Con dos meses de atraso en las estadísticas oficiales y el vacío de datos sobre pobreza so pretexto de no “estigmatizar” a esos millones de argentinos que sufren las consecuencias del facilismo económico oficial, varios maquillajes ocultan los crecientes desequilibrios fiscal, monetario, cambiario y la distorsión de precios relativos.
El año 2014, el de peor desempeño de la economía bajo el kirchnerismo, con caída del consumo, el empleo y los salarios reales y aceleración inflacionaria, dejó paso a un 2015 en el que los efectos recesivos han moderado la proyección de la tasa anualizada de inflación que pasaría de 40 por ciento al 27 por ciento para este año. La causa de este descenso no es nueva para la historia de la economía argentina: Recesión y atraso cambiario financiado con deuda – en gran parte de corto plazo – y un poco de privatizaciones para obtener divisas – licitaciones del 4G – y cierta moderación monetaria – difícil de mantener en un año electoral – explican el fenómeno. Con este esquema y un mayor celo en los controles de capitales y del comercio exterior, el gobierno ha logrado estabilizar el mercado de cambios y darle oxígeno a su apuesta por el atraso cambiario – con su efecto “narcotizante” – para sostener un nivel de competitividad externa que podría llegar en poco tiempo – más aún si el Real se mantiene por arriba de los 3 por dólar – a niveles comparables con los de la década del 90. Con estas medidas se ha evitado la crisis de balance de pagos, sumado a que la posibilidad de recambio de gobierno mejoró las expectativas de los empresarios que dan por descontado una futura reinserción en los mercados financieros globales, elevando el precio de los bonos, reduciendo el riesgo país a su menor nivel desde 2005 y poniendo un techo a las brechas cambiarias. La transición hacia el próximo gobierno podría resultar más suave que lo esperado, con una confianza del consumidor para el mediano plazo en su mayor nivel desde 2006. Como balance de la segunda gestión económica de Cristina Fernández y de Axel Kicillof podemos anotar que la actividad industrial mostró en 2014 niveles similares a los de 2010; que la producción de acero es la misma que en 2005; la de automóviles que en 2006; y que la refinación de petróleo es igual a la de 2007. Los despachos de cemento y la producción de petróleo fueron en 2014 menores a los del último año sin cepo y la faena bovina es hoy 17% más baja que la del año previo a la crisis del campo. Este estancamiento no se observa solo en la producción. El empleo privado creció 0.5 por ciento por año desde mediados de 2011, menos de la mitad del crecimiento de la población y el salario real permanece estancado desde entonces, a pesar de la apreciación cambiaria. Las exportaciones e importaciones están en los mismos niveles que 2008. La lista sigue y se extiende al conjunto de la economía en la que son pocas las excepciones que escapan al estancamiento desde 2011, entre ellas la administración pública – sostenedora del empleo – y el sector financiero, que registra enormes ganancias para el período. La comparación internacional, tampoco es buena. Tomando como referencia los 127 países con más de 3 millones de habitantes para los cuales hay datos, Argentina se ubica en la posición 117 en cuanto al crecimiento acumulado entre 2011 y 2014. Si miramos solo 2014, la contracción de 2 por ciento nos ubica en un impactante puesto 124. Solo 3 países de este pelotón crecieron menos que la Argentina el año pasado. Libia (-20 por ciento), Ucrania (-6.5 por ciento) y Venezuela (-3 por ciento), dicho de otro modo: la Argentina creció, en 2014, menos que el 98 por ciento del planeta. El desbarajuste producido por la inflación también tiene efectos visibles sobre una parte del trabajo asalariado y ha originado dos paros nacionales. En la Argentina, un asalariado paga el máximo del impuesto a las ganancias con un ingreso de 2500 dólares; en Uruguay con una de 14000 dólares; en Chile con 11400 y en Perú con 6100 dólares. La distorsión registrada durante el segundo mandato de Cristina Fernández ha transformado en regresivo un impuesto que nació progresivo. Es decir que, con todos los esfuerzos en llegar al fin del mandato, podemos afirmar que la misión está siendo cumplida por el oficialismo a costa de anotar