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Papa Caliente

La designación de Jorge Bergoglio como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica descuajeringó, por un rato, el pensamiento de los sostenedores del relato oficialista. En forma individual se apresuraron a denostar a un prelado que siempre estuvo de la vereda de enfrente del kirchnerismo. Le enrostraron un pasado de supuesto apoyo a la dictadura y su presente de vinculaciones con enemigos del actual gobierno y críticas, no sólo al kirchnerismo, sino al populismo latinoamericano. El presente que Francisco le hiciera a la presidente – retribuido por el kit de mate que le llevara Cristina Fernández – es un modesto libro con las conclusiones de la V Conferencia General del Episcopado latinoamericano y del Caribe del año 2007, en la que entre otras cosas la presidente podrá leer: “Constatamos un cierto progreso democrático que se demuestra en diversos procesos electorales. Sin embargo, vemos con preocupación el acelerado avance de diversas formas de regresión autoritaria por vía democrática que, en ciertas ocasiones, derivan en regímenes de corte neopopulista… Una democracia sin valores, como los mencionados, se vuelve fácilmente una dictadura y termina traicionando al pueblo.” Al entregarlo, Francisco le dijo: “Esto va a ayudar para ver un poco qué pensamos en este momento los padres latinoamericanos”.
Los principios inquebrantables del “relato” dieron paso a la conveniencia y al oportunismo de amigarse rápidamente con el nuevo Papa. La presidente, que días antes de la fumata bianca había lamentado que las mujeres no pudieran alcanzar las altas magistraturas de la Iglesia “de lo contrario me hubiera candidateado para papisa” – espetó en un acto – se mostró conmovida en su encuentro en el Vaticano.
Con la misma velocidad con la que algunos referentes del oficialismo se apresuraron a defenestrar a Bergoglio, cambiaron plomo por rosas sin que se les moviera un pelo. De alguna manera, la papa caliente que comenzó a circular se enfrió cuando la decisión fue la de hacer las paces con alguien que hoy ejerce un rol de liderazgo mundial con un alcance aún no definido. Sin embargo, el gobierno actual contabiliza su entronización como una derrota.
La eterna interna
El sacudón mediático entre la muerte de Hugo Chávez y la asunción de Bergoglio le quitó visibilidad a la interna peronista, diluida ahora por las colosales inundaciones que barrieron con la escenografía de cartón de varias gestiones. Así como el relato oficial se acomodó al surgimiento de un liderazgo internacional inesperado, el relato macrista de “los equipos de trabajo” – todos de vacaciones – se licuó en pocas horas. Desde la presidente hasta Macri, pasando por Daniel Scioli y Pablo Bruera, nadie saldrá indemne de esta prueba, de este verdadero “castigo bíblico”. A tal punto, que los contendores han alzado pañuelos blancos hasta que amaine. Los sindicalistas docentes depusieron sus planes de lucha y hasta La Cámpora reconoció que “hay que bajar el nivel de confrontación”.
Pasada la coyuntura – y aún operando sobre ella con acusaciones cruzadas – el peronismo se enfrenta a un triple desafío: hacerse cargo de los problemas creados por su propia gestión de 12 años – 24 en la provincia de Buenos Aires -, resolver el problema de la sucesión, sin que ello arrase con todo a su paso como con el conflicto docente en la provincia de Scioli; y cómo transitar lo que le queda del mandato, en medio del cambio de base política que operó el cristinismo en su segundo período de gobierno.
La postura del gobernador de Buenos Aires de “hablar con todos” y sacarse fotos con enemigos declarados del kirchnerismo y hasta entrevistarse con Julio Cobos, son gestos demasiado fuertes para dejarlos pasar para un gobierno muy celoso de esos mensajes y bastante paranoico en general. De manera que “disciplinar” al ex empresario de electrodomésticos es algo natural en el esquema de poder establecido desde la Casa Rosada. Nada de esto despeja las incertidumbres sobre la sucesión. Mucho menos acerca de la solución de los problemas que ha generado “el modelo” en el plano económico y “el relato” en el conjunto del sistema político.
Sin duda alguna, el triunfo de Daniel Peralta en Santa Cruz, constituye un punto de inflexión en la interna peronista. Con más del 80 por ciento de los votos a su favor, el gobernador díscolo derrotó a La Cámpora y a todo el kirchnerismo santacruceño y nacional. Peralta se impuso en 10 de las 14 localidades de la provincia patagónica. Con ese margen definirá su política de alianzas y los nombres de los candidatos a legisladores para la elección de este año.
El camino que señala Peralta dentro del peronismo indica que hay vida después del kirchnerismo, que se le pueden ganar a la presidente, a Julio de Vido y a los medios oficiales que lo bombardearon durante estos meses en los que además sufrió el ahogo financiero impuesto por la nación a todos los reacios a obedecer.
Otro corolario de esta elección es la nula capacidad de La Cámpora para desempeñarse con éxito en la arena electoral, desde la universidad, hasta las concejalías. Esto es muy grave para una presidente que en su cambio de base de poder ha puesto a esta agrupación como pieza clave de su nuevo armazón.
Al listado de Daniel Scioli, José Manuel de la Sota, Roberto Lavagna, Hugo Moyano y Roberto Lavagna, habrá que sumar a Peralta.
Los problemas de siempre
Podríamos hilvanar causas y efectos para comprender la realidad actual. A los imponderables naturales se les dará su peso relativo en la ecuación, pero al igual que la tragedia de Cromagnon, u Once, se tejen los hilos de improvisación, falta de obras, corrupción e irresponsabilidad. Si las obras hídricas, ferroviarias o de infraestructura no están es porque en la actual coyuntura económica el gobierno carece de financiamiento, gestiona sin planificación o carece de iniciativa creyendo que el tiempo soluciona todo. El primero es efecto del aislamiento internacional de la Argentina; la inflación y la dilapidación de los recursos públicos ingentes en el largo período de bonanza que llevamos, merced a la sustancial mejora en los términos del intercambio, para el país y para toda la región. Y como el gobierno apela al financiamiento local – ANSES, Pami; Tesoro – profundiza el ciclo inflacionario.
La planificación se reciente al tener el futuro fuertes incertidumbres con respecto a precios sensibles de la economía; al no haber líneas estratégicas y al predominar el corto plazo y depender el desarrollo de obras del factor político. Ambos factores, financiamiento escaso y planificación nula, son especialmente notables en el sector energético. Allí, como en otros ligados a las infraestructuras de comunicación y de transporte, una vez alcanzada la máxima capacidad instalada, se careció de iniciativa e inversión para su ampliación.
Todo esto se da en el marco de lo que señala el documento que Francisco le entregó a la presidente para recordarle el empobrecimiento constante de nuestro sistema democrático.
Lejos de reconocer que estos lodos son productos de aquellos polvos, el gobierno insiste con los parches, el déficit, el clientelismo y la falta de gestión. Insiste con un relato que tiene a los derechos humanos como piedra angular. Una triste ironía del destino hizo que uno de los tantos ancianos que conforman la mayoría de una imprecisa y larga nómina de fallecidos en la ciudad de La Plata es la Abuela de Plaza de Mayo Lucila Ahumada de Inama que a los 77 años no había encontrado a su nieto. La Plata también es la ciudad que espera a Jorge Julio López. La Plata es la ciudad natal de la presidente y ha sido el escenario que resume la verdadera tragedia argentina.

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