes que sus textos se publiciten en las carteleras de la ciudad. Me impacta la diversidad de su trabajo: guionista y periodista, ensayista y docente universitario. De su producción literaria recuerdo haber leído Ni el Tiro del Final, La Astucia de la Razón y El Mandato.
Aunque no frecuenté sus textos sobre filosofía, sí recorrí sus ensayos políticos como Peronismo, Filosofía de una Persistencia Argentina. En este trabajo, dedicado a reivindicar el peronismo, las ácidas críticas al propio Perón vienen acompañadas de algunas consideraciones muy osadas, como cuando califica de “tristemente patético” el Discurso de Parque Norte del Presidente Alfonsín en Diciembre de 1985, o llega a la arbitrariedad de imputar a la Juventud Radical de “complicidad” en arrojar, en las décadas de los sesenta y setenta, a la juventud a la violencia política . .
En El Flaco, Diálogos Irreverentes con Néstor Kirchner, su última entrega, Feinmann lo califica como el “Presidente más brillante, más lúcido, más veloz y de mejor formación política que tuvo este país” y a su señora como “una mujer de excepcional formación política, inteligente y, para colmo y desdicha de muchos miserables que quisieran verla tan horrible como una bruja “montonera”, es bonita y femenina”.
Está bien, es un juicio y es su opinión que merece todo el respeto pero, punto y seguido, afirma que existe “frente a ella, una galería de tontos y de impresentables” . Es posible que yo mismo, y tantos otros, reunamos – a su parecer- uno o ambos atributos. Lo que resulta inaceptable, y también imperdonable, es que remate la oración con una sentencia: “Todos fascistas”. Eso sí que no Feinmann. Eso no!!!.
En ese texto, tal vez inadvertidamente, Feinmann revela algo que todos sabíamos pero que nunca fue reconocido: el desinterés histórico de Kirchner por la causa de los derechos humanos. Es sabido que Kirchner nunca firmó, en su condición de abogado, un habeas corpus, ni formó parte de ningún organismo. Tampoco se conocen declaraciones suyas referidas al Informe de la CONADEP y los Juicios a los Comandantes y, menos aún, críticas a los indultos de Menem.
Entonces, cual es el origen de su repentina motivación?. La respuesta está en uno de sus “diálogos irreverentes” con Kirchner que trae el libro, precisamente en el Capítulo VI, titulado Cuestiones Teóricas: el Poder, ¿una construcción de la política?. Allí, luego de una reflexión del autor sobre el tema del poder que podría resumirse, en clave gramsciana, si éste se conquista o se construye, Kirchner le dice: “nuestro punto de partida tiene que ser los derechos humanos. ¡Ni hablamos de los derechos humanos!”.
Así, el libro de Feinmann nos permite saber que Kirchner descubríó por especulaciones de poder y cálculo de correlaciones de fuerza , y no por convicciones o imperativos éticos, la importancia de la vigencia de los derechos humanos en una sociedad democrática en una imprecisada noche, seguramente fría, de Julio o Agosto del año 2003.
Los discursos de la Presidente Cristina Kirchner se recuerdan, en general, por no ser leídos.
En un interesante trabajo de IPSOS se analizan los cuatro discursos pronunciados frente a la Asamblea Legislativa donde se concluye que, recorridos de manera secuencial, “ vemos una explicación que parte desde un acuerdo colectivo, para llegar al logro de sólo dos personas sacrificadas que contra todos los enemigos lograron imponer lo mejor para todos. De la propuesta de unidad, hacia la consolidación de una diferencia de modelos antagónicos”.
Ipsos Mora y Araujo – Situacion y Perspectivas Nro 60
El FMI y la Tasa Tobin
En 1972, un año más tarde de la decisión unilateral de Richard Nixon declarando la inconvertibilidad entre el dólar y el oro, James Tobin – Premio Nobel de Economía de 1981– propuso la fijación de una reducida tasa impositiva con el propósito de atemperar la especulación financiera y promover la estabilidad en esos mercados. Se trataba, como él mismo planteaba, de “poner un poco de arena en los engranajes del sistema financiero internacional”.
En su momento la idea, aceptada en su formulación teórica por algunos, recibía cuestionamientos por la viabilidad de su implementación que el paso del tiempo, y los adelantos tecnológicos, ayudaron a despejar.
Por su parte, la crisis financiera global iniciada en los Estados Unidos en el año 2008 – hipotecas “subprime” mediante- puso en debate público una iniciativa sólo propiciada, hasta entonces, por grupos reducidos de activistas sin mayor influencia social.
En efecto, en los últimos meses Jefes de Estado y de Gobierno de diversas extracciones políticas, entre otros Gordon Brown, Sarkozy y Angela Merkel se pronunciaron con argumentos variados, a favor de su implementación.
Un aspecto que acrecentó su popularidad en los responsables políticos es su potencial recaudatorio, sobre todo en épocas que, por la crisis global, la política fiscal anticíclica exige cuantiosos recursos que afectan negativamente la cuentas públicas. La estimación de la recaudación posible depende, como es obvio, de los supuestos que se hagan sobre la base de la imposición, las tasas que se propicien, el impacto sobre el volumen de transacciones y los posibles grados de evasión. Sin embargo, según los cálculos menos optimistas disponibles, la recaudación anual sería de, al menos, 17000 millones de dólares anuales, alrededor de un tercio de los recursos que Naciones Unidas ha estimado necesarios para financiar los Objetivos del Milenio.
Hasta ahora, las dificultades de naturaleza política aparecían como insalvables para un tributo que requiere de aplicación a escala global, sobre todo cuando se estima que el 84% de las transacciones cambiarias tiene lugar en los mercados del Reino Unido, EEUU,Japón, Singapur, Hong Kong, Alemania, Francia, Australia y Suiza.
Por eso, cuando el lunes 4 de Abril el Director Gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, pidió “ un mayor avance en la reforma del sector financiero, inclusive en el ámbito transfonterizo, y propuso un impuesto a las actividades financieras” mucho más que una declaración estaba dándole piso de marcha aun asunto crucial para la gobernanza global.