la peor performance para el fin de ciclo kirchnerista, coincidente también con el fin del “viento de cola” que se levantó allá por el año 2003. La herencia, o “la bomba” como la han apodado algunos periodistas, requerirá de gran pericia para retornar a los equilibrios. Recuperar el crecimiento de la actividad, el empleo y los salarios, bajar la inflación, estabilizar las cuentas públicas, desandar el atraso cambiario y tarifario, el déficit de infraestructura y volver sustentable el balance de pagos y de reservas, serán objetivos complejos para un gobierno que deberá abordar esa tarea con un Poder Legislativo en el que no tendrá mayorías. En el caso de que el próximo presidente sea del arco opositor no peronista, situación que podría darse si la coalición electoral UCR-PRO-CC logra forzar una segunda vuelta, deberá gobernar formando coaliciones de gobierno, o por decreto. Formar coaliciones de gobierno implica un acuerdo entre partidos por el cual se acomete una agenda legislativa común, compartiendo lugares de decisión con el o los partidos con los que se acuerda. Gobernar en minoría en la Argentina es un gran desafío, a la luz de su historia política. Para que las coaliciones funcionen son indispensables acuerdos explícitos sobre un programa común y una distribución políticamente equilibrada de los cargos en el Poder Ejecutivo, como por ejemplo, en Brasil, Chile y Uruguay. Salta El actual gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey se impuso con el 47 por ciento de los votos en las primarias, a Juan Carlos Romero que obtuvo el 33 por ciento y deja el camino allanado a su re reelección. Tal vez a sabiendas de que las futuras elecciones que se encadenarán hasta octubre – o noviembre – de este año, no presagian posibilidad de sacarse fotos con candidatos victoriosos, todos los precandidatos presidenciales del FpV posaron con Urtubey: Aníbal Fernández, Sergio Urribarri, Agustín Rossi, Daniel Scioli y Florencio Randazzo estuvieron presentes a la hora del festejo. Es más que probable que ninguno de ellos acuda luego de las próximas elecciones de Santa Fe; Córdoba; Mendoza y la Ciudad de Buenos Aires. Obama no es Bush Esa verdad de Perogrullo no parece haber sido notada por la presidente Cristina Fernández que desgranó un discurso con una dureza contrastante con la sabiduría con la que Raúl Castro o el mismo Rafael Correa tomaron el giro histórico de los EE.UU. frente al gobierno de Cuba. La razón reside en su egolatría y en que sus discursos son para consumo local, carecen del más mínimo sentido de la diplomacia – no confundir con hipocresía – cuyo manejo está en manos de personas de escasa idoneidad. El desplante, la falta de puntualidad, han sido constantes de una actitud adolescente de la presidente en estas reuniones multilaterales. Curiosamente, las cumbres americanas nacidas en 1994 con el propósito de impulsar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), tuvieron en la edición de noviembre de 2005 y con la presencia de George W. Bush, en Mar del Plata, su certificado de defunción junto con aquella iniciativa. De “La Feliz” a Panamá, no hubo motivos para que estas cumbres llamaran la atención. Pero la del país de Torrijos estuvo signada por la gradual normalización de vínculos entre La Habana y Washington y la anacrónica orden ejecutiva de Estados Unidos considerando a Venezuela como una amenaza a su seguridad nacional. En ese marco, el encuentro mostró el histórico apretón de manos de los presidentes norteamericano y cubano, junto a la crónica falta de coordinación de política exterior de los países de América del Sur. El canciller uruguayo condenó la violación a los derechos humanos en Venezuela y ratificó que en esa materia no cuenta la no intromisión en asuntos de carácter doméstico. Dilma Rousseff hizo lo propio y asistió a la cena de empresarios a la que los presidentes de países “bolivarianos” no acudieron. En ese sentido, la Argentina mantiene una conducta, no se preocupa por los derechos humanos en Venezuela, pero tampoco lo hace cuando negocia créditos con China o con Rusia. |
La UCR Protagonista
La UCR levanta su voz y es protagonista de la elección presidencial. Las razones para una estrategia. Lo que viene. El oficialismo se cierra sobre sí y quemará las naves hasta el final del mandato.
