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Pingüinos a la Cacerola

La protesta masiva desatada el jueves 13 de septiembre interpela a varios sectores y expresa el cansancio social ante la soberbia y la falta de respuestas del gobierno. Las reacciones y los futuros posibles. La inflación obliga a actualizar la AUH.
Justo cuando la presidente Cristina Fernández de Kirchner advirtió que había que temerle como a dios, se desató una protesta masiva en las plazas del casi todo el país. De ese modo se quebró, como se quebró la convertibilidad en el 2001, un ingrediente fundamental de la alquimia de poder kirchnerista: el miedo. La marcha masiva, pacífica, aparentemente espontánea y no organizada por ningún partido político o grupo de interés – como cuando “la 125”- expresó el hartazgo de una buena parte de la sociedad ante un unicato que es sordo a los reclamos y que en vez de tratar los problemas centrales de los ciudadanos, fija agenda con el voto adolescente o estatiza empresas para cubrir sus actos de corrupción.
Las consignas en contra de la modificación de la Constitución para permitir la re reelección de la presidente; por mayor seguridad y mejor justicia; contra la corrupción; la inflación y el relato mítico del fundamentalismo K, fueron las más salientes de un público que seguramente contaba entre sus filas a votantes de un oficialismo que en su campaña no incluyó las restricciones para comprar divisas y viajar al exterior, la apropiación de YPF e Impresora Sudamericana o la transferencia de los fondos judiciales del banco Ciudad al Banco Nación (para hacer otra caja y mojarle la oreja a Mauricio Macri).
Pero no sólo el gobierno es el destinatario de la protesta. Si bien se lleva la mayor parte, el malestar se expresó en contra del Poder Legislativo, en tanto los representantes no parecen procesar las demandas de sus representados; y muy especialmente al Poder Judicial cuyos magistrados han recibido el mensaje de que sus fallos – y la celeridad de los mismos – serán vigilados de cerca por una multitud que espera justicia en el sentido más amplio del término. En resumen, la protesta social del jueves 13 fue un reclamo por una democracia de calidad en la Argentina. Eso incluye a todos los partidos políticos.
La cobertura de los medios es un ejemplo de la fractura social que impulsa el kirchnersimo. Los medios, oficiales y paraestatales, ignoraron y denostaron la marcha, mientras que los independientes cubrieron todo el evento.
Las reacciones y el después
Todo movimiento social contiene una diversidad y se aglutina en torno a un determinado problema común. En el caso del S-13, la heterogeneidad incluye a sectores que profesan un rencor acendrado al kirchnerismo y que no trepidarían en apelar a cualquier mecanismo con tal de ver a la presidente fuera de la Casa Rosada. Esas minorías son las que dan pábulo al fundamentalismo kirchnerista para ver conspiraciones destituyentes o para descalificar el movimiento con discriminaciones clasistas. Ese fue el camino elegido por el jefe de Gabinete Juan M. Abal Medina y otros funcionarios mandados por la presidente a restarle importancia a la marcha, primero por su insignificancia numérica y luego por su composición social. Sin embargo, algunos kirchneristas como José Luis Gioja y Daniel Scioli piden mesura, lo que no es lo mismo que pedirle a su líder que escuche los reclamos.
Los movimientos sociales se sostienen en el tiempo mientras no se resuelva el asunto que los anima a salir a las calles. Como lo más probable es que el gobierno ignore olímpicamente la señal del jueves, se abre la posibilidad de que estas marchas se sucedan y aumenten su caudal, salvo que alguna fuerza política capitalice y canalice sus reivindicaciones, o que – y no sería de extrañar- el kirchnerismo organice “contramarchas” para pulsear y retomar el control de las calles, asunto tan caro a los regímenes populistas.
El kirchnerismo ya cometió un error gravísimo, cual fue el haber roto su alianza con Hugo Moyano, ahora comete otro, romper definitivamente con la clase media. Finalmente, la presidente tendrá que quedarse con la misma alianza que mantuvo a Carlos Menem en el poder: algunos grupos económicos concentrados y las clases populares.
A propósito del líder camionero, el oficialismo lo va a extrañar a la hora de movilizar gente en un hipotético plan de reconquistar la calle, tarea que quedará en manos de La Cámpora, Kolina y los movimientos sociales comprometidos con el kirchnerismo. Por el contrario, junto con Pablo Michelli de la CTA, Moyano estaría planeando un paro conjunto, por primera vez.
Reconociendo la inflación
El aumento de la Asignación Universal por Hijo de casi el 26 por ciento, obedece a una “actualización” con la evolución de la inflación que informan las estadísticas provinciales. Desde su creación, la AUH no creció en términos reales y a fin de año estará por debajo de su nivel inicial. El resto de las asignaciones familiares también fueron incrementadas, aunque con un aumento diferencial de acuerdo al tramo de ingresos. Además, usando nuevamente un Decreto de Necesidad y Urgencia y a pesar de contar con una mayoría parlamentaria oficial, la presidente dispuso una modificación en el esquema general de las asignaciones familiares que ahora se definirán según el ingreso familiar y no del ingreso de cada uno de los conyugues, lo que obligó a Diego Bossio, titular de la ANSES a explicar cómo será el nuevo mecanismo, en una semana en la que tuvo que acudir a la Justicia por el conflicto con la provincia de Córdoba.
En 2012, la AUH, los salarios y las jubilaciones se han reajustado apenas alcanzando la inflación, tal vez esperando el año electoral – sin presiones para el pago de intereses de deuda externa – para ser más generosos. No obstante, el déficit fiscal que es el talón de Aquiles a partir de la cual se derivan casi todos los problemas que afectan al “modelo” económico por estos días, no pareciera mostrar ningún signo de mejora para el 2013. La situación de las cuentas públicas del gobierno se encuentra en continuo y franco deterioro y los problemas de las provincias serán atendidas según la cara del gobernador. Por lo pronto Jose M. De la Sota y Daniel Perlata clamarán en el desierto.
Si nada profundo cambia, la tendencia seguirá y teniendo en cuenta el rol central que cumple actualmente la debilidad fiscal como mecanismo propagador de problemas y desequilibrios al resto de la economía, es difícil pensar en una mejora ostensible de la situación en el corto plazo.

Editorial de Escenarios Alternativos del 17 de Setiembre de 2012

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