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Economía con Anestesia

Con dos meses de atraso en las estadísticas oficiales y el vacío de datos sobre pobreza so pretexto de no “estigmatizar” a esos millones de argentinos que sufren las consecuencias del facilismo económico oficial, varios maquillajes ocultan los crecientes desequilibrios fiscal, monetario, cambiario y la distorsión de precios relativos.

El año 2014, el de peor desempeño de la economía bajo el kirchnerismo, con caída del consumo, el empleo y los salarios reales y aceleración inflacionaria, dejó paso a un 2015 en el que los efectos recesivos han moderado la proyección de la tasa anualizada de inflación que pasaría de 40 por ciento al 27 por ciento para este año. La causa de este descenso no es nueva para la historia de la economía argentina: Recesión y atraso cambiario financiado con deuda – en gran parte de corto plazo – y un poco de privatizaciones para obtener divisas – licitaciones del 4G – y cierta moderación monetaria – difícil de mantener en un año electoral – explican el fenómeno.

Con este esquema y un mayor celo en los controles de capitales y del comercio exterior, el gobierno ha logrado estabilizar el mercado de cambios y darle oxígeno a su apuesta por el atraso cambiario – con su efecto “narcotizante” – para sostener un nivel de competitividad externa que podría llegar en poco tiempo – más aún si el Real se mantiene por arriba de los 3 por dólar – a niveles comparables con los de la década del 90.

Con estas medidas se ha evitado la crisis de balance de pagos, sumado a que la posibilidad de recambio de gobierno mejoró las expectativas de los empresarios que dan por descontado una futura reinserción en los mercados financieros globales, elevando el precio de los bonos, reduciendo el riesgo país a su menor nivel desde 2005 y poniendo un techo a las brechas cambiarias. La transición hacia el próximo gobierno podría resultar más suave que lo esperado, con una confianza del consumidor para el mediano plazo en su mayor nivel desde 2006.

Como balance de la segunda gestión económica de Cristina Fernández y de Axel Kicillof podemos anotar que la actividad industrial mostró en 2014 niveles similares a los de 2010; que la producción de acero es la misma que en 2005; la de automóviles que en 2006; y que la refinación de petróleo es igual a la de 2007. Los despachos de cemento y la producción de petróleo fueron en 2014 menores a los del último año sin cepo y la faena bovina es hoy 17% más baja que la del año previo a la crisis del campo.

Este estancamiento no se observa solo en la producción. El empleo privado creció 0.5 por ciento por año desde mediados de 2011, menos de la mitad del crecimiento de la población y el salario real permanece estancado desde entonces, a pesar de la apreciación cambiaria. Las exportaciones e importaciones están en los mismos niveles que 2008. La lista sigue y se extiende al conjunto de la economía en la que son pocas las excepciones que escapan al estancamiento desde 2011, entre ellas la administración pública – sostenedora del empleo – y el sector financiero, que registra enormes ganancias para el período.

La comparación internacional, tampoco es buena. Tomando como referencia los 127 países con más de 3 millones de habitantes para los cuales hay datos, Argentina se ubica en la posición 117 en cuanto al crecimiento acumulado entre 2011 y 2014. Si miramos solo 2014, la contracción de 2 por ciento nos ubica en un impactante puesto 124. Solo 3 países de este pelotón crecieron menos que la Argentina el año pasado. Libia (-20 por ciento), Ucrania (-6.5 por ciento) y Venezuela (-3 por ciento), dicho de otro modo: la Argentina creció, en 2014, menos que el 98 por ciento del planeta.

El desbarajuste producido por la inflación también tiene efectos visibles sobre una parte del trabajo asalariado y ha originado dos paros nacionales. En la Argentina, un asalariado paga el máximo del impuesto a las ganancias con un ingreso de 2500 dólares; en Uruguay con una de 14000 dólares; en Chile con 11400 y en Perú con 6100 dólares. La distorsión registrada durante el segundo mandato de Cristina Fernández ha transformado en regresivo un impuesto que nació progresivo.