De pronto, la UCR, denostada como un partido alicaído, logró sacudir la atención de manera insospechada y plantar condiciones para las elecciones nacionales que se avecinan, dando el ejemplo de que los partidos en un sistema democrático son la institución política por excelencia. Luego del intento de cohesionar un polo de poder en UNEN, la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical votó el fin de semana pasado, por una estrategia electoral con chances de llegar al gobierno, y por Ernesto Sanz como representante y mentor de esa línea de acción.
La estrategia, consistente en plantear las próximas PASO entre la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, del PRO de Mauricio Macri y de la UCR Ernesto Sanz, con una boleta unificada de legisladores y con acuerdos provinciales claros, como una forma de tener una coalición amplia con buenas probabilidades de alcanzar el poder en este año y con la chance segura de aventar cualquier fantasía oficialista de ganar en primera vuelta con el candidato que fuere. Además de asegurar y ampliar los cargos electivos de la UCR en todos los distritos del país.
El acuerdo refuerza la posición de candidatos radicales que están bien posicionados para vencer al oficialismo en Mendoza, Santa Cruz, La Rioja, Jujuy, Tucumán, Tierra del Fuego, Neuquén, Río Negro, Córdoba, Santa Fe, Catamarca, Corrientes, Entre Ríos y Chaco.
La decisión de la Convención sostiene la necesidad de un acuerdo de políticas públicas basado en la urgencia de recomponer el equilibrio republicano, sin por ello derogar en forma masiva las leyes impulsadas por el kirchnerismo en los últimos años. La coalición tiene en claro que esta no ha sido una década ganada, pero tampoco han sido diez años de errores. El propio Sanz declaró: “Lo que viene es establecer un programa común y no tengo dudas de que vamos a hacerlo, más allá de que va a haber diferencias porque no somos iguales. La regla general es la integración de listas en todo el país, y donde no podamos hacerlo habrá competencia”.
En esa dirección, la Convención Nacional elaboró un documento que hace una descripción acabada, profunda y contundente del populismo; pone el acento en la educación y la recuperación del mérito y el esfuerzo en la sociedad; convoca a la dirigencia nacional para recuperar el valor, la integridad y la eficacia del Estado; instala la necesidad de modernizar la estructura productiva del país; e identifica tres pilares para el desarrollo: igualdad y libertad, modernización productiva y calidad de vida urbana y rural.
El documento advierte “que el desarrollo no se alcanza mediante un gasto estatal desenfrenado sin ocuparse de los cambios estructurales; que aumentar el intervencionismo estatal y la presión fiscal no significa que esto redunde a favor de los que menos tienen; que utilizar una fraseología progresista no implica implementar políticas de progreso.”
En cuanto al desarrollo social, advierte que “nuestro propósito es pasar de un estilo de intervención estatal paternalista que llega tarde, mal y arbitrariamente ante los problemas sociales, cuando estos ya se han dado, por uno de políticas de bienestar positivo.”
Y en educación postula que “el sistema educativo no opera como un instrumento de inserción productiva e igualación de oportunidades; más bien, tiende a perpetuar la segmentación social. Un fuerte desafío para los próximos años es hacer que la educación sea vista, y de hecho funcione, como un vehículo para el progreso de las generaciones que hoy son jóvenes.” Además, “los recursos económicos destinados a la educación han aumentado en todas las jurisdicciones provinciales y, a pesar del leve retroceso de los últimos años, aún hoy gastamos por alumno más que México, Brasil, Chile, Colombia y Uruguay, obteniendo peores resultados.”
“Debemos terminar con la improvisación, el aislamiento, la desconfianza, el centralismo, la ignorancia y la arbitrariedad que abundan hoy dentro del Estado.” De un Estado que debe garantizar la institucionalidad, porque “sin legalidad constitucional no hay libertades, derechos, ni garantías para la vida y el desempeño personal y social. El desarrollo requiere de la previsibilidad que el decisionismo niega.”
Finalmente, exhorta a que “la apasionante y enorme tarea del progreso demanda que la dirigencia perciba y comprenda las oportunidades y amenazas que se plantean a la Argentina y haga un esfuerzo proactivo y responsable para gestar una estrategia global del país entero para reafirmarse y salir bien plantados en esos escenarios cambiantes y complejos.”
Esta estrategia de la UCR parte de la base de un diagnóstico del sistema político que Néstor Kirchner modeló a su conveniencia desde el año 2003 y que su esposa Cristina profundizó desde el 2011 cuando obtuvo el 54 por ciento de los votos, sacándole 40 puntos al segundo contendor. Esto es, un sistema político desequilibrado con tendencia hegemónica que le permitió a la actual presidente – con amplio control sobre el Congreso – pasar leyes que, de alguna manera, significaron una virtual reforma constitucional “en cuotas”. Iniciativas como la re-reelección de Cristina Fernández fue desactivada por el trabajo de Ernesto Sanz que desde el Senado reunió los votos necesarios para impedir esa iniciativa; del mismo modo que se ha opuesto a la designación del reemplazante de Eugenio Zaffaroni en la Corte Suprema. Por su parte, el Poder Judicial tuvo que cumplir su rol republicano de control, frenando iniciativas del Ejecutivo que le valieron ataques que hasta hoy reciben del oficialismo.
Además de confeccionar las listas y el programa de acuerdos mínimos, la UCR, con el liderazgo de Ernesto Sanz tiene ante sí un desafío de proporciones titánicas porque hay mucho por ganar, por ejemplo, las PASO. No es imposible, con un buen candidato como Sanz y una militancia dispuesta a una gran campaña que tendrá al aparato estatal de propaganda en contra que ya se oye machacando sobre las heridas de la UCR.
Por caso, la comparación de la coalición con la Alianza de fines de los ’90, sin reparar en que la experiencia fallida no invalida un instrumento político valioso como la coalición que permite la competitividad electoral y, a la vez, la posibilidad de preservar identidades partidarias. Tenemos el ejemplo de Chile donde la coalición entre la Democracia Cristiana y el Partido Comunista no implica que cada fuerza renuncie a su ideología, aún en ejercicio del gobierno. O en Alemania, donde la Social Democracia, que toda la vida lucho por un salario mínimo, solo pudo alcanzar su objetivo en bajo la forma de una coalición de gobierno con otros partidos.
El nerviosismo oficialista
Aníbal Fernández regresó al puesto de Jefe de Gabinete que abandonara para asumir su bancada en el Senado y para “enderezar el barco” que Jorge Milton Capitanich no podía controlar, por su impericia y porque su atención estaba centrada en el pago chico, último refugio de su carrera política. Más atemperado en su afilada lengua, el quilmeño tendría su oportunidad de ser precandidato y está al servicio de un discurso que se parece más al peronista que al kirchnerista.
La presidente, lejos de las polémicas por el caso Nissman y ornada por la micro escenografía que se monta en la Casa Rosada cada vez que hace discursos por cadena nacional, sigue preocupada por el futuro y desterrando “traidores” de su lado, como Juan Carlos Mazzón, funcionario con oficina permanente en todos los gobiernos peronistas de Menem a Cristina, acusado de trabajar para Daniel Scioli, el “heredero del sillón de Rivadavia” mas no del modelo. No es casual que el encargado de despedir a Mazzón fuera Carlos Zannini el principal estratega del rumbo electoral del oficialismo. Su origen político “setentista” y su desprecio por todo lo que provenga del peronismo tradicional – tirria que comparte con Axel Kicillof – tensa la cuerda con los gobernadores e intendentes del PJ.
Scioli con su temple de amianto recibe andanadas del oficialismo inmutable. Hasta el 22 de junio, día en que vence la inscripción de las candidaturas, dará testimonio de su fe kirchnerista. Luego, no se sabe, no conocemos a un Scioli confrontativo, tratando por ejemplo, de contrarrestar la estrategia presidencial de que el peronismo pierda las elecciones y ella quede como líder de la oposición – con alguna base en el Congreso – plantada frente a un gobierno no peronista.
Cristina Fernández y Carlos Zannini están decididos a tomar el control de la Junta Electoral del PJ, para despejar cualquier intento de Daniel Scioli se presentar listas en todas las categorías. El objetivo de ambos es armar listas con diputados y senadores nacionales de La Cámpora e incondicionales; y en todo caso limitar la primaria a un enfrentamiento entre Daniel Scioli y Florencio Randazzo, llevando ambos una boleta unificada de legisladores, confeccionada por la presidente y, tal vez, con su figura a la cabeza. Al igual que Carlos Menem, quien hoy cuenta con fueros hasta el 2019, tanto la presidente como varios camporistas necesitan salvoconductos para evitar la intemperie judicial.