Es decir que, con todos los esfuerzos en llegar al fin del mandato, podemos afirmar que la misión está siendo cumplida por el oficialismo a costa de anotar la peor performance para el fin de ciclo kirchnerista, coincidente también con el fin del “viento de cola” que se levantó allá por el año 2003.

La herencia, o “la bomba” como la han apodado algunos periodistas, requerirá de gran pericia para retornar a los equilibrios. Recuperar el crecimiento de la actividad, el empleo y los salarios, bajar la inflación, estabilizar las cuentas públicas, desandar el atraso cambiario y tarifario, el déficit de infraestructura y volver sustentable el balance de pagos y de reservas, serán objetivos complejos para un gobierno que deberá abordar esa tarea con un Poder Legislativo en el que no tendrá mayorías.

En el caso de que el próximo presidente sea del arco opositor no peronista, situación que podría darse si la coalición electoral UCR-PRO-CC logra forzar una segunda vuelta, deberá gobernar formando coaliciones de gobierno, o por decreto.

Formar coaliciones de gobierno implica un acuerdo entre partidos por el cual se acomete una agenda legislativa común, compartiendo lugares de decisión con el o los partidos con los que se acuerda. Gobernar en minoría en la Argentina es un gran desafío, a la luz de su historia política. Para que las coaliciones funcionen son indispensables acuerdos explícitos sobre un programa común y una distribución políticamente equilibrada de los cargos en el Poder Ejecutivo, como por ejemplo, en Brasil, Chile y Uruguay.

Salta

El actual gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey se impuso con el 47 por ciento de los votos en las primarias, a Juan Carlos Romero que obtuvo el 33 por ciento y deja el camino allanado a su re reelección.

Tal vez a sabiendas de que las futuras elecciones que se encadenarán hasta octubre – o noviembre – de este año, no presagian posibilidad de sacarse fotos con candidatos victoriosos, todos los precandidatos presidenciales del FpV posaron con Urtubey: Aníbal Fernández, Sergio Urribarri, Agustín Rossi, Daniel Scioli y Florencio Randazzo estuvieron presentes a la hora del festejo. Es más que probable que ninguno de ellos acuda luego de las próximas elecciones de Santa Fe; Córdoba; Mendoza y la Ciudad de Buenos Aires.

Obama no es Bush

Esa verdad de Perogrullo no parece haber sido notada por la presidente Cristina Fernández que desgranó un discurso con una dureza contrastante con la sabiduría con la que Raúl Castro o el mismo Rafael Correa tomaron el giro histórico de los EE.UU. frente al gobierno de Cuba. La razón reside en su egolatría y en que sus discursos son para consumo local, carecen del más mínimo sentido de la diplomacia – no confundir con hipocresía – cuyo manejo está en manos de personas de escasa idoneidad. El desplante, la falta de puntualidad, han sido constantes de una actitud adolescente de la presidente en estas reuniones multilaterales.

Curiosamente, las cumbres americanas nacidas en 1994 con el propósito de impulsar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), tuvieron en la edición de noviembre de 2005 y con la presencia de George W. Bush, en Mar del Plata, su certificado de defunción junto con aquella iniciativa. De “La Feliz” a Panamá, no hubo motivos para que estas cumbres llamaran la atención. Pero la del país de Torrijos estuvo signada por la gradual normalización de vínculos entre La Habana y Washington y la anacrónica orden ejecutiva de Estados Unidos considerando a Venezuela como una amenaza a su seguridad nacional.

En ese marco, el encuentro mostró el histórico apretón de manos de los presidentes norteamericano y cubano, junto a la crónica falta de coordinación de política exterior de los países de América del Sur. El canciller uruguayo condenó la violación a los derechos humanos en Venezuela y ratificó que en esa materia no cuenta la no intromisión en asuntos de carácter doméstico. Dilma Rousseff hizo lo propio y asistió a la cena de empresarios a la que los presidentes de países “bolivarianos” no acudieron.

En ese sentido, la Argentina mantiene una conducta, no se preocupa por los derechos humanos en Venezuela, pero tampoco lo hace cuando negocia créditos con China o con Rusia.

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