Esa premisa fue “desobedecida” por Mazzón en el armado de las listas de Mendoza, donde los “chicos de La Cámpora” quedaron con la ñata contra el vidrio, lo que habría causado su despido de la Casa de Gobierno.
CFK, Charly García y Maquiavelo
La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en línea con la intensa publicidad oficial, ha dicho recientemente que ” nosotros somos el amor a la Patria”.
No nos sentimos atraídos por la idea de recordar a Charly García -que en su tema “Las Botas Locas” decía: “si ellos son la Patria, yo soy extranjero”– pero si, tal vez, pedirle a la Presidenta que no atienda a sus consejeros si le acercan aquel texto de Maquiavelo que recomendaba para la salud de la Patria no tener en consideración lo que es “justo o injusto, compasivo o cruel”.
El Secreto es la Esencia del Poder
La estrategia del último tramo de gobierno kirchnerista: a todo o nada. Cristina Fernández demuele todas las obras políticas de su marido. El pánico al llano y a la acción de la Justicia.
El título de nuestra coyuntura política ha sido tomado prestado del politólogo Norberto Bobbio, quién en su texto Democracia y Secreto desgrana la importancia del secreto en la construcción y mantenimiento del poder, asunto que se exacerba en los regímenes autocráticos. En esa línea que hace del secreto un arma fundamental, no es casualidad que un ensayista como Uki Goñi, especializado en nazismo y estalinismo haya escrito en el New York Times un artículo sobre los “suicidados” en la historia política del peronismo, a propósito de la muerte de Alberto Nisman. Un crimen de gran repercusión internacional.
En ese sentido, el gobierno de Cristina Fernández acumula dos suicidios notables, el de Iván Hein, economista de La Cámpora y el del mencionado fiscal Nisman, ambos profesionales encumbrados en su actividad por Néstor Kirchner. El primero murió en circunstancias extrañas y el segundo luego de denunciar a la presidente por querer encubrir los atentados a la embajada de Israel y de la AMIA. A la muerte del joven economista la vamos a dejar de lado, pero la muerte del fiscal que está estremeciendo a los núcleos pensantes de la sociedad argentina y del mundo, la vamos a desmenuzar un tanto.
En primer lugar, el episodio se desarrolló en el contexto del – hasta hoy – inexplicable cambio de rumbo en las relaciones internacionales de nuestro país que incluye una revisión del vínculo con Irán, llevada a cabo con reuniones secretas entre funcionarios de ese país y el canciller Héctor Timerman a partir de las cuales se llegó a la elaboración del abstruso e inaplicable – en términos de la acción de la justicia – “memorándum de entendimiento”. El acuerdo nunca fue ratificado por el congreso de Irán, probablemente debido al cambio de presidente, razón por la cual jamás entró en vigencia. El secreto de esas reuniones clandestinas fue vulnerado por el recientemente fallecido Pepe Eliaschev, lo que le valió al periodista todo tipo de descalificaciones y desmentidas oficiales.
Para comprender este cambio de rumbo en las RRII del país, como para otros casos, es probable que haya que ahondar en aspectos psicológicos de la actual conducción del país. Tal vez, cierto afán de protagonismo y anticipación ante lo que se consideró la “decadencia de Occidente”, hayan impulsado al kirchnerismo a negociar con “la primera economía del mundo” como sostuvo erróneamente la primera mandataria en su desopilante viaje a China. O a aceptar el abrazo de oso ruso, a la vez que la Argentina se distancia de sus socios regionales para apostar a alianzas con países que no podrían integrar la OEA por no exhibir credenciales democráticas. Países en dónde el secreto y las muertes misteriosas son moneda corriente.
El segundo ingrediente es la acción del fiscal Nisman, presuntamente precipitada por la intervención de la Secretaría de Inteligencia, en donde moraban sus informantes clave; y el movimiento del poder Ejecutivo sobre el Judicial con la designación de fiscales en forma irregular por parte de la Procuradora Alejandra Gils Carbó, que lo habrían tenido a él como próximo blanco. En este marco se produce su muerte y desata una serie de temores en la sociedad al punto de que la diputada Elisa Carrió ha salido a pedir que “Milani no la mate”, en obvia referencia a su labor de inteligencia militar, pasada y presente en favor del modelo “nacional y popular”.
La sempiterna disposición del kirchnerismo a ver conspiraciones en todas partes – contracara necesaria del secretismo – lo llevó a responder tarde y mal y a enzarzarse en discusiones mediáticas acerca de la muerte del fiscal, como si fueran meros opinadores de hechos públicos.
El secreto y la posibilidad de que la Justicia lo saque a la luz ha desquiciado las entrañas del kirchnerismo y como manotazo de distracción disolvió la SI y creó la Agencia Federal de Información, como si un cambio de nombre garantizase un cambio de contenido o la democratización de uno de los lados más oscuros de nuestro sistema, una auténtica rémora del pasado autoritario.
Si el secreto es rey, la traición es reina y, aparentemente, la traición de los servicios de inteligencia de la SI, utilizados por los Kirchner durante todos estos años para controlar a opositores, jueces y periodistas, causó la furia de Cristina Fernández en un año en que volverá a la intemperie del ciudadano común. El fin de la feria judicial probablemente acelere los procesos judiciales que salpican al poder y los “carpetazos” serán elaborados en otro lado ¿o cambiará la metodología?
Abandonar el Mercosur; romper la alianza con Hugo Moyano; dinamitar puentes con los empresarios de todos los rubros; realinear a la Argentina con las potencias emergentes – una suerte de tercera posición que fuera pensada por Perón en función de una Tercera Guerra Mundial – alejarse del PJ; deshacerse de los espías y avanzar sobre la Justicia, son algunas de las acciones que Cristina Fernández emprendió destruyendo las obras de su marido. En su lugar ha levantado coaliciones frágiles y alianzas endebles basadas en el secreto y en los recursos del Estado.
Mientras esto ocurre, el “caso Nisman” marca para el gobierno un “intento de desestabilización” que en un año electoral tendrá, con seguridad, repercusiones en la espiralización de un conflicto que amenaza con ganar la calle. A la marcha convocada para el 18 de febrero por un grupo de fiscales, no sería raro que se le retruque con otra para ratificar la lealtad al líder, cuya popularidad está en baja y amenaza las chances de los precandidatos presidenciales “puros” del FpV.
Pol un puñado de aloz
Y el secreto que ya había comenzado con los acuerdos con Chevrón, aún no develados, continuó con los tratados comerciales firmados con China en los que resaltan una iniciativa científico/militar de dudosa finalidad y la infaltable presencia de empresas, directa o indirectamente ligadas a la presidente, para intervenir en contrataciones millonarias.
Es lícito pensar que las ventajas impositivas y comerciales que China obtuvo de un kirchnerismo ávido de divisas, serán onerosas para los gobiernos venideros. Pasaron sin más que un efecto publicitario los acuerdos con Angola; Azerbaiyán y Rusia, cuando el humo de la huida del kirchnerismo se disipe, tal vez ocurra lo mismo con el gigante asiático.
China necesita alimentos y energía, por lo que despliega en la región una estrategia de grandes inversiones a cambio de esos productos. En Venezuela avanzó sobre el petróleo y en nuestro país con alimentos y petróleo. En ambos casos se continúa con la primarización de las respectivas economías.
Un análisis de las relaciones con China durante el decenio 2003-2013 muestra que: el 85 por ciento de las exportaciones argentinas consisten en soja y sus derivados y petróleo crudo, mientras que el 85 por ciento de las exportaciones de China hacia la Argentina son productos manufacturados. Si se coloca la lupa sobre el déficit acumulado entre 2008-2013, la cifra de 19.000 millones de dólares muestra a las claras cuál es el problema, que seguramente se profundizará con los nuevos acuerdos.
La pasión ferroviaria repentina del gobierno también se inscribe en esta lógica. A pesar de los distintos planes anunciados por Néstor Kirchner que rehabilitó los históricos talleres de Tafí Viejo en Tucumán, el país abandonó no sólo la fabricación de trenes sino la misma producción de durmientes de hormigón – para lo cual hay media docena de productores locales – que serán importados a China a un costo de 300 millones de dólares para reconstruir el Belgrano Cargas.
De la “década ganada” “al año que vivimos en peligro”, una película que ya vimos, pero que como sociedad nos empecinamos en repetir.
En doce meses los argentinos tendremos otro gobierno luego de una experiencia de doce años que, además de ser la más extensa desde los años treinta del siglo pasado, se distingue por la impotencia para ofrecer una alternativa competitiva y sentida como propia por sus líderes y seguidores.
De aquí a un año la actividad económica continuará en retroceso; mantendremos la posición en el podio mundial de los índices de inflación y desocupación combinados; la extravagante política energética seguirá condicionando el sector externo y las cuentas públicas; se acentuará la destrucción de empleo y la representación de los trabajadores seguirá dividida.
Así, la próxima administración enfrentará un duro y exigente escenario social dado que ya hoy, uno de cada cuatro argentinos y dos de cada diez hogares están en situación de pobreza.
Además, es necesario prever que, en su ocaso, la actual administración profundizará su estrategia de desnaturalizar el funcionamiento del sistema republicano.
Al mismo tiempo se debe reconocer que el mundo no sólo ofrece un panorama menos estimulante que en el pasado reciente, sino que seguirá mirando con desconfianza a la Argentina.
Como se ve, el número y la densidad de los problemas a enfrentar no nos habilitan a pensar que el cambio de expectativas generado por el relevo de los ocupantes de la Casa Rosada será suficiente para superar las exigencias.
En otras palabras, es necesario asumir que, además de un cambio en la tripulación, debemos re orientar el rumbo de los asuntos públicos, adecentar las conductas de los gobernantes, atender las amenazas de la criminalidad organizada y actualizar los estilos de gobierno. La hipótesis política más probable es que el próximo turno electoral traerá la novedad del balotaje, o doble vuelta, para elegir Presidente y, por otro lado, todo indica que ninguna fuerza política contará con mayorías propias en el Congreso por lo que están descartadas, enhorabuena, las opciones de gobernantes plebiscitados y los liderazgos providenciales.
Así, más por necesidad que por virtud, el sistema político deberá demostrar que está en condiciones de ofrecer la capacidad de enhebrar los acuerdos de gobierno, amplios y duraderos, que afronten el desafío de orientar reformas perdurables y consistentes para: 1) afirmar la reconstrucción institucional y el fortalecimiento del Estado, dejando atrás la práctica de confundir Partido y Gobierno; 2) promover la cohesión social que diluya el riesgo que la desigualdad social significa para la convivencia democrática y pacífica; 3) mejorar la competitividad económica desde una perspectiva sistémica; 4) conducir al re prestigio internacional de la Argentina.
Es posible, aunque nada deseable, que en una elección se confunda la política con la farándula pero, en una sociedad democrática -compleja y diversa- los actores de los acuerdos de gobierno son los partidos políticos, sobre todo aquellos que tienen presencia y representación en toda la geografía del país porque, sencillamente, son los que tienen la aptitud para procesar las distintas visiones y expectativas de los diferentes actores sociales y las identidades e intereses múltiples y cambiantes de los ciudadanos.
Este camino, alejado -por un lado- del atajo populista que desprecia los partidos y desestima los mecanismos de representación democrática y, por otro, de los liderazgos personales que conciben la acción política como la concesión de franquicias políticas territoriales, es el que ha permitido a nuestros vecinos de Brasil, Uruguay y Chile afrontar exitosamente los desafíos de la modernización e integración de sus sociedades, a pesar de las acechanzas de la globalización.
Al argumento, previsible y conocido, que dice que nuestros hábitos y costumbres políticas nos impiden avanzar en esa dirección puedo responder que el pasado reciente enseña que -si queremos que además de un fin de ciclo seamos capaces de provocar un cambio de época- la buena política puede cambiar la cultura, como lo demostró la democracia inaugural del ochenta y tres, al terminar con la historia de cincuenta años de golpes de estado y alteraciones institucionales.